ensayo y preguntas del vendedor mas grande del mundo
Describa lo que se le pida a continuación:
1. ¿ Como compara a un tenedor de libros en nuestra actualidad?
Contador publico o administrador de empresas
2. ¿Cuales eran las mercancías que tenia en su bodega Hafid? Lana, lino fino, pergaminos, miel, alfombras y aceites del Asia Menor; cristales, higos, nueces y bálsamo de su propio país; textiles y drogas de Palmira; jengibre, canela y piedras preciosas de Arabia; maíz, papel granito, alabastro y basalto de Egipto; tapizados de Babilonia; pinturas de Roma y estatuas de Gracia
3. ¿Describa como se imagina a Hafid en su aspecto Moral? Un hombre honrado, dadivoso y caritativo
4. ¿Cómo se llamba el tenedor de …ver más…
Inicia de inmediato los planes necesarios para vender todo lo que es mío y convertirlo en oro.
El tenedor de libros abrió la boca sin emitir sonido. Retrocedió como si algo le hubiese golpeado, y cuando finalmente recobró el habla, tuvo que hacer un esfuerzo para decir.
—No lo entiendo, señor. Este ha sido nuestro año más provechoso. Cada uno de los emporios informa sobre aumentos en las ventas respecto de la temporada anterior. Hasta las legiones romanas son ahora nuestros clientes, puesto que, ¿no le vendió al procurador de Jerusalén 200 sementales árabes en el espacio de dos semanas?
Perdóneme mi intrepidez, porque rara vez pongo en tela de juicio sus directivas, pero esta orden no la puedo entender…
Hafid sonrió y le tomó con suavidad la mano a Erasmo.
—Mi camarada digno de confianza, ¿es tu memoria lo suficientemente vivida como para recordar la primera orden que recibiste de mí cuando comenzaste a trabajar para mí hace muchos años?
Erasmo frunció el ceño fugazmente, y luego se le iluminó el rostro.
—Me encargó que sacara todos los años la mitad de las ganancias de nuestro tesoro y las distribuyera entre los pobres.
—¿Y no me consideraste en aquella época un hombre de negocios necio?
—Abrigué grandes recelos, señor.
Hafid asintió con la cabeza y extendió los brazos hacia las plataformas de carga.
—¿Estás dispuesto a admitir que tu preocupación carecía de fundamento?
—Sí, señor.
—Permíteme entonces animarte a que tengas fe en mi decisión hasta