Este texto fue
tomado del "Esbozo…" de la Real Academia
Española, que es poseedora los derechos de
autor
- De las letras
mayúsculas - Acento
ortográfico - De los signos de
puntuación - Los verbos en
Español - Conjunción
- Oraciones
adverbiales - Uso incorrecto de DE
QUE - Locuciones
conjuntivas - Las reglas de
acentuación - Uso de la "b" y de
la "v" - Usos del
pronombre personal SE - Apuntes para un
manual de estilo periodístico
a) En lo manuscrito no suelen escribirse con letras
mayúsculas palabras o frases enteras.
b) En las portadas de los libros
impresos, en los títulos de sus divisiones y en las
inscripciones monumentales, lo más común es usar de
solas mayúsculas, todas, generalmente, de igual
tamaño. Los nombres propios, títulos de obras,
dicciones y aun cláusulas que se quiera hacer resaltar,
pueden escribirse con todas sus letras mayúsculas; pero en
cualquier voz en que se haya de emplear letra mayúscula
con una o con diferentes minúsculas, aquella ha de ser la
inicial o primera de la dicción.
c) Se escribirán con letra inicial
mayúscula:
1.° La primera palabra de un escrito y la que vaya
después de punto.
2.° Todo nombre propio; v. gr.: Dios, Jehová,
Jesús, Luzbel, Platón,
Pedro, María, Álvarez, Pantoja, Apolo,
Calíope, Amadís de Gaula; Europa, España,
Castilla, Toledo, Madrid, Carabanchel, La Zarzuela;
Cáucaso, Himalaya, Adriálico, Tajo, Aganipe;
Bucéfalo, Babieca, Rocinante.
3.° Los atributos divinos, como Criador y Redentor;
los títulos y nombres de dignidad, como Sumo
Pontífice, Duque de Osuna, Marqués de Villena; los
nombres y apodos con que se designa a determinadas personas, como
el Gran Capitán, Alfonso el Sabio, García el
Trémulo,y particularmente los dictados generales de
jerarquía o cargo importante cuando equivalgan a nombres
propios. Así, en las respectivas historias de Paulo V,
Felipe III y don Pedro Téllez Girón, v. gr., se
escribirán con mayúscula el Papa, el Rey y el Duque
cuantas veces fueren nombrados en esta forma aquellos personajes;
pero se deberá usar de minúscula, por ejemplo, en
la vulgar sentencia: El papa, el rey y el duque están
sujetos a morir, como lo está el pordiosero.
4.° Los tratamientos, y especialmente si
están en abreviatura, como Sr. D. (señor don), U. o
V. (usted), V. S. (usía), etc. Usted, cuando se escribe
con todas sus letras, no debe llevar mayúscula;
también domina el uso de minúscula con señor
y don en igual caso.
5.° Ciertos nombres colectivos, en casos como estos:
El Reino representó a S. M. contra tales
desórdenes, el Clero lo había hecho
antes.
6.° Los sustantivos y adjetivos que compongan el
nombre de una institución, de un cuerpo o establecimiento:
el Supremo Tribunal de Justicia; el
Museo de Bellas Artes; el Colegio Naval; la Real Academia de la
Historia.
7.° Los nombres y adjetivos que entraren en el
título de cualquier obra: Tratado de Esgrima; Ortografía Castellana; Historia de los
Vándalos, etc. No se observa esta regla cuando el
título es largo; v. gr.: Del rey abajo, ninguno, y
labrador más honrado, García del
Castañar.
8.° En las leyes, decretos y
documentos
oficiales suelen escribirse con mayúscula todas las
palabras que expresan poder
público, dignidad o/u cargo importante, como Rey,
Príncipe, República, Regente, Trono, Corona,
Monarquía, Estado,
Gobierno,
Ministro, Senador, Diputado, Autoridad,
Justicia, Magistrado, Juez, General, Jefe, Gobernador, Alcalde,
Director, Consiliario, Secretario, etc.
9.° Cuando no encabecen párrafo
o escrito, o no formen parte de un título, se recomienda
escribir con minúscula inicial los nombres de los
días de la semana, de los meses, de las estaciones del
año y de las notas musicales.
10.° Se recomienda que cuando se utilicen
mayúsculas, se mantenga la tilde si la acentuación
ortográfica lo exige, a fin de evitar errores de
pronunciación o confusiones en la interpretación de
vocablos. Este mantenimiento
es especialmente necesario en las portadas de libros, nombres
geográficos, listas de nombres propios, etc.
11.° Suele emplearse mayúscula a principio de
cada verso, de donde las letras de esta forma tomaron el nombre
de versales. En la poesía
moderna es frecuente encabezar los versos con
minúscula.
12.° La numeración romana se escribe hoy con
letras mayúsculas, y se emplea para significar el
número, con que se distinguen personas del mismo nombre,
como Pío V, Fernando III, el número de cada siglo,
como el actual, el XX de la era cristiana; también es
frecuente para indicar el número de un tomo, libro, parte,
canto, capítulo, título, ley, clase y
otras divisiones, y el de las páginas en los
prólogos y principios de un
volumen.
13.° Cuando hubiere de escribirse con
mayúscula la letra inicial de voz que empiece con Ch o Ll,
solo se formarán de carácter
mayúscula la C y la L, que son primera parte de estas
letras compuestas o dobles. Escribiremos, pues, Chinchilla y
Chimborazo, Llerena y Llorente y de ninguna manera CHinchilla,
CHimborazo, LLerena, LLorente.
Las palabras se caracterizan en la lengua
española por un solo acento de intensidad, aunque poseen
un elevado índice de frecuencia en el uso), el cual afecta
a una sílaba fija de cada palabra. La escritura
utiliza en determinados casos el signo ortográfico llamado
tilde, que se coloca sobre el núcleo de la cima
silábica y se omite en otros, con arreglo al sistema
siguiente
A. Palabras sin diptongos, triptongos ni
hiatos.
