Indice
1.
Desarrollo
2. Depresión
3. Psicología Del
Envejecimiento
4. Conclusiones
5. Apéndice
6. Bibliografía
Introducción temática:
Soledad, sentimiento de estar solo, unido con frecuencia a
situaciones como el desamor. Durante los estados de soledad la
incomunicación es absoluta y va en contra del hombre como
ser social, cuya función
más básica es comunicarse con los demás.
En las comunidades tradicionales la soledad es un fenómeno
poco frecuente, basado la mayor parte de las veces en motivos
externos (enfermedades, sentimientos
de culpa). Frente a ello, en las actuales sociedades
industriales aparece el fenómeno del aislamiento del
individuo, serio problema que requiere tratamiento
psicológico, ya que la incomunicación puede
provocar algunas enfermedades, como la
depresión. Una de las causas más
frecuentes es la debilidad relacional, es decir, la incapacidad
para establecer relaciones personales. Asimismo la soledad,
involuntaria o aparentemente elegida, es un trastorno psicosocial
(hastío del mundo) que indica el inicio de determinadas
etapas vitales, como la pubertad o la vejez
(véase Psicología del
envejecimiento).
2.
Depresión
Introducción:
Depresión (psicología),
trastorno mental caracterizado por sentimientos de inutilidad,
culpa, tristeza, indefensión y desesperanza profundos. A
diferencia de la tristeza normal, o la del duelo, que sigue a la
pérdida de un ser querido, la depresión
patológica es una tristeza sin razón aparente que
la justifique, y además grave y persistente. Puede
aparecer acompañada de varios síntomas
concomitantes, incluidas las perturbaciones del sueño y de
la comida, la pérdida de iniciativa, el autocastigo, el
abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer.
La depresión, el más frecuente de todos los
trastornos mentales, afecta a hombres y a mujeres de cualquier
edad y clase social, aunque las mujeres, y las personas en
ciertos periodos del ciclo vital (adolescencia,
menopausia y andropausia, y en general los periodos de crisis o
cambios importantes) parecen ser las más afectadas.
Tipología de la depresión
En psicopatología se reconocen dos grandes
categorías dentro de la depresión, aunque en ambos
la perturbación del estado de
ánimo es el síntoma principal. En la primera, el
trastorno depresivo, aparecen sólo episodios de
depresión. En la segunda, depresión bipolar o
síndromes maníaco-depresivos, se alternan periodos
depresivos con otros de ánimo exaltado y euforia
(manía).
En las depresiones simples o en las fases depresivas de las
bipolares, domina el ánimo depresivo, aunque el paciente
puede no ser consciente de su tristeza. Suele haber
pérdida de interés y
abandono de las actividades habituales, y los síntomas
pueden incluir: perturbaciones del sueño, pérdidas
de apetito o apetito desmedido, incapacidad para concentrarse o
para tomar decisiones, lentitud de ideación y
energía decaída, sentimientos de inutilidad, culpa,
desesperación y desprecio de uno mismo, disminución
del interés
sexual e ideas recurrentes de suicidio y
muerte, que en
ocasiones pueden llevar efectivamente al suicidio.
En la fase maníaca, el ánimo del paciente es
elevado, exaltado, expansivo o irritable. El comportamiento
es extravagante y en ocasiones ofensivo. Otros síntomas
son el exceso de locuacidad, la fuga de ideas, las ideas de
grandeza, una actividad sexual, social y laboral
excesivas, incapacidad de concentración, pérdida
del juicio y disminución desmedida del
sueño.
Aparición
Al parecer, los
trastornos depresivos pueden tener una cierta
predisposición de tipo genético, por lo que el
riesgo de
sufrir un trastorno de este tipo es mayor en las familias de
pacientes depresivos. La mayor proporción que se da en las
mujeres quizá dependa de causas orgánicas, pero
también parece estar condicionada por la
adquisición de roles sociales más pasivos e
incapacitantes, y por el hecho de que, al exteriorizar la
necesidad de ayuda con más facilidad que el hombre, es
probable que las depresiones masculinas pasen más
desapercibidas.
