Introducción. No reconoce edades ni niveles sociales. Ataca a los pudientes y a los pobres. Se ha convertido desde hace tiempo en una calamidad que se ramifica constantemente. Está presente en calles, en escuelas, en barrios, en plazas, en oficinas… Escondiendo la tierra bajo la alfombra o mirando hacia otro lado, no lograremos impedir el avance de este flagelo que mata o inutiliza personas. La lucha contra ese “cáncer que crece en el mundo” debería ser una política prioritaria a todos los niveles de la dirigencia mundial, pero también en nuestros hogares, en nuestro núcleo familiar, pues que mejor que nuestros padres, para reconocer y percatarse de que tenemos un problema. Conociendo el problema, estudiándolo, …ver más…

La mejor política es juzgar y encarcelar a los drogadictos. No, en Inglaterra, Suiza, Portugal y otros países europeos se les trata como lo que son- ciudadanos con problemas de adicción- no como criminales. Mediante terapias se les ayuda a mantener su vida familiar y su trabajo. En America Latina tenemos el ejemplo de México entre otros que ya despenalizó el consumo personal de drogas. La mejor manera de combatir las drogas es combatir la oferta. No, eso es lo que se ha estado enfatizando en los últimos 40 años en los EUA y ha resultado totalmente ineficaz por varias razones: El precio de la droga ha bajado en lugar de subir, el consumo se ha mantenido igual en lugar de reducirse y las drogas son cada día más fáciles de comprar en la secundaria. En este sentido la guerra contra las drogas está perdida en los EUA. ¿Quien está ganado esta guerra? El mercado, los vendedores de armas, los que viven del presupuesto del combate a las drogas, los constructores de cárceles, las mafias, la corrupción y todo aquel que se beneficie directa o indirectamente de la prohibición. ¿Quién está perdiendo la guerra? Todos los demás incluyendo a los propios adictos y por supuesto, la sociedad atemorizada y desconcertada. Si se legalizan las drogas va a subir radicalmente el consumo y vamos a tener más drogadictos. No necesariamente. Ese es el argumento que ha utilizado la DEA para evitar la legalización de la drogas pero no ofrece ningún estudio