1.° Palabras agudas de dos o más
sílabas. Si terminan en vocal o en una de las consonantes
-s o -n, no agrupadas con otra consonante, se escriben con tilde
sobre la última vocal: bacarrá (escrito
también bacará), parné, jabnalí,
landó, ombú; alacrán, almacén,
alevín, hurón, atún; barrabás,
cortés, parchís, intradós, obús. Si
terminan en consonante que no sea n ni s, no se escribe la tilde:
querub, fondac, pared, rosbif, zigzag, herraj, volupuk,
zascandil, harem (escrito también harén), galop,
saber, cenit, cariz. Si terminan en dos consonantes, aunque la
última sea n o s (o en x, que es una suma de dos fonemas
/ks/, se escriben también sin tilde: Almorox /-ks/,
Mayans, Isern, Isbert
2.° Palabras graves de dos o más
sílabas. La regla ortográfica es aquí
inversa a la desarrollada en el sub-apartado anterior. Si la
palabra termina en vocal o en una de las consonantes -n o -s, no
se escribe tilde sobre la vocal de la penúltima
sílaba: cota, deporte, casi, cobalto, chistu;
Esteban, polen, mitin, canon, Oyarzun; contabas, martes, iris,
cosmos, humus. Si termina en otra consonante se escribe la tilde:
césped, álif, móvil, álbum,
prócer, superávit, alférez. Si termina en
dos consonantes, aunque la segunda sea s, se escribe la tilde:
bíceps, fénix /ks/.
3.° Palabras esdrújulas. Se escribe siempre
la tilde sobre la vocal de la antepenúltima sílaba:
ménsula, cómitre, tílburi, árbitro,
ímpetu; alhóndiga, mozárabe,
intríngulis; matemáticas, efemérides,
esperpéntico, etc.
B. Palabras con diptongos o triptongos en los que
entran una vocal de la serie /a, e, o/ y una (o dos, si se trata
de triptongos) de la serie /i, u/.
La presencia de diptongos o triptongos no altera, en
general, la regulación anterior. Cuando la sílaba
prosódicamente acentuada debe llevar tilde en los
diptongos o triptongos, se coloca sobre la vocal de la primera
serie. En los ejemplos que siguen se imprime en versalitas el
diptongo o triptongo prosódicamente acentuado (escrito con
tilde o sin ella) y el inacentuado.
1.° Palabras agudas de dos o más
sílabas.
a) con tilde (regla A1.° anterior): agravIÉ
(como agravé), salIÓ (como saló del verbo
salar), racIÓn (como razón), estÁIs
(estás), estÉIs (estés).
b) Sin tilde (regla A1.° anterior): remedIAd (como
remedad), serIEdad (como heredad), casUAl (casal), cUArtel
(cartel), hidromIEl (también hidromel), ujIEr, escrito
también hujier (como mujer), ajUAr
(ajar), secUAz (sagaz).
2.° Palabras graves de dos o más
sílabas.
a) sin tilde (regla A2.° anterior): cIElo (como
celo), mIEra (mera), sUEña (seña), cUAsi (casi),
cUOta (cota), hacIA (haza), legUA (lega), ardUO (ardo), albAIda
(albada), donAIre (como donare, de donar), cAUsa (casa),
.defIEnden (ofenden), parIAs (paras, de parar).
b) Con tilde (regla A2.° anterior). hUÉsped
(como césped), acUÁtil (datil), réquIEm
(tótem), albÉItar (néctar), DIÉguez
(Pérez).<
3.° Palabras esdrújulas. Llevan siempre tilde
(regla A3.°): carIÁtide, cIÉnaga,
mirIÓpodo, gUÁramo, cUÁdruple,
mUÈrdago, cÁUstico, enfitÉUtico,
etc.
4.° Excepciones. Las palabras agudas que terminan en
uno de los diptongos /ái/, /éi/, /ói/, o en
triptongos de esta misma terminación, se apartan de la
regla B1.° a y no llevan tilde en la sílaba final, que
se escribe -ay, -uay, -ey, -iey, -oy: guirigay, ayayay, Paraguay, carey,
maguey, curiey, Araduey, Alcoy, rentoy. Emplean la tilde, pero
escribe -i en vez de -y, las voces paipái, samurái
y acaso alguna más. Deben asimilarse a las formas
hispánicas con -y (no lo son las formas con -i) los
nombres agudos, generalmente patronímicos de origen
catalán, terminados en los diptongos —decrecientes
como los anteriores— /áu/, /éu/, /óu/,
voces que los catalanes o los descendientes de ellos, dentro y
fuera de Cataluña, emplean sin tilde: Monlau, Abreu,
Palou.
C. Palabras con hiato en el que entran una vocal de
la serie /a, e, o/ y otra de la serie /i, u/.
1.° La regulación ortográfica del
hiato obedece a principios diferentes de los examinados hasta
aquí. Es cierto que una letra vocálica marcada con
tilde va unida, como siempre, a la condición
prosódicamente acentuada del fonema vocálico que
representa. Pero la tilde marca,
además, una frontera silábica entre vocales que el
lector, privado de ese indicio, podría interpretar como
vocales agrupadas silábicamente en diptongo. De
aquí la distinción, y algunas veces
oposición, entre vario /bá.rio/ y varío
/ba.rí.o/. Las reglas ortográficas del hiato no
son, a pesar de todo, tan completas como lo son las que ayudan a
distinguir unas de otras las voces agudas, graves y
esdrújulas, cuando estas voces están privadas de
diptongos y de hiatos, como ocurre con las del apartado A, que,
por eso, hemos colocado sistemáticamente en cabeza del
§ 1.8.3. El hiato lo señalamos con tilde, por
ejemplo, en ra-í-da, pero no en ri-a-da. Se
señalan, por lo tanto, las vocales de la serie /i, u/,
pero no las de la serie /a, e, o/38.
2.° En palabras agudas, la /i/ y la /u/ de los
hiatos, decrecientes en este caso, llevan siempre tilde sin las
distinciones que establecen las reglas del sub-apartado A1.°.
Escribimos, por consiguiente, -í, -ú, no solo en
las voces que según dicha regulación deben llevar
tilde, como ca-í, le-í, mo-hín,
sa-ín, a-ún, pa-ís, sonre-ís,
pro-ís; sino también en las que no llevarían
tilde según las reglas de A1.°, como son:
ca-íd, ra-íl (se escribe también como
monosílabo rail), ba-úl, Alta-ír,
emba-ír, fre-ír, re-ír, fefa-út,
ca-híz, ma-íz.
3.° En las palabras llanas escribimos también
siempre í, ú, tanto en el reducido número de
voces que, por terminar en consonante, diferente de n o s (con
hiato creciente o decreciente), coinciden con las reglas del
sub-apartado A2.°: crú-or, flú-or,
Dí-az, Dí-ez, La-ínez, como en las que, por
terminar en vocal, n o s, se apartan de dichas reglas. Con hiato
creciente: pedí-a, pedí-an, pedí-as,
tí-a; lí-en, lí-es; poderí-o,
brí-o; actú-a, actú-an, grú-a,
gradú-e, gradú-en, gradú-es; lú-e,
insinú-o, bú-ho. Con hiato decreciente:
a-ína, a-híto, va-hído, le-ído,
re-híce, o-ído, pro-híbido, o-íslo,
Co-ímbra; bara-húnda, za-húrda,
re-úno, re-húso, transe-únte. Con hiato
decreciente-creciente: ca-í-a, ca-í-an,
ca-í-as, ba-hí-a; re-í-a, re-í-an,
re-í-as; o-í-a, o-í-an, o-i-as;
boi-hí-a. No quedan exceptuadas del empleo de la
tilde sobre i o u, como lo estaban antes de la entrada en vigor
de las Nuevas normas de
Prosodia y Ortografía (1959), las palabras con hiato en
las que, entre i o u prosódicamente acentuadas y la vocal
más abierta inacentuada, se interpone en la escritura la
letra h, como muestran los ejemplos pertinentes
anteriores.