Los estudios realizados hasta la fecha han sugerido
también que la predisposición genética a
la depresión puede estar ligada a una sensibilidad anormal
ante un neurotransmisor, la acetilcolina, en el cerebro. Los
receptores de esta sustancia se han encontrado en mayor
número en la piel, por
ejemplo, de quienes sufren depresiones.
Tratamiento
Los trastornos depresivos son, por
fortuna, los que presentan más tratamientos en
psiquiatría, al haber sido ligados con la
disfunción de dos de los principales sistemas de
neurotransmisores cerebrales, la serotonina y la noradrenalina,
por lo que se emplean dos tipos de fármacos: los
antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos y los
inhibidores de la MAO (monoaminooxidasa). Estos últimos
requieren una dieta especial porque interactúan con la
triamina, que aparece en los quesos, la cerveza, el vino,
el hígado de pollo y otros alimentos,
causando además un aumento de la tensión arterial.
Los antidepresivos tricíclicos no requieren una dieta
especial, pero tienen un efecto tóxico sobre el tejido
cardiaco. Ambos tipos de fármacos actúan bloqueando
la reabsorción de la serotonina y la noradrenalina en las
neuronas, prolongando así los efectos de estos
transmisores. Un avance en la farmacoterapia de la
depresión ha sido el Prozac (fluoxetina), que inhibe la
reabsorción de la serotonina en el cerebro.
Introducido en 1986, este fármaco ha sido prescrito a
más de 10 millones de personas en todo el mundo hasta
1994. Otro antidepresivo reciente, el Efexor (venlafaxina),
actúa bloqueando la reabsorción tanto de serotonina
como de nonadrenalina en el cerebro, y se supone que tiene menos
efectos secundarios. Ha mostrado su eficacia en el
tratamiento de diversos tipos de depresión. También
se emplea el carbonato de litio, un mineral común, para
controlar las fases maníacas de las enfermedades
maníaco depresivas. En pequeñas dosis,
también se emplea para controlar las fluctuaciones
anímicas de este trastorno bipolar.
La terapia electroconvulsiva o electroshock, terapia de choque,
pese a sus riesgos y efectos
secundarios se sigue utilizando en depresiones que no responden a
la farmacoterapia antes descrita. En el otro extremo de este
tratamiento agresivo estaría la psicoterapia,
válida como seguimiento, tratamiento complementario y como
prevención de las depresiones graves, así como para
combatir las depresiones más leves (conocidas como
depresiones neuróticas, por oposición a las
psicóticas). La psicoterapia de diversos tipos,
según varios paradigmas
teóricos (desde los conductistas a los
psicoanalíticos) cuenta con abundante apoyo
empírico y clínico que la avalan como tratamiento
optativo, ya que muchos trastornos depresivos tienen sus
orígenes no tanto en disfunciones orgánicas sino en
factores psicosociales (emocionales, conductuales y cognitivos) e
incluso culturales.
Trastornos De Relación:
Trastornos de relación, término que designa la
incapacidad de una persona para
establecer relaciones sociales o intensificar los contactos
interpersonales. En relación con este tipo de problemas,
ampliamente extendidos, está la baja intensidad o
debilidad para relacionarse (véase Soledad) como resultado
de especiales estados anímicos o situaciones vitales (la
depresión, una perturbada autoestima y
otras). La baja intensidad de las relaciones es característica en determinadas etapas de la
vida y del desarrollo (en
la tercera edad, pero también en situaciones de desempleo o por
problemas
psíquicos durante la pubertad), pero los trastornos de
relación se generan, sobre todo, durante la primera etapa
educativa.
3. Psicología Del
Envejecimiento
Introducción: Psicología
del envejecimiento, también denominada
gerontopsicología, conjunto de investigaciones
de la psicología del desarrollo, de
la psicología
social, de la psicología clínica y del estudio
de la
personalidad sobre el conjunto de los cambios y
singularidades en la experiencia y los sentimientos relacionados
con la vejez y el
envejecimiento, y sobre la percepción
en el
aprendizaje, el pensamiento y
el proceder.
