Estereotipos Del Tatuaje
Los tatuajes muestran rostros, nombres, personajes fantásticos, fechas, etc. son una forma de expresión personal, revelan alguna situación de la persona.
La sociedad siente miedo de las personas que portan un tatuaje, suponen infinidad de ideas acerca de su vida y comienzan a inventar chismes.
Un sujeto tatuado actualmente en nuestra sociedad, necesita cubrirlos al solicitar un empleo, préstamo o atender al cliente, debido al estereotipo que se tiene sobre los tatuajes, pero ¿Por qué la gente desconfía de las personas tatuadas?
Esta pregunta origina la presente investigación.
Tal vez han tenido una mala experiencia con alguna persona tatuada y por ello desconfían, ¿y que sucede con las demás personas que …ver más…
Para hacer los tatuajes, los romanos se servían de un par de finas agujas y tinta –atramentum- que clavaban en la piel sobre un dibujo, que a veces se imprimía con un molde de madera y polvo de carbón. Los soldados y trabajadores de las legiones romanas tenían como práctica, el marcar en manos y brazos de los soldados y trabajadores, el nombre de la unidad militar.
Entre los esclavos y condenados por la justicia romana, se acostumbraba tatuar en los rostros de esclavos, criminales y prisioneros de guerra condenados a la cárcel, al exilio, la condena a las minas y a otras formas crueles como el stigma, era acompañado del tatuaje en el rostro, como infamia permanente y experiencia dolorosa, dadas las condiciones médicas de la época. Dicho castigo se solía ejecutar en los esclavos y las capas menos favorecidas de la población
Durante el Alto Imperio Romano, el emperador Calígula envió a muchos caballeros y hombres honorables a las minas, condenándolos asimismo a tener tatuajes en el rostro. En estos tatuajes punitivos solía aparecer una descripción de su crimen, su castigo y a veces, el nombre del emperador gobernante durante el proceso y condena del reo. Dichos castigos de tatuar en el rostro y frente, continuaron durante las persecuciones contra los cristianos.
La practica cristiana de tatuarse continuo por lo menos hasta el siglo VIII, cuando en el año 787, después del Sínodo de obispos celebrado en Nothumberland, Inglaterra,