Lagrimas de angeles el argumento veraddero

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Nocturno
Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro de tu inocencia cándida conservas el tesoro; a quien los más audaces, en locos devaneos jamás se han acercado con carnales deseos; tú, que adivinar dejas inocencias extrañas en tus ojos velados por sedosas pestañas, y en cuyos dulces labios —abiertos sólo al rezo— jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...
Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso, con esa voz que tiene suavidades de raso: si entrevieras en sueños a aquél con quien tú sueñas tras las horas de baile rápidas y risueñas, y sintieras sus labios anidarse en tu boca y recorrer tu cuerpo, y en su lascivia loca besar todos sus pliegues de tibio aroma llenos y las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si
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Los áureos sonidos anuncian el advenimiento triunfal de la Gloria; dejando el picacho que guarda sus nidos, tendiendo sus alas enormes al viento, los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria!

Ya pasa el cortejo.
Señala el abuelo los héroes al niño.
Ved cómo la barba del viejo los bucles de oro circunda de armiño.
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores, y bajo los pórticos vence sus rostros de rosa; y la más hermosa sonríe al más fiero de los vencedores.
¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera honor al herido y honor a los fieles soldados que muerte encontraron por mano extranjera!

¡Clarines! ¡Laureles!

Los nobles espadas de tiempos gloriosos, desde sus panoplias saludan las nuevas coronas y lauros
¿las viejas espadas de los granaderos, más fuertes que osos, hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros?.
Las trompas guerreras resuenan: de voces los aires se llenan...

A aquellas antiguas espadas, a aquellos ilustres aceros, que encaman las glorias pasadas...
Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas, y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros, al que ama la insignia del suelo materno, al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano, los soles del rojo verano, las nieves y vientos del gélido invierno, la noche, la escarcha y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal,
¡saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la

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