Según la definición usual, el envejecimiento
empieza en el momento en el que la capacidad
físico-psicológica supera su momento más
álgido y comienza un paulatino proceso de
declive. Debido a que este declinar se produce en cada individuo
de forma distinta, sólo es posible manifestar
generalidades acerca del envejecimiento en sí. En muchas
personas se observa, por ejemplo, un rejuvenecimiento
psíquico simultáneo a la decadencia corporal o, de
forma paralela al paulatino retroceso de la memoria,
una capacidad de reflexión mental absolutamente clara. En
general, el proceso de
envejecimiento se caracteriza por el retraso de las reacciones de
conducta que rige
el sistema nervioso
central, aunque también su intensidad difiere
según cada individuo.
Aspectos Clínico-Psicológicos:
En la vejez se acumulan los denominados acontecimientos
vitales críticos. La capacidad para poder
transformar estos acontecimientos depende de las perspectivas de
vida, es decir, del tiempo que queda
por vivir y de las posibilidades con que se cuenta, por ejemplo:
la movilidad corporal, la capacidad de establecer nuevas
relaciones sociales o de encontrar actividades basadas en la
reflexión, entre otras. El más trascendente es
la muerte de
la pareja, aunque deben ser transformados también los
acontecimientos menos drásticos, que suelen ser causa de
enfermedades mentales. Al grupo de
enfermedades frecuentes en los ancianos pertenece la
depresión, sobre todo como consecuencia de la
soledad.
Aspectos Psicológico-Evolutivos:
Entre los aspectos psicológico-evolutivos se sitúa
como elemento básico la personalidad
de las personas mayores. Las posibilidades evolutivas de la
personalidad son, en general, ilimitadas a determinada edad o
periodo vital. Desde lo psicológico-evolutivo, el
envejecimiento se considera como el efecto recíproco entre
la evolución y estabilización de las
características de la personalidad,
y de su rendimiento y regresión.
Aspectos Social-Psicológicos:
La psicología
social, especialmente en los últimos años, ha
hecho del envejecimiento uno de sus campos centrales de investigación y ha influido y aportado con
sus asertos a la totalidad de la psicología. A la vista
del creciente número de personas mayores en la sociedad,
originado por una mayor esperanza de vida y por el descenso de la
natalidad en los países más avanzados, ha cambiado
la relación entre las distintas generaciones y la
comprensión de sus respectivos roles. Del mismo modo que
los jóvenes redefinen sus roles y su papel en la
sociedad, la
tercera edad empieza a reivindicar nuevas funciones con
más fuerza que en
el pasado.
4.
Conclusiones
Esperanza de vida, media o promedio de
años de vida que una persona puede
vivir según su año de nacimiento.
La esperanza de vida constituye un indicador del nivel de vida y
se tiene en cuenta para determinar el índice de desarrollo
humano (IDH) de la ONU. En los
países más pobres la esperanza de vida se
sitúa entre los 40 y 50 años; es el caso de
más de 20 países del África subsahariana. En
cambio, en
casi todos los países que pertenecen a la OCDE es de al
menos 75 años.
Por lo general, en cada país se estudian tres
parámetros: la esperanza de vida de toda la población, la de los hombres y la de las
mujeres. En la actualidad, en casi todos los países del
mundo las mujeres viven más tiempo que los
hombres, diferencia que en los países desarrollados puede
suponer 6 o 7 años.
En 1995 la esperanza de vida de toda la población era en los países del
ámbito hispano la siguiente: España 77,
Costa Rica 76,
Cuba 75,
Chile 74,
Puerto Rico 73,
Argentina y
Panamá
72, México y
Venezuela 71,
Paraguay 70,
Colombia y
República Dominicana 69, Ecuador 68,
Honduras 67, Perú, Nicaragua, El Salvador y Brasil 66,
Guatemala 64 y
Bolivia 59
años.
Nivel de vida, en economía,
estimación de la cantidad de riqueza y de la prosperidad
de la población de un país. Por lo general se
estima el nivel de vida en función de
bienes
materiales, de
los ingresos
obtenidos y los bienes de
consumo que se
pueden adquirir con aquéllos, pero no se tiene en cuenta,
por ejemplo, la contaminación
atmosférica, que sí se estima al analizar la
'calidad de
vida'. Existen numerosos métodos
para estimar y comparar el nivel de vida de un país con el
de otro, pero ninguno de estos métodos
tiene en cuenta conceptos como felicidad personal.
