Historia de la anticoncepcion
Grande ha sido la preocupación del ser humano desde tiempo inmemoriales por encontrar un método anticonceptivo eficaz y sin consecuencias que le impidan recuperar la fertilidad más adelante, ya que en las diferentes culturas ésta ha sido considerada una bendición y ha sido fervientemente fomentada, sin tomar en cuenta el número de hijos, las condiciones de la mujer y de la humanidad en cada momento histórico. Por ende, en casi todas las épocas la infertilidad ha sido considerada como una maldición o castigo.[1]
No fue sino hasta fechas recientes que, gracias a la introducción de la perspectiva de género, hubo un cambio en el enfoque de los pensamientos que motivaron la búsqueda de un anticonceptivo ideal. …ver más…
En el libro Historia Animalium de Aristóteles, por ejemplo, se lee: “Algunos impiden la concepción untando la parte de la matriz en la que cae el semen con aceite de cedro o con un ungüento de plomo o con incienso mezclado con aceite de olivo”.
La anticoncepción no fue igual en todos lados. Un ejemplo es el de los edictos del emperador Augusto de Roma, a principios de la era cristiana, que permitían hasta tres hijos, niñas o niños, por lo que sobraban abandonos e infanticidios. Como las mujeres se casaban a los catorce, a los veinte ya habían cumplido la “cuota”. ¿Y luego qué? Pesarios (antiguo nombre de los dispositivos intrauterinos), coitus interruptus, vasectomía en los atletas, inyecciones vaginales, pócimas (algunas efectivas como la derivada de una planta, la artemisa, aún usada en el siglo XX por las mujeres berberiscas), abortos (aunque los médicos los eludían por temor a ser acusados de encubrir adulterios), la castidad (elogiada en la clase alta). La búsqueda de una solución era acuciada por un temor fundado al parto y al aborto.
En un escrito chino del siglo VIII se recomienda: “Tómese algo de aceite y de mercurio y fríase sin parar, y tómese una píldora grande como una semilla de yayuba con el estómago vacío e impedirá la preñez para siempre”. Por su parte, la religión islámica apostó a la fuerza de voluntad al no oponerse al coitus