Madre nieve
Nada puede surgir de la nada
Otros filósofos más que buscar la materia primaria de la cual surgió todo, se preocupaban en la transformación, es decir, como era posible que una materia fuera capaz de alterarse y transformarse en otra materia distinta al original. Parmenides 510-470 a. de C. opinaba que la materia siempre ha estado presente y más aún, nada se puede convertir en algo ajeno a su estado original. Además, Parmenides creía que a menudo los sentidos eran capaces de engañarnos por lo tanto lo único digno de fiarse era lo que dictaba la razón. Ha nacido el racionalista, aquel que deposita su fe en la razón de las personas, por encima de las ilusiones creadas por los sentidos.
Para otros filósofos como Heráclito 540-480 a. de C. la naturaleza se encontraba en un permanente cambio donde todo fluye. Nadie se baña dos veces en el mismo río. Heráclito creía también que las contradicciones eran el equilibrio necesario de la vida. Hay vida por que existe la muerte, tenemos salud y padecemos enfermedades, todo este orden de las cosas, tenía en dios a su principal responsable. Los sentidos, y no la razón, era la base del pensamiento de Heráclito. Empédocles 494-434 a de C. opinaba que debiera de haber más de un solo elemento base o materia primaria. La tierra, el aire, el fuego y el agua eran los cuatro elementos que mezclados en distintas proporciones, producían todo el entorno, por lo tanto, nada cambia, siempre serán las miles de combinaciones de los mismos cuatro