4.° En las palabras esdrújulas la i de la
antepenúltima sílaba, en hiato decreciente o
creciente, se escribe siempre con tilde, de acuerdo en todos los
casos con la regla general del sub-apartado A3.°:
ve-hículo, de-ípara, ole-ífero;
prí-amo, endí-adis, mirí-ada,
cardí-aco, perí-odo (para el duplicado en alguna de
estas voces con diptongo: pe-rio-do, véase el §
1.4.7c).
D. Palabras con diptongo o hiato en los que entran
solamente vocales de la serie [a, e, o].
1.° A diferencia de /i/ y de /u/
prosódicamente acentuadas, que llevan siempre tilde cuando
forman hiato con otra vocal más abierta, como acabamos de
ver, la /e/ y la /o/ prosódicamente acentuadas no llevan
siempre tilde cuando forman hiato con vocal más abierta
/a/. La regulación ortográfica se atiene, en estos
casos, a los principios generales establecidos en los
sub-apartados A y B. Carecen, pues, de tilde voces como ca-ed,
Isma-el, tra-er, ra-hez, a-eda; le-a, le-an, le-as, mare-a;
Ara-oz, ta-hona, ta-honas; lo-a, lo-an, lo-as, Bidaso-a. Llevan
tilde Ja-én, tra-éis, Ma-ón. Estas mismas
normas generales se aplican cuando es /a/ la vocal
prosódicamente acentuada en el hiato, como en deca-e,
deca-en, deca-es; cre-ad, le-al, saque-ar; re-acto, cre-ado,
pero: arrá-ez, de-án, cre-áis, y cuando
entran solo en el hiato las dos vocales /e/, /o/: le-ona,
empe-ora, co-hete, ro-ed, ro-er, so-ez, pero pele-ón,
lo-éis, etc.
2.° Si cualquiera de las tres vocales se halla en la
antepenúltima sílaba, formando hiato decreciente o
creciente con cualquiera de las otras dos, se aplican las reglas
de A sobre la acentuación ortográfica de los
esdrújulos, lo mismo que en C4.°: car-a-ota
‘alubia’ (Venezuela),
océ-ano (escrito también oce-ano como palabra
llana), meté-oro (escrito también (mete-oro como
voz llana), lauré-ola, tro´-ade; fre-ático,
co-águlo (articulado también sin hiato
coá-gulo) ga-élico, po-ético,
ge-ómetra, etc.
3.° A primera vista cabría preguntarse si una
palabra como área podría haber sido tratada
ortográficamente lo mismo que aria, y óleo lo mismo
que olio, es decir, como palabras llanas escritas sin tilde:
a-rea, o-leo. Pero área podría leerse entonces
/a.ré.a/, como marea /ma.ré.a/, al paso que aria
necesitaría una tilde sobre la i para adoptar ese esquema
prosódico. Por otra parte, -ia es siempre diptongo
inacentuado cuando aparece detrás de la sílaba
prosódicamente acentuada de la palabra a que pertenece:
/á.ria/ (§ 1.4.9a), mientras que -ea, en esa misma
posición, también sin acento prosódico,
puede funcionar como diptongo (la más veces lo es), pero
también como hiato. La regulación
ortográfica ha tenido en cuenta la diferente
condición fonológica de las dos series de vocales
/i/, /u/ y /a/, /e/, /o/ (§ 1.4.14b) y considera que los
grupos -ea,
-eo y otros semejantes constituyen hiato y cada una de sus
vocales se halla separada silábicamente de la contigua,
con lo que han venido a ser ortográficamente, aunque casi
nunca prosódicamente, voces esdrújulas.
4.° En este caso están algún
sustantivo en -ae, como Dá-nae, en -ao, como cálao
(ave trepadora filipina), Dá-nao; algunos sustantivos en
-eo, -ea, como crá-neo, hó-rreo, brác-tea,
lí-nea; varios adjetivos en -eo, -ea: espontáneo,
-ea, deleté-reo -ea, ó-seo -ea, ní-veo -ea;
algunos sustantivos en -oe: á-loe (escrito también
a-lo e con acentuación griega) hé-roe, á-zoe
37.
5.° Nombres de varia procedencia terminados en -ao,
con acento prosódico en la /a/, vacilan entre la
articulación /áo/ con diptongo, que es la
más frecuente, y la articulación /á.o/ con
hiato: bacalao, Bilbao, Callao, cacao, Menelao, parao
‘embarcación filipina’, sarao, etc., y con
ellos la reducción -ao de los participios en -ado, que no
es siempre exclusivamente vulgar. Si hubiéramos de tratar
-ao como hiato, la falta de la tilde estaría dentro de las
reglas ortográficas generales de las palabras llanas
terminadas en vocal. Si se trata como diptongo debería
llevar tilde la a como las voces agudas que terminan en vocal o
en diptongo prosódicamente acentuados: llamará,
paipái, samurái. El hecho es que el uso tradicional
en la lengua escrita omite con regularidad la tilde, con lo que
se establece un paralelo entre estas formas y las voces agudas
que terminan en -ay, -ey, -oy y las que terminan en -au, -eu, -ou
(v. § 1.8.3B, 4.°).
E. Palabras con diptongo o hiato en los que entran
solamente vocales de la serie /i,u/.
1.° Los grupos /u i/, /i u/ (§ 1.4.11), tanto
si forman diptongo como si forman hiato, reciben el mismo
tratamiento ortográfico que los del apartado D anterior.
Solo se emplea la tilde cuando lo exigen las reglas generales
enunciadas en A y B. Escribimos huid, huir; buitre, cauista,
circuito, cuido, fluido 38, fortuito, fuimos,
fuisteis, huimos, jesuita, juicio, pruina, ruido, ruina,
pero con tilde: benjuí, cambuí, mordihuí,
huí, huís, huías; casuística,
huíamos.
