Lejos de frin capitulo 1
(Del libro Lejos de Frin)
Era domingo. Era domingo en todas partes. No había un solo lugar donde no lo fuera. De aquí a la China, a la luna, a Japón, de ida y vuelta. El mundo estaba envuelto, aplastado, triturado por el maldito domingo a la tarde. Sentados en la vereda: Lynko y Frin con Negrito echado a su lado. Se habían encontrado después de almorzar y, desde que Frin lo había visto llegar con esa cara, porque se había peleado con Vera, estuvo clarísimo que esa tarde iba a ser aburrida. Los papás de Frin les pidieron:
—Chicos, no hagan ruido porque vamos a dormir la siesta.
El otoño tiene días en que no se decide si es de frío o de calor y esa tarde, para completar el aburrimiento, era de calor.
—Pero el …ver más…
Lynko dio un salto furioso, y arrojó las piedritas al suelo.
—¡No tosas, Frin! ¡No tosas!
—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Por qué no voy a poder toser?!
—¡Lo hacés para distraerme! (Lynko iba y venía, furioso).
—No es cierto, Lynko, tenía una basurita, de verdad (aguanta risa).
—¡Entonces, ¿sabés qué?! ¡Si hacés trampa, ya gané!
—¡¿Qué tiene que ver?!
—¡Y sí, Frin! ¡Hacés trampa por miedo a perder! ¡Entonces ya gané!
Se abrió la puerta de la casa de Frin. Era su papá, con cara de dormido y enojado.
—… (El papá los miró en silencio).
—… (Ellos lo miraron, callados).
—… (Negrito aprovechó para entrar a la casa, orejas gachas, cola baja. Permiso, permiso, yo no fui, mejor me meto, permiso).
—¿Qué les había pedido?
Los dos agacharon la cabeza. El papá siguió mirándolos sin decir nada, cerró la puerta y regresó adentro.
—¡Se despertó por tu culpa! (susurró Frin).
—¡Mentira! ¡Vos sos el tramposo! (Lynko, también con un susurro).
—¡Tirá tu maldita piedra de una vez!
—¡Pero ni respires, ¿oíste?!
—¡Hacelo, Lynko! ¡Plomo! ¡Hacelo!
Lynko recogió una de las piedras, repitió toda su ceremonia de puntería. Arrojó; pero la piedra no acertó en la que era el blanco. Frin saltó despedido como un resorte. Daba piñazos al aire, pero sin gritar, para que no saliera otra vez el padre.
—¡Yes! ¡Yes! ¡Yes! (Frin, susurro).
—Fue tu culpa, ¿oíste? ¡Me distrajiste a propósito! (Lynko, susurro).
—¡Me gusta, Gran Maestro de la Puntería!
—Ahora te toca a vos, que sos tan