Anecdotas De Los Presidentes Mexicanos
En el año 1934, siendo Presidente Lázaro Cárdenas, implantó en los Colegios la enseñanza socialista, trayendo nueva lucha a más de las que ya se tenían y un nuevo elemento a la política sectaria de aquel Presidente.
Apenas supo la Rev. Madre Bonaventure las nuevas dificultades que se presentaban a la educación, se vino rápidamente a México, llegando primero a Monterrey; allí les dijo a las Hermanas:
—Ya le dije al Verbo Encarnado que si alguna de mis hijas entra a la cárcel, a todas me las llevo inmediatamente.
La Madre Superiora contestó:
—Tenga la seguridad, Reverenda Madre, que ninguna de nosotras entrará a la cárcel, pues el Verbo Encarnado nos quiere en la brecha.
Cuando entró a la pieza en donde se tenía …ver más…
Como que nunca me imaginé que pudiera irse como se fue, tan repentinamente, el miércoles pasado. De hecho, me enteré de su muerte hasta hoy viernes, al ver una nota en la sección de espectáculos de "Milenio Diario". Me dejó helado. Yo no era tan amigo suyo como para que me hubieran avisado de su funeral; pero sé que Fernando sí acudió al mismo y se asomó a la caja para cerciorarse de que el difunto era Manuel y no un muñeco. Bien pudiera tratarse de una broma macabra del sarcástico personaje para burlarse de sus amigos y enemigos.
Una de las mayores ironías de todo esto es que desde hace casi ocho años yo vivo en una calle que lleva el nombre del padre de Manuel, es decir, en Maximino Ávila Camacho, un personaje a quien la historia oficial le ha cargado el sambenito de siniestro y asesino, aunque Manuel siempre lo defendió a capa y espada. Incluso, aseguraba que su padre había sido un hombre bueno y generoso y que dado el poder que tenía, muy posiblemente hubiera sido el sucesor en Los Pinos de su hermano, el presidente Manuel Ávila Camacho, pero que éste lo habría mandado envenenar para favorecer a Miguel Alemán Valdés. Eso contaba el también cineasta, quien conocía al dedillo las historias de todas las primeras damas mexicanas del siglo veinte, algunas de las cuales le parecían admirables, mientras que otras le resultaban abominables.
Políticamente incorrectísimo, Manuel era admirador del régimen priista y defendía con sólidos