Prologo de "Inevitable Desastre" De Jamie McGuire
1709 palabras
7 páginas
Ni siquiera con el sudor de la frente y la respiración entrecortada parecía enferma. Su piel no tenía el hermoso aspecto habitual y sus ojos no brillaban como siempre, pero seguía siendo muy guapa. La mujer más guapa que hubiera visto jamás. La mano cayó de la cama y el dedo se estremeció. Recorrí con la mirada las uñas amarillentas y quebradizas, luego subí por el brazo delgado hasta llegar al hombro huesudo y, finalmente, posé mis ojos en los suyos. Me estaba mirando, con los párpados abiertos en dos rendijas, lo suficiente como para hacerme saber que era consciente de que yo estaba allí. Eso era lo que me encantaba de ella. Cuando me miraba, lo hacía de verdad. No me miraba pensando en la otra media decena de cosas que tenía que hacer
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Becky miró a papá.
—Ya falta poco, Jim. Probablemente deberías traer a los demás niños para que se despidan.
Papá frunció los labios y negó con la cabeza.
—No estoy preparado —logró decir.
—Jim, jamás estarás preparado para perder a tu esposa. Pero no querrás que se vaya sin que los chicos se despidan de ella.
Papá se quedó pensativo durante unos momentos y luego se limpió la nariz con la manga. Después asintió. Salió con grandes zancadas de la habitación, como si estuviese enfadado.
Me quedé mirando a mamá. Miré cómo se esforzaba por respirar, miré cómo Becky comprobaba los números que había en la caja que tenía al lado. Le toqué la muñeca a mamá. La mirada de Becky parecía indicar que sabía algo que yo desconocía y eso me provocaba náuseas.
—Verás, Travis —me dijo Becky al mismo tiempo que se agachaba para poder mirarme directamente a los ojos—. Voy a darle una medicina a mamá y eso hará que se duerma, pero, aunque esté dormida, te puede oír. Puedes decirle que la quieres y que la echarás de menos, porque ella oirá todo lo que le digas.
Miré a mamá y negué rápidamente con la cabeza.
—No quiero echarla de menos.
Becky puso una de sus manos tibias y suaves en mi hombro, como solía hacer mamá cuando estaba disgustada.
—Tu mamá quiere quedarse aquí contigo. Lo desea mucho, pero Jesús quiere que vaya a su lado.
Fruncí el ceño.
—Yo la necesito más que Jesús.
Becky me sonrió y luego me besó en la coronilla. Papá llamó a la puerta antes de abrir. Mis hermanos le