Carlos José Reyes
“Terminaba el tiempo de una cultura y un teatro de carácter bucólico, costumbrista y hogareño, así como de la representación de comedias inspiradas por el teatro español de la era franquista. Nuevas tendencias surgían, estableciendo nexos con el movimiento cultural colombiano, como era el teatro del absurdo, la traducción y presentación de obras de Ionesco, Beckett, Adamov y otros autores de vanguardia, la lectura de los existencialistas Sartre, Genet y Camus, el conocimiento del teatro de Bertolt Brecht”, anota el crítico Eduardo Gómez[1].
Según un ensayo escrito por Carlos José hace más de una década, el otro factor de desarrollo del teatro colombiano desde finales de los años cincuenta fue la iniciativa de los propios grupos de abrir salas teatrales, lo cual posibilitó “la realización de temporadas de varios meses, los ensayos estables en el mismo escenario de la representación y la consolidación para cada sala de elencos más o menos estables -por lo menos en una importante etapa de la estructuración de los grupos y de un público cada vez más constante-“[2].
La primera de estas salas abierta en Bogotá fue El búho, a la que Carlos José ingresó poco después. La oportunidad se le presentó gracias a que Santiago García –uno de sus fundadores- se había ganado una beca y se fue a estudiar al extranjero, dejando a Fausto Cabrera –el otro