Emigración del puertorriqueño.
Sueños de lujosos apartamentos en fantásticos edificios, hermosas casas en grandiosas urbanizaciones, grandes trabajos, entre otros. Ilusiones de prosperidad, estabilidad, riquezas, entre otras, pero, ¿por qué esa realidad no se asemeja a los sueños e ilusiones? La realidad era que los puertorriqueños al llegar a EEUU tenían que aglomerarse en edificios deteriorados en barrios pobres donde habitaban solo puertorriqueños, vivían sin las facilidades mínimas, además de no poder mejorar en la educación por no hablar inglés, sus trabajos eran fuertes y mal pagados y también eran víctimas de prejuicios raciales. Parece bastante lógico que muchos puertorriqueños sueñen con una vida en una ciudad como Nueva York (que es donde mayormente emigran) donde no se les pagaría un sueldo tan bajo y donde existe la posibilidad de llegar a ser algo y de lograr tener una vida mejor y donde los hijos tendrían acceso a todo, riqueza y educación. Pero desgraciadamente en Nueva York no se les ofrece desde el principio la vida con la que habían soñado antes de salir de su país. Les esperan condiciones parecidas a las que habían dejado en su isla: desempleo o trabajos mal pagados y, en consecuencia, una vida en los barrios pobres entre muchos otros puertorriqueños (como se mencionó anteriormente) en la misma situación. Muy pocos de ellos logran superar la miseria y tener una vida parecida a la de un anglo de la clase