Cuentos

5672 palabras 23 páginas
Dobrina era una víbora verde que vivía en el zoológico. Era tan larga como un tren de carga y la más mala de todos los animales del zoológico. Con sus enormes ojos podía hipnotizar a quien la mirara y cuando menos se lo esperaba, de un solo bocado se lo comía.
Una mañana, Dobrina amaneció con mucha comezón en todo su cuerpo y como no tenía manos ni pies, no se podía rascar.
-¿Quién me podrá ayudar? No soporto este picor que me recorre todo el cuerpo.
Tengo que encontrar a alguien que me haga el favor. Después de pensar un rato dijo:
Iré con los changos, con los dedos de sus manos han de rascar muy sabroso.
Pero cuando Dobrina pidió el favor a los changos, ellos se burlaron de ella:
Ja, ja, ja, claro que no te vamos a rascar.
…ver más…

Sin embargo, un día la joven princesa fue mordida por una serpiente de los pantanos, cuyo antídoto tenía una elaboración secreta que sólo los gigantes conocían, así que el rey se vio obligado a suplicar al gigante su ayuda. Envió a sus mejores guerreros y a sus más valientes caballeros con la promesa de casarse con la princesa, pero ni sus mágicos escudos, ni las más poderosas armas, ni las más brillantes armaduras pudieron nada contra la furia del gigante. Finalmente el rey suplicó ayuda a todo el reino: con la promesa de casarse con la princesa, y con la ayuda de los grandes magos, cualquier valiente podía acercarse a la entrada de la cueva, pedir la protección de algún conjuro, y tratar de conseguir la ayuda del gigante.
Muchos lo intentaron armados de mil distintas maneras, protegidos por los más formidables conjuros, desde la Fuerza Prodigiosa a la Invisibilidad, pero todos sucumbieron. Finalmente, un joven músico apareció en la cueva armado sólo con un arpa, haciendo su petición a los magos: "quiero convertirme en una bella flor y tener la voz de un ángel".
Así apareció en el umbral de la cueva una flor de increíble belleza, entonando una preciosa melodía al son del arpa. Al oír tan bella música, tan alejada de las armas y guerreros a que estaba acostumbrado, la ira del gigante fue disminuyendo. La flor siguió cantando mientras se acercaba al gigante, quien terminó tomándola en su mano para escucharla

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