Guion Teatral

2104

MAR ADENTRO

Introducción.

Basada en hechos reales, narra la historia de Ramón Sampedro, un hombre tetrapléjico que durante 25 años luchó para conseguir una muerte digna y cuyo caso desencadenó un gran debate social. Prohibida la eutanasia en España, Sampedro acudió varias veces a los tribunales expresando su deseo de morir legalmente, pero fue inútil. Ramón lleva casi treinta años postrado en una cama al cuidado de su familia. Pero recibe muy frecuentemente la visita de un sobrino de 12 años llamado Toribio, quién le alegra un poco su vida. Su única ventana al mundo es la de su habitación, junto al mar por el que tanto viajó y donde sufrió el accidente que interrumpió su juventud. Desde …ver más…

RAMÓN. (En sentido burlón) –Si seguramente rosita.

TORIBIO. (Siguiéndole la broma) –No morada.

RAMÓN. –Ahshshs mocoso mira si no tienes nada que hacer vete a molestar a otra persona y a mi déjame en paz.

TORIBIO. –Hay tío por que te convertiste en una persona tan amargada si eras un marinero tan alegre, navegando por los mares. Mira mejor cuéntame una historia de los tantos viajes que hiciste.

RAMÓN. –No Toribio, no ya vete de aquí y deja de estar molestando, sabes que no me gusta hablar de ese tema.

TORIBIO. –Esta bien tío me voy pero me vas a extrañar, me vas a extrañar, lo digo yo el sabio de Toribio. (Sale de la habitación)

ACTO IV

Al día siguiente casualmente llegaron juntas Clotilde y Altagracia y comenzó una discusión que acabo con la vida de Ramón.

CLOTILDE. –Hola Monchito que gusto verte mira traje una película de las que te gustan es de la India María.

RAMÓN. Después de mucho tiempo volvió a sonreír, a pesar de que siempre se portaba muy déspota con Clotilde.

(De repente tocan la puerta y sorpresa la abogada entra)

ALTAGRACIA. –Hola, buenos días, hay no aquí esta esta pueblerina. ¿Qué haces aquí? Deberías de estar lavando trastes o limpiando pisos.

CLOTILDE. Ignora el comentario de Altagracia y sigue poniendo la película.

RAMÓN. –Pase licenciada. Ya me trae buenas noticias.

ALTAGRACIA. –No, Don Ramón no, es muy