La renta nacional per cápita es una de las formas
más comunes para estimar el nivel de vida de un
país y consiste en dividir el producto
interior bruto (PIB) por la
población, estableciendo así el PIB per
cápita. Si la población crece a una tasa menor que
la del PIB, el nivel de vida está aumentando. Si la
población crece más deprisa que el PIB el nivel de
vida disminuye. Pero el PIB per cápita, al ser una media
aritmética, no permite ver la distribución de la renta entre la
población. Por ejemplo, en algunos países
latinoamericanos la riqueza está concentrada en manos de
una pequeña minoría, y la amplia mayoría de
la población no tiene ingresos y
sobrevive con una agricultura de
subsistencia.
Para comparar el PIB per cápita entre países es
necesario dar estas cifras en una única unidad monetaria,
como por ejemplo el dólar estadounidense, lo que permite
hacerse una idea aproximada de las diferencias en el nivel de
vida entre países. Una de las desventajas de utilizar este
método
para comparaciones internacionales es que no tiene en cuenta el
coste de la vida de cada país. Por ello, muchos analistas
prefieren comparar el nivel de vida entre países
utilizando la Paridad del Poder
Adquisitivo (PPA), que tiene en cuenta la cantidad de bienes y
servicios que
se pueden adquirir en un país con el PIB per cápita
dado en moneda nacional. Las estimaciones de la PPA suelen
mostrarse según una escala que va de
cero a 100, siendo 100 la PPA existente en Estados Unidos.
Las diferencias entre países que se obtienen utilizando
uno u otro método (el
PIB per cápita o la PPA) varían mucho dependiendo
de qué países se estén comparando. Por
ejemplo, al margen del indicador que se aplique, los niveles de
vida de Australia y del Reino Unido representan las tres cuartas
partes del nivel de vida de Estados Unidos.
Sin embargo, el PIB per cápita japonés es un 20%
superior al estadounidense, mientras que la PPA en Estados Unidos
es un 18% superior a la de Japón.
Otro indicador del nivel
de vida es el Índice de Desarrollo
Humano (IDH). Creado por el PNUD (Programa de las
Naciones Unidas
para el Desarrollo) en 1990, estima el nivel de vida teniendo en
cuenta, además del PIB per cápita, el grado de
alfabetización de la población adulta y la
esperanza de vida, por lo que refleja, hasta cierto punto, la
calidad de
vida de la población en estudio. Al igual que la PPA, el
IDH utiliza una escala que va de
cero a 100. Según este indicador, los niveles de vida de
Australia, Reino Unido, Japón y
Estados Unidos son muy similares y están entre los 10
más altos del mundo.
Existen muchos otros indicadores
del nivel de vida, como la tasa de mortalidad infantil o la
cantidad de coches por persona. Sin embargo, los niveles de
consumo
privado pueden reflejar los gustos de la sociedad, pero no el
nivel de vida de los individuos.
Para Una Vida Esperanzada
Veinte poemas de
amor y una
canción desesperada (1924)
Poema 1
Cuerpo de mujer, blancas
colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de
entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la
tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían
los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi
honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de
musgo, de leche
ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis!
Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía,
persistirá en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin limite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
Poema 2
En su llama mortal la luz te
envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da
vueltas.
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas.
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.
Poema 3
Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose,
lento juego de
luces, campana solitaria,
crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en ti la tierra
canta!
En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas.
En torno a mí
estoy viendo tu cintura de niebla
y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
y eres tú con tus brazos de piedra transparente
donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.
Ah tu voz misteriosa que el amor
tiñe y dobla
en el atardecer resonante y muriendo!
Así en horas profundas sobre los campos he visto
doblarse las espigas en la boca del viento.
Poema 4
Es la mañana llena de tempestad
en el corazón
del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las
nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón
del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena
de guerras y de
cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinado.