2.° Algunos sustantivos, sobre todo
topónimos, se diferencian de las palabras que acabamos de
ver por el hecho de que el acento prosódico no afecta a la
/i/, sino a la /u/ del grupo /u i/,
que vacila en su articulación entre hiato /ú.i/, lo
más probable en los topónimos, y diptongo
/úi/. Vacilación entre hiato y diptongo de la que
participan algunas de las voces anteriores, pero con acento
prosódico en la /i/ generalmente. Las voces que vamos a
examinar ahora se diferencian además de aquellas otras por
situarse siempre el grupo /u i/ en fin de palabra y escribirse
-uy. No suele escribirse hoy la tilde sobre la u, que se empleaba
acaso para señalar el hiato, quizá para
señalar la condición de palabra aguda terminada en
vocal. Pero la omisión de la tilde en estas voces que es
ahora regla ortográfica 39, las equipara a las
terminadas en -ay, -ey, -oy de las que hemos tratado en el §
1.8.1A, 3.°: cocuy (también cucuy y cocuyo
‘especie de luciérnaga’; voz americana);
Ardanuy, Beranuy, Bernuy, Espeluy, Montanuy, Serraduy,
etc.
3.° Una serie de onomásticos y
patronímicos, de origen catalán, algunos muy
extendidos en Castilla 40, terminan en -iu o -ius )con
acento prosódico en la vocal i), grafía que
representa, según lo más probable una
articulación con hiato /i, u/: Arderius, Codorniu, Felu,
Montoliu, Riu, Rius, Viu. Deben escribirse sin tilde, por las
mismas razones que han sido expuestas a propósito de los
nombres Monlau, Masdeu, Masnou (§ 1.8.3B,
4.°).
F. Palabras monosilábicas.
1.° Los monosílabos dotados do acento de
intensidad (para los monosílabos inacentuados,
véase el § 1.5.4), con algunas excepciones que
veremos después, se escriben sin tilde: ¡ah!, ya,
pian (en la locución pian, piano), vais, guay; fe, pie,
cien, diez, ley, buey, fue; ti, muy, ruin 41, Luis;
¡o! interjección (escrita hoy normalmente oh), no,
yo, boj, dos, dio, vio, Dios, voy; ¡uf!, cruz,
mus.
2.° Algunas voces presentan dificultades en su
delimitación silábica. Esto ocurre con caos (lat.
cha.os, del griego Khá-os), pero la articulación
/cá.os/ no afectaría a la acentuación
ortográfica (v. sub-apartado D) 42. Lo mismo
ocurre con vaho. La cuestión es más
problemática cuando se trata de nombres propios de
persona.
Dí-ez, Sá-iz, Sá-inz se acomodan, en estas
grafías, a las reglas generales de las palabras llanas.
Pero junto al bisílabo Dí-ez existe el
monosílabo Diez, que es el mismo apellido que
Dí-ez, pero con dislocación del acento
prosódico, y lo mismo es seguramente posible con Saiz,
Sainz y otros nombres propios de estructura
análoga.
3.° Determinados monosílabos,
prosódicamente acentuados, los escribimos con tilde para
diferenciarlos de homófonos suyos, también
prosódicamente acentuados, que pertenecen a otra
categoría o subcategoría gramatical. Así,
los demostrativos sustantivos éste, ése,
aquél, y sus femeninos y plurales, suelen escribirse con
tilde, frente a los demostrativos adjetivos este (libro), esa
(mujer), etc. Las formas neutras de estos pronombres, que tienen
exclusivamente categoría de pronombres sustantivos, se
escriben siempre sin tilde. Igualmente se suele escribir con
tilde el adverbio sólo (= solamente), frente al adjetivo
solo 43. En los casos restantes de dos acentuaciones,
la diferencia se establece entre dos voces homófonas
prosódicamente acentuada la una e inacentuada la otra.
Así los interrogativos cómo, cuál(es),
cuán, cuándo, cuánto y cuyo (con sus
femeninos e plurales), donde, que, quien(es). Además,
dé de dar y de preposición; mí, tú
pronombres personales y mi(s), tu(s) pronombres posesivos;
sé de saber y ser, frente al pronombre personal se
reflexivo y no reflexivo; si pronombre reflexivo y adverbio de
afirmación, frente a si conjunción, té
sustantivo apelativo y te pronombre personal
G. Palabras compuestas.
1.° Los compuestos (exceptuados los que veremos
después), cualquiera que sea el número y la
naturaleza
prosódica originaria de sus componentes, acentuada o
inacentuada, solo poseen un acento prosódico que afecta al
último de sus componentes. El compuesto puede ser agudo,
llano o esdrújulo y el uso de la tilde se ajusta a las
reglas generales del acento ortográfico (sub-apartados
A-E). Pero el último componente lleva a veces una tilde
que no es originariamente suya, sino que se explica por la
índole prosódica del compuesto: aguapié
(pie, fuera del compuesto), altavoz (voz, fuera del compuesto),
amormío (mío), ganapán (pan),
guardahúmo (humo), hazmerreír (reír),
maestresala (sala), pisaúva (uva), pleamar (mar),
Piedrahíta (Hita), portaguión (guión),
protohistórico (histórico), salvavidas (vidas),
sinfin (fin), sobrehílo (hilo), también (bien),
trasdós (dos).
2.° Si el acento de intensidad afecta al
penúltimo componente, se omite siempre la tilde que le
correspondería de haberse empleado fuera del compuesto:
asimismo (así), penseque (pensé), Piamadre
(pía), Riofrío (río), tiovivo
(tío).
3.° Los compuestos españoles formados sobre
modelos
griegos y latinos o introducidos directamente como voces cultas,
poseen frecuentemente el acento de intensidad en el primer
componente (§ 1.5.5b, 3.° y). La tilde recae entonces
sobre la sílaba prosódicamente acentuada del primer
componente y la palabra, en estos casos, es siempre
esdrújula: írrito, decálogo (v. §
1.5.5b, 2.°).
4.° En los compuestos de dos o más adjetivos
que se separan unos de otros con guión (§ 1.8.8i), la
escritura mantiene la tilde en cada uno de sus componentes cuando
la llevan fuera del compuesto (Nuevas normas de Prosodia y
Ortografía, regla 9.a), pero la presencia de la
tilde no es indicio siempre de que en la pronunciación se
haga resaltar el acento prosódico. Hay, por lo menos,
vacilación, si se exceptúa el último
componente, que conserva en todos los casos su prosodia normal:
cántabro-astur,
histórico-crítico-bibliográfico.
5.° Para el empleo de la tilde en los adverbios en
-mente, véanse los §§ 1.;5.6 y 2,4.10. Para los
compuestos con numerales, véanse los §§ 2.9.3e y
2.9.5c.
