Filosofos cristianos
Las tierras del este son prodigas en caña de azúcar y yerba para el ganado. Son tierras donde los hombres no tenemos ni siquiera precio; donde los hombres trabajamos como animales, de sol a sol, por unos cuantos centavos americanos. Para mí, que en estas tierras uno ya ha perdido hasta la conciencia, porque cada familia tiene miedo de sus vecinos debido al terror que implantan los invasores con la fuerza de sus fusiles máuser y sus ametralladoras. Ellos han establecido sus leyes a fuerza de ahorcamientos y balazos. Todos los respetamos, o mejor dicho casi todos.
Antes este país fue de los españoles. Contaban los viejos de mi campo lo mucho que se tuvo que pelear para echarlos fuera. Los dominicanos somos como …ver más…
Mis salidas con santa llegaron al conocimiento de papa,
Y un buen día nos siguió sobre su caballo negro y descargo su corto látigo sobre nosotros, sobre nuestros cuerpos ridículos y flacos.
No se por que a mi papa no le gustaba que yo jugara con mi hermana santa ah bestia de hombre! Le di con una tranca sobre la cabeza y le vi caer como un saco de frijoles. Corrí a esconderme. Santa huyo hacia la casa y yo hacia los cañaverales.
Durante diez días me alimente con guarapo y casabe. Diez días con el cuerpo lleno de zanjas producidas por el filo de las hojas de caña que me enterraban unas espinitas molestosas.
Mi padre decía ¿donde esta ese maldito haitiano? ¿Donde esta ese maldito hijo de puta? Fremio y papa me buscaron como aguja en un pajar. Me presente en la casa cuando me salieron los deseos bien se de donde.
Yo creía que la rabiaca se les había pasado. Pero cuando papa me observo en el umbral de la puerta, se le puso la cara morada de la indignación. ¡No me salva ni el espíritu santo!, me dije, y bien no había terminado de decirlo, cuando el par de malones que eran papa y fremio me bloquearon la salida y me persiguieron por el interior de la casa, dándome una paliza entre ambos que me dejo casi muerto. Eso les debo, golpes y desgracias.
Mi madre guardaba sus resquemores y anhelaba, a pesar de todo, salir un día de allí.