Hilo Rojo Del Destino
| EL HILO ROJO DEL DESTINO |
INTRODUCCIÓN
“Un hilo rojo invisible conecta a aquéllos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse”.
¿Y si todos estuviéramos conectados con nuestra alma gemela a través de un hilo rojo? Un fino y transparente hilo que nos mantiene unidos con otra persona hasta que finalmente la encontramos.
Esto es lo que defienden varias leyendas orientales basadas en el destino inevitable del ser humano.
Todo el mundo conoce la teoría de la media naranja. Las relaciones afectivas entre los seres humanos siempre han estado, al parecer, controladas por el destino.
Aunque …ver más…
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Por eso en japonés los kanjis de “promesa de meñique” significan “dedo cortado”. Los japoneses suelen cerrar promesas haciendo una “promesa de meñique”.
Cuando se descubre que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique, se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.
En cuanto a las leyendas, las hay de muchas clases. Con el paso del tiempo han ido derivando unas en otras, y es bastante difícil determinar cuál fue la primera.
LA LEYENDA DEL HILO ROJO DEL DESTINO
Una de las leyendas cuenta que existe un anciano que vive en la luna, que sale todas las noches para buscar entre las almas de la tierra todas aquellas que están predestinadas a conocerse y unirse. Una vez están identificadas, el hombre de la luna las ata con un hilo rojo para que no puedan perderse hasta que se encuentren. Obviamente este hilo rojo puede enredarse con otros hilos, pero jamás podrá cortarse ni ser visto por las almas que lo llevan.
Existe otra leyenda que es quizá la más popular entre los japoneses, la leyenda cuenta que hace mucho tiempo, había un emperador muy impetuoso y altivo.
El emperador tuvo conocimiento de que en una de sus provincias vivía una bruja con grandes poderes, capaz de ver incluso el hilo rojo del destino. El emperador, que