H. El acento ortográfico de las formas
verbales con pronombres personales
enclíticos
1.° Estas formaciones poseen un solo acento
prosódico: el del verbo (los enclíticos son
palabras inacentuadas). Hay que distinguir dos cuestiones. Por
una parte, la presencia o la falta de tilde en el verbo dentro de
la formación con enclíticos, comparada con la
acentuación ortográfica del verbo cuando se emplea
sin enclítico. Por otra parte, la configuración
ortográfica acentual del grupo con enclíticos, en
relación con las normas generales de la acentuación
ortográfica 45. Por lo que se refiere a la
primera cuestión, el verbo conserva en muchos casos su
acento ortográfico originario, de una manera constante en
las formaciones del núm. 2.° siguiente. Por lo que se
refiere a la segunda cuestión, el acento
ortográfico de las formaciones con enclíticos
está siempre de acuerdo con las reglas generales cuando
dicha formación es esdrújula, pero deja de estarlo
en algunos casos en que la formación resulta con
acentuación llana (los tres últimos ejemplos del
núm. 2.° siguiente) y cuando la formación es
sobresdrújula (algunos ejemplos del núm.
4.°).
2.° Las formas verbales monosilábicas y las
formas agudas, seguidas de un solo enclítico, se atienen
en el uso ortográfico de la tilde al mismo régimen
que cuando se emplean solas: da-le, fui-me, decid-me,
reír-se, oír-lo, dé-le (del verbo dar),
salí-me, partió-se (los verbos con el mismo acento
ortográfico que cuando se emplean solos: da, fui, decid,
reír, etc.; pero la formación se atiene a las
reglas generales del uso ortográfico solamente en los
cinco primeros ejemplos: dale como sale, de estructura
silábica análoga; fuime como fuiste, etc.; en los
tres últimos ejemplos, se aparta de las reglas generales:
déle diferente acentuación que la palabra ele
— nombre de la letra l —, de estructura
silábica análoga; salíme diferente de
sublime, etc.)
3.° Si una forma verbal monosilábica o aguda
se agrupa con dos enclíticos, la vocal
prosódicamente acentuada del verbo se escribe siempre con
tilde, aunque no lo requiera cuando se emplea sola:
dá-se-lo, dí-me-lo, decíd-nos-lo,
pedír-me-la (en contraste con da, di, decid, pedir);
partió-se-le, oír-se-lo (de acuerdo con
partió, oír). Todas las formaciones se convierten
en "supuestas" palabras esdrújulas.
4.° Si una forma verbal llana o esdrújula 46
se agrupa con uno o más enclíticos (v. la nota 9
del Cáp. 1.5), la vocal prosódicamente acentuada
del verbo lleva siempre tilde, lo exija o no cuando se emplea sin
enclíticos: hablála-se, mirándo-os,
quisiéra-lo, viéra-nos, dába-se-le,
hablándo-se-lo, permíta-se-me;
dijéra-se-me-lo (en contraste con hablaba, mirando,
quisiera, viera; daba, hablando, permita; dijera). Pero
decía-me, oía-lo, veía-la;
decía-me-lo (de acuerdo con las formas verbales empleadas
solas: decía, oía, veía). Todas las
formaciones son aquí esdrújulas o
sobresdrújulas.
5.° Cuando alguna de estas formaciones se
sustantiva, se emplea tilde si la voz resultante es
esdrújula, aunque el verbo no la lleve fuera del
compuesto: pésame, pésete. Inversamente, deja de
emplearse tilde si el sustantivo tiene acentuación llana,
aunque la lleve la forma verbal cuando se emplea fuera del
compuesto: acabose, cargareme, detente.
6.° Aparecen sometidos a un régimen
ortográfico especial los imperativos plurales de los
verbos reflexivos, o en construcción reflexiva, tras de la
pérdida de la desinencia -d47. Formas como marcha-os,
detene-os han de emplearse sin tilde, a pesar de que la forma
verbal es aguda 48 y de que se agrupa con un solo
enclítico. Pero estos imperativos se igualan así
ortográficamente a los nombres terminados en /éo/,
/áo/ de que hemos tratados en el
§ 1.8.3D, 5.°. Como ellos, y por las razones que se
exponen allí vacilan entre diptongo e hiato, pero un
recuento casi exhaustivo, realizado en los setenta primeros tomos
de la Biblioteca de
Autores Españoles, da un 80 por 100 de ocurrencias a favor
del diptongo (v. nota 37 de este capítulo). Los verbos en
-ir llevan tilde: partíos, a causa del hiato.
De los signos de
puntuación
a) Hay necesidad de signos de puntuación en la
escritura, porque sin ellos podría resultar dudoso y
oscuro el significado de las cláusulas. Los que se usan en
castellano son
estos: coma (,), punto y coma (;), dos puntos (:), punto final
(.), puntos suspensivos (…), principio de interrogación
(¿), fin de interrogación (?), principio de
admiración (¡), fin de admiración (!),
paréntesis ( ), diéresis o crema ( ¨ ),
comillas (« »; "), guión (-), raya (—),
dos rayas (= ). La coma, los puntos y paréntesis indican
las pausas más o menos cortas que en la lectura
sirven para dar a conocer el sentido de las frases; la
interrogación y la admiración denotan lo que
expresan sus nombres, y la segunda, además, queja,
énfasis o encarecimiento; la diéresis sirve en unos
casos para indicar que la u tiene sonido (§
1.8.1A, 2.°) y en otros se puede emplear para deshacer un
diptongo; las comillas señalan las citas, o dan
significado especial a las palabras que comprenden; el
guión es signo de palabra incompleta; la raya lo es de
diálogo, o
de separación de palabras, cláusulas o
párrafos; las dos rayas solo se usan ya en las copias para
denotar los párrafos que en el original van
aparte.
b) De la coma. 1.° El nombre en vocativo
llevará una coma detrás de sí cuando
estuviere al principio de lo que se diga, y en otros casos la
llevará antes y después; p. Ej.: ¡Cielos,
valedme!; Julián, óyeme; Repito, Julián, que
oigas lo que te digo.
2.° Siempre que en lo escrito se empleen dos o
más partes de la oración consecutivas y de una
misma clase, se separarán con una coma para que al leerlas
haya de hacerse una leve pausa que separe su sentido, a
excepción de los casos en que mediare alguna de las
conjunciones y, ni, o; como Juan, Pedro y Antonio; sabio,
prudente y cortés; vine, vi y vencí; NI el joven NI
el viejo; bueno, malo o mediano.
