HACE DOS SEMANAS, Francisco Febres Cordero, El Pájaro, abrió la ventana del taxi, y empezó a hablar del clima de Quito. No estaba muy animado. Pero luego, cambió, empezó a hablar de libros.

Como siempre, ese tema lo transforma. Ríe, habla, gesticula con sus manos largas para incrementar el poder de elocuencia de sus palabras. Pero esa vez fue más locuaz cuando empezó a revelar que su proyecto más reciente había terminado, que el sello Alfaguara ya estaba imprimiendo Alpiste para el recuerdo.

Esta es una obra que publicó en 1986, y que ahora 20 años más tarde va por su tercera edición, que será presentada el próximo miércoles, en Quito, a las 19h00, en el penthouse del hotel Dan Carlton.
Allí simplemente hablará de sus recuerdos …ver más…

P: En el Alpiste como que evade esas cosas con el humor, ¿esa arma muy suya?
R: El humor fue saliendo quizás muy a pesar mío. Yo dije en algún momento que el humor es la única forma que tengo para llorar sin entristecer a nadie. Es algo que me ha ayudado a decir cosas que de otro modo no las pude haber dicho. Cómo nace, no sé.

P: Lo increíble del Alpiste es que uno va recordando su propia infancia, ¿se lo han dicho?
R: Sí. Eso me alegra muchísimo, porque cada cual tuvo sus amigos, cada cual cometió sus pecados, y eso hace que el lector se involucre en su propio mundo. Me alegra que el lector se identifique con cosas que cuento y que tenga pautas para juzgarse a sí mismo.

P: Cuenta que no se dejaban oír las radionovelas, pero se dieron libros de las aventuras de Guillermo Brown, lo que fue más perjudicial...
R: (Risas) Cuando mi padre nos traía esos libros era una fiesta leer y releer esos libros, con todas esas travesuras y esas maldades. Porque como digo en el libro, me identificaba porque teníamos unas cosas comunes: éramos pecosos y pelirrojos. Entonces, de alguna forma, Guillermo me marcó también ese ser maldito que debo llevar adentro.

P: Los niños sueñan, y usted quería ser Superman. ¿Hasta ahora quiere serlo?
R: (Más risas). Menos, menos... pero te diría más bien que mi frustración fue no haber sido torero. Los toros me apasionaron siempre, y uno va creando en su infancia ídolos, y mi