Luces de Septiembre
Capítulo 1. El cielo sobre París
En 1936, Armand Sauvelle falleció en el hospital de Saint George, en la capital francesa. Su mujer Simone y sus dos hijos, Irene y Dorian estaban presentes. El hombre murió después de seis meses de sufrimiento de una enfermedad que él mismo nunca fue capaz de nombrar. Armand se llevó consigo su magia y risa contagiosa pero dejó muchas deudas que su familia no pudo afrontar.
Tuvieron que cambiar toda su vida. Su mujer, Simone tuvo que volver a trabajar y sus hijos también. Dejaron de vestir prendas caras y a ir a colegios buenos.
Un antiguo amigo de Armand, Henri Leconte les ofreció instalarse en un apartamento a cambio de que el hijo pequeño lo ayudara como chico de los …ver más…
Irene aceptó. Durante el viaje, el chico le contó una leyenda del pueblo. Se dice que un verano, durante el baile de máscaras, una mujer tomó un bote y se fue mar a dentro. Unos dicen que fue para huir de un crimen, otros que tenía una cita en el faro. Pero mientras cruzaba la bahía, hubo una tempesta y se ahogó. Su cuerpo nunca se encontró y días más tarde, su máscara apareció en la arena. Desde entonces la gente dice que durante los últimos días de verano se pueden ver luces en la isla del faro.
Así, Irene le pregunta si se puede visitar el faro. Quedan para ir en una semana los dos solos.
Capítulo 4. Secretos y sombras
Poco después del paseo en barco desde Playa del Inglés a la casa del Cabo, todo el pueblo sabía que Ismael e Irene habían quedado el sábado. Bahía Azul era un pueblo que no podía tener secretos. Era una cosa prácticamente imposible.
Ismael estaba con su tío. Le pidió el día libre para el sábado para poder irse con Irene al islote del faro. Su tío bromea sobre esto y le pregunta si le gusta la chica. Él se sonroja y acaba asintiendo.
Simone solía entregar las facturas y las cartas a Lazarus a primera hora de la mañana. Las dejaba encima del escritorio de su estudio para así no interrumpirlo más tarde. Siempre era igual pero un día entró en el estudio y se encontro que todas las cartas escritas desde Berlín por Daniel Hoffmann estaban quemadas. Lazarus había intentado destruirlas. Penso que no era asunto suyo y se marchó decidida