-Nací en Moscú, pero no recuerdo nada de aquella época. No era más que un crío cuando las llamas del fuego nuclear devoraron el viejo mundo. Cuarenta mil personas nos salvamos refugiándonos en las estaciones de metro, en las entrañas de la ciudad. Ahora, veinte años después, solo un puñado de valientes se atreve a subir para recibir el abrazo de un invierno eterno. El metro era nuestro hogar y la fortaleza que nos protegía de los monstruos mutantes que vagaban por los túneles. Aún así, nunca renunciamos a la esperanza de volver a la superficie. Pero un día, se presentó una nueva amenaza … que nos empujó a una guerra por la supervivencia de nuestra especie.
-La vida nunca fue fácil en los túneles, pero eran nuestro hogar. Había algo de …ver más…

Sin embargo, me arrepiento de su muerte.
-Khan me pareció un hombre extraño… pero supongo que era un hombre de su época, siempre entre la luz y la oscuridad, siempre buscando respuestas entre los escombros.
-Khan me llevó hasta la Estación Maldita. Su nombre no era casual… Había gente enzarzada en una guerra interminable por la supervivencia.
-Más adelante se encontraba la Estación Armería, allí era donde se fabricaba la mayoría de las armas del metro. En la superficie había fábricas de armas. Cuando cayeron las bombas, muchos de los trabajadores se asentaron aquí. Estaba buscando a Andrew el Herrero, pero él me encontró primero.
-Al llegar allá no pasé desapercibido y me comenzaron a seguir los guardias, ya que era completamente un intruso… Si aún existía Dios en nuestro mundo, aquel día estaba de mi lado. Acababa de ser rescatado por Andrew el Herrero, el amigo de Khan. Él iba a ser mi conducto de salida de la estación Comunista.
-Ni siquiera el Apocalipsis ha evitado que nos matemos entre nosotros por ideología. Estaba a punto de cruzar el frente entre fascistas y comunistas. Tengo entendido que en su día libraron otra guerra… y que los fascistas perdieron.
-Al seguir mi camino y en adentrarme entre los fascistas, llegué un lugar en el que dos hombres me golpearon hasta dejarme inconsciente. Cuando recobré la conciencia, perdí toda esperanza. Los prisioneros fascistas eran usados como mano de obra esclava… o como blancos de tiro.
-Al rato llegaron dos