Se rompe y se sumerge su volumen de
besos
combatido en la puerta del viento del verano.
Poema 5
Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes
húmedas.
Eres tú la culpable de este juego
sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi
tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele
arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas
súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones.
Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de
angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis
palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
Poema 6
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo
Y las hojas caían en el agua de tu
alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera.
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el
otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de
estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los
crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
Poema 7
INCLINADO en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un
náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Solo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.
Poema 8
Abeja blanca zumbas –ebria de miel en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.
Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad
última.
En mi tierra
desierta eres tú la última rosa.
Ah silenciosa
Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
Tienes ojos profundos donde la noche alea.
Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de
sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda
descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las
hojas.
Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah silenciosa !
Poema 9
Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del
delgado día,
cimentado en el solido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua
devorante
cruzo en el agrio olor del clima
descubierto.
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola
única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de
besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en
mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.
Poema 10
Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis
manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces, dónde estabas?
Entre qué genes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de
golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
Cayó el libro que
siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando
estatuas.
Poema 11
Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la
charca.
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules,
noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan
lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu
raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles
al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de
incendio,
allá nada puedo decir! Era hecha de todas las
cosas.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de
tormentas
para qué tocarla ahora, para qué
entristecerla.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no está atajando la angustia, la muerte, el
invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.
Poema 12
Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad
bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.
He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto como un viaje.
Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.
Poema 13
He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba
escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.
Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que viví en un puerto desde donde te amaba
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros
inmóviles.
Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un
loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y
frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.
Poema 14
Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las
estrellas del sur?
Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún
no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana
cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces
sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los
hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al
cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no
huyes
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña
por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes
madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de
ciruela.
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a
mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los
ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en
abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar
soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres,
copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Poema 15
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como
distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu
silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como
ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Poema 16
(Paráfrasis a R. Tagore)
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son
como yo los quiero
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
Cómo te sienten mía mis sueños
solitarios!
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás
presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas
como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del
sueño.
Poema 17
Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos
que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
enterrando lámparas.
Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba!
Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías, molinero
taciturno,
se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad.
Tu presencia es ajena, extraña a mí como
una cosa.
Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida antes de nadie, mi áspera vida.
El grito frente al mar, entre las piedras,
corriendo libre, loco, en el vaho del mar.
La furia triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado, violento, estirado hacia el cielo.
Tú, mujer, qué eras allí,
qué raya, qué varilla
de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora.
Incendio en el bosque! Arde en cruces azules.
Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio.
Y mi alma baila herida de virutas de fuego.
Quién llama? Qué silencio poblado de ecos?
Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la
soledad.
hora mía entre todas!
Bocina en que el viento pasa cantando.
Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo.
Sacudida de todas las raíces,
asalto de todas las olas!
Rodaba, alegre, triste, interminable, mi alma.
Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad.
Quién eres tú, quién eres?
Poema 18
Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.
Se descine la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.
O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma esta húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.
Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan
distante.
Mi hastío forcejea con los lentos
crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.
Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.
Poema 19
Niña morena y ágil, el sol que hace
las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con
un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me
acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la
abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin
embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.
Poema 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis
brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin
ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está
conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está
conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis
besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me
causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le
escribo.
La Canción Desesperada
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de
náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los
vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de
niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra.
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y
perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un
vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste
contenerme
en la tierra de
tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y
ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus
tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi
anhelo,
y en el cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te
ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en
corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la
costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis
manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de
todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado.
Revista Electrónica Hispanoamericana de
Psicología. http://www.psicología.com. (Colombia).
Boletín Electrónico Psicología.com.
Paradojas Existenciales, Gabriel Jorge Castellá, Ediciones
San Pablo, Buenos Aires,
1997.
La Concepción de la Conciencia en la
logoterapia de V. Frankl; Norberto A.Espinosa, Ediciones San
Pablo, Buenos Aires,
1994.
Revista
Electrónica Hispanoamericana de
Psicología. http://www.psicología.com. (Colombia).
Boletín Electrónico
Psicología.com.
Autor:
Lic. José Luis Dell’Ordine