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DEPORTES
RICARDO ESCOBAR

Después del 4-0 de Hébert Arriola, el estadio San Martín fue escenario de un hecho inédito. Los hinchas celestes, furiosos con la indolencia de su equipo, comenzaron a lanzar cojines hasta el campo y a pedir a voz en cuello que el árbitro Víctor Hugo Carrillo pusiera fin a tanta humillación. Al juez no le quedó otra que recogerlos y a los jugadores, tragarse el sapo, como si ya no fuera suficiente castigo la goleada
MAR[IN RODRIGUEZ

San Martín desnudó a Cristal casi de los pies a la cabeza. El único que se salvó fue Erick Delgado, que en el minuto final le tapó un penal al argentino Pablo Viatti, socio perfecto de Arriola y Germán Alemanno, el otro ‘gaucho’ del grupo. Los tres, dentro de una