Obra Teatral La Muerte De Bolivar
Muerte de Simón Bolívar
Narrador: 1830 un año terrible en la vida de Simón Bolívar, el primero de julio recibe la trágica noticia del asesinato del Mariscal de Ayacucho su fiel amigo, casi su hijo Antonio José de Sucre, tal noticia turbo verdaderamente el espíritu de Bolívar
Bolívar: ¡Sucre ha sido asesinado! Todo ha terminado para mí, asesinan a mi amigo, en Venezuela me llaman traidor y no me permiten entrar a la patria que me dio la vida
Narrador: Era justamente lo que le faltaba a Bolívar; luego de esto tuvo una gran recaída en su enfermedad. Mediante su soledad recibe la gratificante invitación por parte de Don Joaquín de Mier a su casa de campo en Santa Marta.
Joaquín de Mier: Bolívar …ver más…
Bolívar: Lo mira y dice: Mi fiel servidor que sucede que ya no puedes con este costal de huesos.
Narrador: el edecán termina de llevar a Bolívar a la cama.
Sale el Edecán y entra el General Montilla y llama al Doctor Alejandro
General Montilla: (Preguntándole a Alejandro) Tengo el mayor interés de saber de usted, doctor, cuál es su concepto sobre la enfermedad del Libertador; dígame la verdad francamente y sin rodeos”.
Alejandro: “Señor general, con el más profundo sentimiento participo a V.S. que la enfermedad del Libertador no tiene remedio, pues en mi concepto, como facultativo, a considero como tisis pulmonar llegada en último grado, y ésta no perdona”.
Al oír estas palabras el general se dio una fuerte palmada en la frente echando un formidable taco, al mismo tiempo que las lágrimas se le asomaban a los ojos: en segunda se metió en su aposento.
Alejandro: que estaba como siempre a su lado, comprendió que sus últimos momentos se aproximaban. Se sienta en la cabecera de la cama, teniendo en su mano la del Libertador, que ya no hablaba sino de modo confuso. Sus facciones expresaban una perfecta serenidad; ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaban sobre su noble rostro. Cuando advertí ya la respiración se ponía estertorosa, y el pulso trémulo, casi insensible, y que la muerte era inminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los generales, edecanes y los demás que