Las pruebas de velocidad se remontan a la antigua Grecia (776 AC), cuando en la I Olimpiada se realizó la carrera del estadio (Dromos) sobre una distancia de 192,27 metros, longitud exacta de la pista, de la cual se dijo que el propio Hércules dictaminó tal medida, y el vencedor tenía el honor de encender el fuego del altar de Zeus, donde se encontraba la meta. En el año 724 AC, durante la XIV Olimpiada, se introdujo la carrera de Dículos, que consistía en recorrer la pista ida y vuelta, es decir, realizar dos estadios equivalentes a 384 metros.
La carrera de velocidad resume, de alguna manera, el espíritu y los valores generados por este deporte: compromiso total y definitivo del atleta, capacidad de lucha y sacrificio, porque lo breve