Materialismo dialectico
Mendoza se derrumba física y psicológicamente, siendo acogido por la orden jesuita en la ciudad. Sin embargo no se perdona a sí mismo el fratricidio que ha desembocado este triángulo amoroso. El P. Gabriel le invita a la reconciliación con Dios, con los indios guaraníes y consigo al proponerle ir con él a la selva y ayudar a la labor que llevaban a cabo en una de sus reducciones. El capitán acepta, cargando voluntariamente con sus armas y bagajes, por un territorio accidentado, hasta donde viven libremente los guaraníes. Allí es perdonado por estos —que lo reconocen— y liberado espiritualmente de toda carga pasada.
La labor misional va viento en popa, hasta que la situación geoestratégica internacional nubla aquel paraíso en la tierra. El nuncio de Su Santidad, cardenal Altamarino (Ray McAnally), es enviado a aquellas tierras para hacer desaparecer las reducciones jesuitas a través de la vía diplomática y no soliviantar a las potencias de España y Portugal. La supervivencia de la Compañía está en juego en todo el orbe católico. A pesar de todo ello, los misioneros, le enseñan la magnífica obra realizada —que en la película es magistralmente elevada al éxtasis con la música de Ennio Morricone— con el objetivo de hacerle desistir de sus propósitos.
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