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«Πολλὰ τὰ δεινά, existen muchos seres terribles, pero ninguno tan terrible como el hombre»9. El óeivóc; que se predica aquí de los hombres quiere decir «terrible», «poderoso», en parte en un sentido positivo, como capacidad, pero al mismo tiempo en un sentido de riesgo, como algo temible o espantoso10. I.a; que se predica de los hombres significa poder, pero poder en el peligroso sentido de que éstos son capaces de atraer sobre sí con su temeridad impía el castigo de los dioses. Y es ante las atrocidades que surge la pregunta espantada: ¿Cómo es posible que un ser humano haya hecho esto? El hombre es poder, orientado en su esencia más íntima a la capacidad, porque toda capacidad es ejercicio de un poder. Y todo poder encierra el peligro del abuso, de la caída en el mal, en lo satánico. Al plantearse la pregunta acerca de la esencia del hombre hay que tener presente esa peligrosa ambigüedad de la δεινότης,. El problema de la antropología filosófica, la cuestión de la esencia del hombre, nace también en este sentido de una profunda consternación existencial. [8/9] 2. El enfoque cosmológico Ya los títulos mismos de las publicaciones sobre antropología filosófica que acabo de mencionar caracterizan la dirección en la que se enfoca el problema: Max Scheler: «El puesto del hombre en el cosmos», 19282; Helmuth Plessner: «El hombre y los estadios de lo orgánico», 19283; Arnold Gehlen: «El hombre. Su naturaleza y su posición en el mundo», aparecido algún tiempo más tarde,