3.° Divídanse con ella los varios miembros de
una cláusula independientes entre sí, vayan o no
precedidos de conjunción: Todos mataban, todos se
compadecían, ninguno sabía detenerse; Al apuntar el
alba cantan las aves, y el
campo se alegra, y el ambiente cobra
movimiento y
frescura.
4.° Cuando una oración se interrumpe, ya para
citar o indicar el sujeto o la obra de donde se ha tomado, ya
porque se inserta como de paso otra que aclara o amplía lo
que se está diciendo, tales palabras, que suspenden
momentáneamente el relato principal, se encierran entre
dos comas; v. gr.: La verdad, escribe un político, se ha
de sustentar con razones y autoridades; Los vientos del sur, que
en aquellas abrasadas regiones son muy frecuentes, ponen en grave
conflicto a
los viajeros.
5.° Por igual motivo suelen ir precedidas y seguidas
de coma las expresiones esto es, es decir, en fin, por
último, por consiguiente, sin embargo, no obstante y otras
parecidas: La enfermedad parece grave, es decir, más grave
de lo que esperábamos: Tales incidentes, sin embargo, no
se repitieron por entonces.
6.° Cuando se invierte el orden regular de las
oraciones de la cláusula, adelantando lo que había
de ir después, debe poner-se una coma al fin de la parte
que se anticipa; v. gr.: Donde interviene conocerse las personas,
tengo para mí, aunque simple y pecador, que no hay
encantamento alguno. Como el orden regular de este ejemplo de
Cervantes, Quijote, I, 37, seria: No hay encantamento alguno
donde interviene conocerse las personas, importa para la claridad
que se haga una breve pausa en personas, la cual se indica con la
coma. Pero es de advertir que en las transposiciones cortas y muy
perceptibles no se ha de poner esta señal.
c) Del punto y coma. 1.° Cuando los miembros de un
período constan de más de una oración, por
lo cual o por otra causa llevan ya alguna coma, se
separarán con punto y coma unos 6 otros; por ejemplo:
Vinieron los aquilones de noviembre, glaciales y recios;
arrebataron sus hojas a los árboles, llevándolas, ya rodando por
la tierra, ya
volando entre nubes de grueso polvo. Se guareció el
rabadán en su cabaña, y el labrador en su
alquería; la nieve, descendiendo espesa sobre el monte y
el valle, borró los matices del suelo, toda la
variedad riquísima de la Naturaleza.
2.° En todo período de alguna
extensión se pondrá punto y coma antes de las
conjunciones adversativas mas, pero, aunque, etc.; verbigracia:
Salieron los soldados a media noche y anduvieron nueve horas sin
descansar; pero el fatal estado de los caminos malogró
la empresa.
Cuando la cláusula sea corta, bastará una simple
coma antes de la conjunción; como en Vendrá, pero
tarde; Lo hizo, aunque de mala gana.
3.° Siempre que a una oración sigue,
precedida de conjunción, otra oración que, en orden
a la idea que expresa, no tiene perfecto enlace con la anterior,
hay que poner al fin de la primera punto y coma, según lo
aclarará el ejemplo siguiente: Pero nada bastó para
desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por
el camino que abrió la artillería; y se
observó que uno solo, de tantos como fueron deshechos en
este adoratorio, se rindió a la merced de los
españoles (Solís, Historia de Nueva España,
III, 7). Si después de la palabra artillería solo
se pusiese coma, la oración y se observó, etc.,
vendría regida de la preposición hasta y
cambiaría el sentido.
d) De los dos puntos. 1.° Cuando se sienta una
proposición general y en seguida se comprueba y explica
con otras oraciones, se la separa de estas por medio de los dos
puntos; como, por ejemplo: No aflige a los mortales vicio
más pernicioso que el juego: por
él gentes muy acomodadas han venido a parar en la mayor
miseria, y aun en el patíbulo; por él,
además del caudal, pierde el hombre la
vergüenza y hasta la estimación de sí
propio.
2.° Cuando a una o varias oraciones sigue otra que
es consecuencia o resumen de lo que antecede, esta se ha de
separar con dos puntos, como en el ejemplo que sigue: Aquel que
por sus riquezas y esplendor fue tan aplaudido como envidiado
cuando entraba triunfante por las puertas de Constantinopla, y
cuyo nombre era respetado y temido desde la capital del
Imperio hasta el confín de los arenales de la
Líbia, murió ciego, pobre, olvidado y mendigando su
alimento de puerta en puerta:¡raro y espantoso ejemplo de
las vicisitudes de la fortuna!
3.° En los decretos y sentencias, bandos y edictos
se ponen dos puntos al final de cada motivo o fundamento de la
resolución, aunque estos van en párrafos distintos
y principian con letra mayúscula. En certificaciones y
memoriales también se ponen dos puntos antes de ciertos
párrafos con letra inicial mayúscula.
4.° Citando palabras textuales, se han de poner dos
puntos antes del primer vocablo de la cita, el cual suele
principiar con mayúscula; v. gr.: Cicerón en sus
Oficios dice a este propósito lo siguiente: No hay cosa
que tanto degrade al hombre como la
envidia.
5.° También se emplean los dos puntos
después del Muy señor mío y otras
expresiones semejantes con que se suele dar principio a las
cartas; v.
gr.: Muy señor mío: Sírvase usted tomar a su
cargo, etc.; Amigo mío: En contestación a la
estimada de usted, etc.
e) Después de los dos puntos se escribe
indistintamente con letra mayúscula o minúscula el
vocablo que sigue.
f) Del punto. 1.° Se pone punto cuando el
período forma sentido completo, en términos de
poderse pasar a otro nuevo sin quedar pendiente la
comprensión de aquel. Es la mayor pausa sintáctica
que la ortografía señala. En la lectura, la
duración de la pausa indicada por el punto puede variar
más o menos, según el sentido y la
interpretación del lector; pero en todo caso, es mayor que
la que señalan la coma y el punto y coma.
En la escritura, se le llama punto y seguido (o punto
seguido), cuando el texto continúa inmediatamente
después del punto en el mismo renglón, o en el
siguiente sin blanco inicial; y punto y aparte (o punto aparte),
cuando termina párrafo, y el texto continúa en otro
renglón más entrado o más saliente que los
demás de la plana. Por último, punto final es el
que acaba un escrito o una división importante del texto
(parte, capítulo, etc.).
