El Torito De La Piel Brillante
Éste era un matrimonio joven. Vivían en una comunidad. El hombre tenía una vaquita, una sola vaquita. La alimentaban dándole toda clase de comidas, gachas de harina o restos de jora. La criaban en la puerta de la cocina. Nunca la llevaron fuera de casa y no se cruzó con macho alguno.
Sin embargo, de repente apareció preñada. Y parió un becerrito color marfil, de piel brillante.
Apenas cayó al suelo mugió enérgicamente.
El becerrito aprendió a seguir a su dueño, como un perro iba tras él por todas partes. Y ninguno solía caminar solo, ambos estaban juntos siempre.
El becerro olvidaba a su madre; solo iba donde ella para mamar. Apenas el hombre salía de casa el becerro lo seguía.
Cierto día el hombre fue a …ver más…
Venía mugiendo de instante en instante.
– ¿Qué fue lo que hiciste? ¡Tu dueña me ha reprendido por tu culpa! Debiste regresar inmediatamente – le dijo el hombre muy enojado.
El torito contestó:
– ¡Ay! ¿Por qué me llevaste, dueño mío? ¡No sé que ha de sucederme!
– Hasta hoy nomás hemos caminado juntos, dueño mío. Nuestro camino común se ha de acabar.
– ¿Por qué? ¿Por qué causa? – volvió a preguntarle.
– Me he encontrado con el poderoso, con mi gran señor. Mañana tengo que ir a luchar con él. Mis fuerzas no pueden alcanzar sus fuerzas.
– ¡Ya no volveré! Me ha de hundir en el lago – dijo el torito.
Al oír esto, el hombre lloró. Y cuando llegaron a la casa, lloraron ambos el hombre y la mujer.
– ¡Ay, mi torito! ¡Ay, mi criatura!, ¿Con qué vida, con qué alma nos has a dejar?
Y de tanto llorar se quedaron dormidos.
Y así, muy al amanecer aún quedaban sombras, muchas sombras, cuando aún no había luz de aurora, se levantó el torito y se dirigió a la puerta de la casa de sus dueños y les hablo así:
– Ya me voy, quédense, pues, juntos.
– ¡No, no! ¡No te vayas! – le contestaron llorando – aunque venga tu señor, tu encanto, nosotros le destrozaremos los cuernos.
– –No podréis– contestó el torito.
El dueño subió al cerro y llegó a la cumbre. Allí se tendió; oculto en la paja miró al lago. El torito llegó a la rivera; empezó a mugir poderosamente; escarbaba el suelo y echaba el polvo al aire. Así estuvo largo rato, mugiendo y aventando tierra; solo, muy