Anton chejov- la sala número seis
La Sala Número Seis
I
En el patio del hospital hay un pequeño pabellón rodeado de un verdadero bosque de cardos, ortigas y cáñamo silvestre. Su techumbre está oxidada, la chimenea medio caída, los escalones de la entrada se hallan podridos y cubiertos de hierba, y del yeso del enlucido no quedan más que las huellas.
Su fachada da al hospital, y por la parte trasera empieza el campo, del que lo separa una valla gris coronada de clavos. Estos clavos, con las puntas hacia arriba, la valla y el propio pabellón tienen ese aspecto particular, triste y repulsivo, que en nuestro país sólo se encuentra en los hospitales y las cárceles.
Si no teméis que os piquen las ortigas, sigamos el estrecho sendero que lleva al pabellón y …ver más…
Con su bata y su ridículo gorro, en zapatillas, a veces descalzo y hasta sin pantalones, va y viene, deteniéndose en las puertas de las tiendas y pidiendo limosna.
En un sitio le dan un mendrugo, en otro un kópek; así que, cuando vuelve al pabellón, suele hacerlo con el estómago lleno y rico. Todo cuanto trae se lo arrebata Nikita. El soldado lo hace brutalmente, con gran celo, dando vuelta a los bolsillos y poniendo a Dios por testigo de que no volverá a dejar salir al judío, mientras asegura que para él no hay en el mundo cosa peor que el desorden.
A Moiseika le gusta hacer favores. Da agua a sus compañeros, los tapa cuando duermen, les promete traer un kópek a cada uno cuando salga a la calle y coserles gorros nuevos. También da de comer a su vecino de la izquierda, que es paralítico. Y hace todo esto no por compasión ni por consideraciones de índole humanitaria, sino por imitar a Grómov, su vecino de la derecha, al que se somete sin él mismo darse cuenta.
Iván Dmítrich Grómov, un hombre de treinta y tres años de origen noble, antiguo ujier del juzgado y secretario provincial, sufre manía persecutoria. O permanece tumbado en la cama, hecho un ovillo, o va de un rincón a otro como si hiciese un paseo higiénico; rara