2.° Resta advertir que en toda clase de escritos
suelen hacerse después del punto final ciertas
separaciones o divisiones llamadas párrafos, cada una de
las cuales ha de empezar en renglón distinto de aquel en
que acabe el anterior, y más adentro que las otras
líneas de la plana. Deben principalmente usarse tales
divisiones cuando se va a pasar a diverso asunto, o bien a
considerar el mismo desde otro aspecto.
g) De los puntos suspensivos. 1.° Cuando conviene al
escritor dejar la oración incompleta y el sentido
suspenso, lo denota con los puntos suspensivos; v. gr.: Él
concitó la plebe contra los patricios; él
acaudilló y juramentó a los mozos más
corrompidos y perversos de la República para subvertirla
con su auxilio; él sobornó con oro y con
promesas… Pero ¿a qué repetir lo que a todos es
notorio?
2.° Si en una cláusula de completo sentido
gramatical se necesita pararse un poco, expresando temor o duda,
o para sorprender al lector con lo inesperado de la salida, se
indicará la pausa con puntos suspensivos; v. gr.:
¿Le diré que ha muerto su padre?… No tengo
valor para
tanto; Se citó a junta, distribuyéronse centenares
de esquelas, y llegamos a reunirnos… cuatro
personas.
3.° También se usan dichos puntos cuando se
copia algún texto o autoridad los cuales no hace al caso
insertar íntegros, indicando así lo que se
omite.
h) De la interrogación y la admiración.
1.° Los signos de interrogación y de admiración
se ponen al principio y al fin de la oración que deba
llevarlos: ¿Dónde estás?; ¿A
qué vienes?; ¿Te veré mañana?;
¡Qué asombro!; ¡Ay de mí!
2.° Si las oraciones con interrogación o
admiración son varias, breves y seguidas, no hay necesidad
de que, exceptuada la primera, empiecen con mayúscula:
¿Dónde has estado?, ¿qué has hecho en
tantos días?, ¿como no te pusiste en camino,
así que recibiste mi carta?;
¡Cuánto engaño!, ¡cuánta
perfidia!, ¡qué impudencia!
3.° Cuando lo escrito después de la
interrogación o la admiración fuere complemento de
la pregunta o de la frase admirativa, no comenzará con
letra mayúscula: ¿Digo yo que no tengas
razón?, contestó Blas a Diego; ¡A las
armas!,
gritaron todos.
4.° El signo de principio de interrogación o
admiración se ha de colocar donde empieza la pregunta o el
sentido admirativo, aunque allí no comience el
período; v. gr.: Privado del racional discurso,
¿que es el hombre sino una criatura desvalida, inferior a
los brutos? Y si la caprichosa fortuna lo encumbra en alto
puesto, ¡cuántas lágrimas y ruina y sangre le
cercarán en torno!
5.° El signo de principio de interrogación o
admiración refleja el movimiento de la entonación
en las frases de este tipo, da claridad a la escritura, y no debe
suprimirse por imitar, con mal acuerdo, la ortografía de
lenguas extranjeras, que solo usa el signo final.
6.° Hay cláusulas que son al par
interrogativas y admirativas, y en ellas podrá ponerse
nota de admiración al principio y de interrogación
al fin, o viceversa: ¡Que esté negado al hombre
saber cuándo será la hora de su muerte?
¿Qué persecución es esta, Dios
mío!
i) Del paréntesis. 1.° Cuando se interrumpe
el sentido y giro del discurso con una oración aclaratoria
o incidental y esta es larga o tiene conexión escasa con
lo anterior, se encierra dentro de un paréntesis, como en
el siguiente ejemplo: Acostados todos en un género de
lechos que rodeaban la mesa (pues los romanos comían
tendidos y soslayado el cuerpo sobre el codo izquierdo),
empezó a echarles en cara la tibieza de su fe,
etc.
2.° En este ejemplo se ha puesto como después
del paréntesis porque allí finaliza el miembro del
periodo con que va unida la oración comprendida en el
paréntesis; y al fin de él o dentro se ha de usar,
además, la puntuación que la cláusula
necesitare. Cuando el paréntesis termine la
cláusula de que depende, el punto final irá
fuera.
3.° En las obras dramáticas suele encerrarse
entre paréntesis lo que los interlocutores dicen aparte.
Para que tales paréntesis no se confundan con otros
convendría valerse de los rectangulares, en esta forma [
], que algunos impresores usaban en el siglo pasado. El punto
final de los apartes va colocado dentro del
paréntesis.
4.° Empléese también el
paréntesis curvo para encerrar en él noticias o
datos
aclaratorios, explicaciones de abreviaturas, etc.; y el
rectangular, para indicar en la copia de códices o
inscripciones lo que falta en el original y se suple
conjeturalmente. Ejemplos: El hijo del rayo de guerra, Carlos
V (D. Juan De Austria); Perdió Boabdil a Granada en la
hégira 897 (1492); Imp (eratori) Caes (ari) [Nervae]
Traiano [Aug(usto)] p(ontifici) m(aximo). etc.
1.8.6 De la diéresis o crema. — El uso de
la diéresis solo es preceptivo para indicar que ha de
pronunciarse la u en las combinaciones gue, gui: pingüe,
pingüino, argüir /ar.gu.ír/. Véase el
§ 1.8.1A, 2.°. Queda a salvo el uso discrecional cuando,
por licencia poética o con otro propósito, interese
una pronunciación determinada 50.
1.8.7 De las comillas. — a) Para distinguir las
palabras sobre las cuales quiere el que escribe llamar
particularmente la atención del lector, se subrayan en lo
manuscrito; y en lo impreso se ponen de letra cursiva, y a veces
con versales u otras que resalten por su figura o su
tamaño. Se practica lo mismo con las voces o citas en
idioma extranjero, con el texto literal de citas en castellano,
con los títulos de libros y con las dicciones y
cláusulas que en las obras de enseñanza y otras se ponen por ejemplo. Mas
cuando las cláusulas de este género tienen alguna
extensión o llenan varias líneas, se les suelen
poner comillas inversas al principio de cada uno de los renglones
que ocupan; v. gr.: Dice un escritor célebre: «El
hombre tiene aptitud, por su naturaleza, para habitar en todos
los países del mundo: en los arenales del desierto, en los
montes más encumbrados, en los climas polares puede vivir
y propagarse. No así los animales, que,
sujetos a más estrechos límites,
perecen fuera de ellos o arrastran vida penosa.»
b) Las comillas simples (‘ ’ o , ’) se
usan al principio y ao final de una palabra o frase incluidas
como cita o puestas de relieve dentro
de un texto entrecomillado más extenso. También se
emplean para indicar que una palabra está usada en su
valor conceptual o como definición de otra, ejemplo:
espiar ‘acechar’.
