Este libro es el conjunto de la historia de cinco médicos investigadores que fueron arrebatados de su patria es contado por Augusto Fernández Guardiola con gran cariño, que exiliado de su país a causa de la segunda Guerra mundial al igual que los personajes que nos muestra.

El propósito de este libro es destacar lo valioso del exilio español en México el gran aporte que dieron a nuestra vida académica. Sobre todo para la investigación y la doscencia en la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional. Las neurociencias cuentan con el aporte de varias ciencias como la biología, genética, bioética, física química, informática, farmacología, psicología entre otras cuyo propósito de …ver más…

También la hipertensión arterial de causa neoplásica y las lesiones vasculares reticuladas vistas como reversiones atávicas. En cuanto a la encefalopatía de la fiebre reumática sus aportaciones fueron fundamentales en México. Sus informes fueron considerados como algo de interés casi histórico y exótico, en los laboratorios de los países muy avanzados.

Además, desde luego, de su monumental Tratado de anatomía patológica publicado en México en los años 40 y que sirvió de texto a varias generaciones de médicos en Iberoamérica. Isaac Costero Tudanca fue nombrado doctor Honoris Causa de la UNAM pocos días antes de su muerte.

José Puche Álvarez nació en Lorca el 31 de agosto de 1895 y falleció en la ciudad de México el 3 de noviembre de 1979. Vivió 43 años en España y 40 en México.
Es tal vez el profesor del exilio español sobre el que más se ha escrito. Sus intereses le orientaron a estudiar los mecanismos de regulación de la ingestión alimenticia y de la glucemia en los crustáceos mexicanos. Su trabajo ha sido continuado por el Instituto que lleva su nombre, en el que se guarda celosamente su legado. El responsable de este legado es, en la actualidad, el neurocientífico
Juan A. de Carlos, que ha tenido la cortesía de respondernos unas preguntas sobre la neurociencia que hizo posible Cajal, sobre el propio Cajal y sobre su Instituto. Augusto nos