El progreso económico de las naciones, según Adam Smith, no se basa en su localización geográfica, ni en los procesos evolutivos, ni tampoco en las características tropicales como vimos que afirman las diversas teorías que hasta hoy han liderado el pensamiento económico de América Latina sino en el esfuerzo que realicen todos y cada uno de sus habitantes. Afirma que la riqueza de una nación depende de tres factores: del eficiente uso de sus recursos naturales y humanos, de un amplio intercambio de sus productos y de una equitativa distribución del ingreso.
Lo que no dijo:
En razón de que el número de quienes citan a Adam Smith es inmensamente superior al número de quienes lo han leído, antes de analizar su obra es necesario señalar que existen tres grandes mitos que suelen ser falsamente atribuidos a Smith: primero, la política del dejar hacer, dejar pasar; segundo, la existencia de la mano invisible; y tercero, la defensa del capitalismo.
Laissez faire, laissez passer
Jean Claude Marie Vincent de Gournay nació en 1712 en una de las propiedades que su rica familia mantenía en Paris y llegó a ser uno de los comerciantes más adinerados en la etapa previa a la revolución francesa. En 1751 fue nombrado Intendente de Comercio por el penúltimo rey de Francia, Luis XV, cargo con el que intentó derogar bajo la consigna del laissez passer todas las normas que en ese entonces limitaban las actividades comerciales. Gournay buscó apoyo en la naciente clase industrial cuyas actividades también estaban subordinadas al criterio monárquico sobre las industrias que se podían dejar hacer dentro de territorio francés. Así, la consigna se amplió al laissez faire, laissez passer que perdura hasta nuestros días.
La mano invisible.
Lo que suele resaltarse es la posibilidad de que la mano invisible logre transformar parte de las ganancias del comerciante y del productor en ganancias para el resto de la población; posibilidad que no podría ser negada ni siquiera por el más radical adversario de la economía de mercado. Pero el mito levantado alrededor de esa metáfora consiste en convertir esa posibilidad en este y en muchos otros casos en
la creencia de que la mano invisible siempre conducirá al bien común; creencia que es negada una y otra vez por el propio Adam Smith.
La defensa del Capitalismo
El otro gran mito alimentado por algunos de sus partidarios y por varios de sus adversarios, gira alrededor de la cruzada que supuestamente emprendió Smith en defensa del capitalismo. Por otro lado, el capitalismo bajo cualquiera de sus muchas definiciones e interpretaciones es un sistema económico que gira únicamente alrededor del factor capital. Mientras que en el pensamiento de Smith, el sistema económico gira alrededor de varios factores entre los que se incluye al capital como un factor más que deben compartir los ingresos y las ganancias, las cuales pasan a convertirse en las rentas, los fondos, los sueldos y los salarios del resto de los factores.
Lo que dijo:
Smith respalda la conveniencia de liberar del coloniaje a Norteamérica. Pero su respaldo no se basa en ninguna emoción anti-imperialista o en alguna moral pacifista. Tampoco constituye una apología al laissez faire, a la mano invisible o al capitalismo. sus argumentos se centran exclusivamente en un objetivo: el beneficio económico de los habitantes de su propio país, Inglaterra.
En un Mundo Globalizado.
Los problemas que Adam Smith enfoca en La riqueza de las naciones se relacionan, desde luego, con las circunstancias prevalecientes en la época en que vivió. Sin embargo, en vista de que con su obra transforma al pensamiento económico en una ciencia social, su doctrina abarca un horizonte universal que así creemos transciende tiempo y espacio. La riqueza de las naciones se genera desde tres fuentes: en primer lugar, por la suma del producto rudo del campo, más las manufacturas, más el comercio y las negociaciones del hombre; en segundo lugar, por las rentas y ganancias de los fondos en relación con la estabilidad del signo monetario o con su decadencia; y, en tercer lugar, por la distribución de los fondos disponibles entre los gastos del Soberano, las obras públicas y el trabajo productivo del hombre.
Se podría interpretar que Adam Smith afirma que las políticas del desarrollo económico en cualquier país deben tratar de alcanzar tres objetivos: una tasa de crecimiento del producto superior al crecimiento de la población; un adecuado índice de rentabilidad y estabilidad financiera; y, un reparto eficiente y equitativo del ingreso entre los diversos sectores de la población.
Transitando al Siglo XXI
Hasta la segunda guerra mundial, la economía latinoamericana se había basado en la producción agrícola y en la explotación de materias primas y minerales del subsuelo. Sin embargo, esa rudimentaria actividad le había permitido alcanzar un nivel de bienestar económico similar al de los países que actualmente conforman el industrializado primer mundo.
El profesor Phillips
Entre sus alumnos de la Escuela de Economía de Londres, el profesor Phillips tenía la reputación de ser un investigador serio y riguroso; criterio que era compartido por la mayoría de sus colegas. Por eso, cuando en 1958 publicó un trabajo estadístico en el cual demostraba que, durante casi un siglo, el nivel de
desempleo en Inglaterra se había movido en dirección inversa al nivel de los precios, inmediatamente quedó sembrada la idea de que desempleo e inflación son como los dos platos de una misma balanza y que, en consecuencia, si el uno baja el otro tiene que subir.
En América del Norte
La exitosa campaña del candidato Richard Nixon por captar la presidencia de los Estados Unidos en 1968, se había basado en la clásica promesa de lograr una aceptable tasa de crecimiento controlando al mismo tiempo la tasa de inflación. Sin embargo, una vez electo, descubrió que un muy antiguo déficit comercial conspiraba contra su promesa.
En América del Sur
En Latinoamérica, ya lo vimos, la Curva de Phillips invalidó la polémica mantenida hasta fines de los 60 entre estructuralistas y monetaristas sobre el origen de la inflación. Adicionalmente, ya en la década de los 70, la Curva ofreció un buen argumento para justificar el vertical incremento en la tasa de inflación que comenzó a trepar en paralelo y al mismo ritmo que el endeudamiento externo.
Conclusiones
Latinoamérica se considera un territorio tercermundista que desde la llegada de los europeos ha sido menospreciado y utilizado a antojo de grandes potencias. Al adentrarse en este escrito, se entiende que se trata del principio universal de toda riqueza, que es el trabajo productivo del hombre, de las rentas de la tierra y de las ganancias de los fondos que se emplean en todas las negociaciones de una sociedad, habla de las producciones rudas del campo, de las manufacturadas, de sus comparaciones y valores intrínsecos y extrínsecos, de la relación y proporción que tienen con el signo, o moneda que constituye la riqueza nominal, de los progresos de las Naciones, de sus causas y de las de su decadencia, de los sistemas mercantil y agricultor, de las obras y establecimientos públicos, de los gastos del Estado, de las expensas del Soberano y de los fondos que deben sufragar a todas ellas.
Bibliografía
Libro: América Latina entre sombras y luces
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