El amor no entiende de años, de meses, de días y segundos. Obedece aquello que marca la sabiduría misma… el corazón.

Para siempre
-Corre más rápido ¡-gritaba la niña mientras extendía sus manos para sentir las hojas de los setos del jardín al moverse tan aprisa. Detrás de ella, un niño intentaba alcanzarla, a pesar del esfuerzo que representaba para él. La carrera continuó, hasta que la niña diviso un claro que estaba justo a la mitad del jardín. Cuando llego ahí, se detuvo y se sentó en la hierba. El niño, que pese a sus esfuerzos, venía detrás, llego unos minutos después. -Te gane de nuevo- dijo la niña entre risas. -Claro que no, yo te deje ganar. Me pareció que era lo más correcto- contesto el niño, mientras se acomodaba el lado de …ver más…

-Yo te quiero mas-pronuncio él, mientras se inclinaba para ayudarla a ponerse de pie. Entrelazaron sus manos mientras dejaban aquel claro que había visto surgir su amor. Recorrieron los setos de manera lenta, deseando que aquel momento no encontrara jamás su final, que el tiempo esperara ese instante. Cuando finalmente llegaron a la cabaña que hacía las veces de hostal y centro de convivencia comunitaria, divisaron el pequeño grupo de infantes que había asistido a la excursión. Tratando de ser silenciosos, se deslizaron entre las filas de alumnos que esperaban por ser enumeradas. Para su buena suerte, que

podríamos llamar en realidad algo que el destino sabia pasaría, aun no era su turno. -¿En donde estaban?- pregunto otra niña, llena de curiosidad al verlos aparecer y desaparecer, además de los sutiles cambios que el amor suele causar en las personas. Las manos entrelazadas era algo que se podía pasar por alto. No era normal. -Fuimos... a conocer el jardín-contesto ella, dudando unos instantes. -¿Conocer el jardín? – contesto ella extrañada, frunciendo el ceño y poniendo los brazos de manera contraria, pegados a la cadera. -¿Y por que tienen sus manos agarradas? -Es algo que las personas que se quieren hacen –replico la niña, tratando aun de calmar la respiración alterada que tenía en ese momento. -Y ambos nos queremos mucho-completo el niño, seguro de la frase que