1.8.8. Del guión. — a) Cada vocablo de por
sí, ya simple, como guardia, poner, ya compuesto, como
salvaguardia, reponer, se ha de escribir aislado, o con entera
separación del que le preceda o siga. Sin embargo, en la
escritura hay necesidad muchas veces de dividir una palabra, y
entonces se ha de observar lo siguiente:
b) Cuando al fin del renglón no cupiere un
vocablo entero, se escribirá solo una parte, la cual
siempre ha de formar sílaba cabal. Así, las
palabras con-ca-vi-dad, pro-tes-ta, sub-si-guien-te,
podrán dividirse a fin de renglón por donde
señalan los guiones que van interpuesto en dichas voces,
mas no de otra suerte.
c) Esto no obstante, cuando un compuesto sea claramente
analizable como formado de palabras que por sí solas
tienen uso en la lengua, o de una de estas palabras y un prefijo,
será potestativo dividir el compuesto separando sus
componentes, aunque no coincida la división con el silabeo
del compuesto. Así, podrá dividirse no-sotros o
nos-otros, de-samparo o des-amparo.
d) Como cualquiera diptongo o triptongo no forma sino
una sílaba, no deben dividirse las letras que lo componen.
Así, se escribirá gra-cio-so, tiem-po,
no-ti-ciáis, a-ve-ri-güéis.
e) Cuando la primera o la última sílaba de
una palabra fuere una vocal, se evitará poner esta letra
sola en fin o en principio de línea.
f) Cuando al dividir una palabra por sus sílabas
haya de quedar en principio de línea con h precedida de
consonante, se dejará esta al fin del reglón y se
comenzará el siguiente con la h: al-haraca,
in-humación, clor-hidrato, des-hidratar.
g) En las dicciones compuestas de preposición
castellana o latina, cuando después de ella viene una s y
otra consonante además, como en constante, inspirar,
obstar, perspicacia, se han de dividir las sílabas
agregando la s a la preoposición y escribiendo, por
consiguiente, cons-tan-te, ins-pi-rar, obs-tar,
pers-pi-ca-cia.
h) La ch y la ll, letras simples en su
pronunciación y dobles en su figura, no se
desunirán jamás. Así, co-che y ca-lle se
dividirán como aquí se ve. La erre (rr) se halla en
el mismo caso, y por ello debe evitarse separar los dos signos de
que consta, que habrán de ponerse de esta manera:
ca-rre-ta, pe-rro.
i) Cuando los gentilicios de dos pueblos o territorios
formen un compuesto aplicable a una tercera entidad
geográfica o política en la que se
han fundido los caracteres de ambos pueblos o territorios, dicho
compuesto se escribirá sin separación de sus
elementos: hispanoamericano, checoslovaco, afro-antillano. En los
demás casos, es decir, cuando no hay fusión,
sino oposición o contraste entre los elementos
componentes, se unirán estos con guión:
franco-prusiano, germano-soviético.
1.8.9 De la ortografía de las palabras
extranjeras. — Los nombres propios extranjeros se
escribirán, en general, sin ponerles ningún acento
que no tengan en el idioma a que pertenecen; pero podrán
acentuarse a la española cuando lo permitan su
pronunciación y grafía originales: Schlegel o
Schlégel, Wagner o Wágner, Schubert o
Schúbert; Lyon o Lyón, Windsor o Wíndsor. Si
se trata de nombres geográficos ya incorporados a nuestra
lengua o adaptados a su fonética, tales nombres no se han
de considerar extranjeros y habrán de acentuarse
gráficamente de conformidad con las leyes generales:
París, Berlín, Turín, Nápoles,
Támesis. 1.8.10 De la raya. — 1.° Este signo se
emplea en los diálogos, como puede verse en el ejemplo
siguiente: Maravillado el capitán del valor de aquel
soldado, le mandó venir a su presencia y le dijo:
—¿Cómo te llamas? — Andrés
Pereda, contestó el valiente. — ¿De
dónde eres? — De Castilla. — ¿De
qué pueblo? — De Bercimuel.
2.° Empléese también al principio y al
fin de oraciones intercalares completamente desligadas, por el
sentido, del período en que se introducen: Los
celtíberos —no siempre habían de ser juguetes
de Roma—
ocasionaron la muerte de
los dos Escipiones.
3.° Sirve asimismo para indicar la palabra que se ha
de entender suplida dentro de un mismo renglón; ejemplo:
Sanar de la enfermedad. —por ensalmo. Secar al aire. —con
un paño. Seguir con la empresa.
—de cerca. —en el intento. —para Cádiz,
etc.
O en renglones diferentes, como en el índice
alfabético de un libro:
Verbos: intransitivos.
— transitivos.
— irregulares.
— regulares.
1.8.11. De las dos rayas. — Este signo se usaba
para dividir algunas palabras compuestas; actualmente se emplea
solo en las copias, para denotar que en el original se pasa a
párrafo distinto.
1.8.12. De otros signos auxiliares. — a)
Apóstrofo (‘ ). Solía emplearse antiguamente,
sobre todo en poesía, colocado a la mayor altura de los
palos de las letras, con el fin de indicar la omisión o
elisión de una vocal: d’aquel, por de aquel;
l’aspereza, por la aspereza; qu’es, por que es.
Recientemente, y para evitar dudas al lector, se ha restablecido
en algunas reimpresiones de obras antiguas, donde palabras de
esta clase aparecen como si fuera una sola; v. gr.: daquel,
laspereza, ques.
b) Párrafo (§). Sirvió en lo antiguo
para distinguir los diversos miembros de un escrito, y como
signatura de pliegos impresos. Ahora se emplea en los libros,
seguido del número que corresponda, para indicar
divisiones internas de los capítulos: § 12, §
13, etc.
c) Calderón (¶). Tuvo antiguamente los
mismos oficios que el signo anterior. Ahora se emplea en lo
impreso para señalar alguna observación especial.
d) Asterisco (*). Es una estrellita que se pone
sencilla, doble o triple en ciertas palabras del texto, como
llamada a nota que en el margen o al pie de la plana va
encabezada con el mismo signo. Para igual fin se emplean letras,
números, cruces, etc., en vez de asteriscos. En obras de
lingüística se coloca delante de las formas cuya
existencia se supone sin estar documentada.
e) Llave o corchete ({}). Su oficio es abrazar diversas
partidas en una cuenta, varios miembros en un cuadro
sinóptico, etc., que deben considerarse agrupados y unidos
para determinado fin. f) Manecilla – Puesta al margen o en el
texto de un escrito, da a entender que lo señalado por
ella es particularmente útil o interesante.
Estos textos fueron
extraídos del "Esbozo de una nueva gramática de la lengua española",
publicado desde 1973 por Real Academia Española, que es
poseedora los derechos de
autor
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