Filosofia Azteca
Hablamos de Filosofía azteca, pues en sus planteamientos abarcan toda una concepción mágico-racional de lo divino y de lo abstracto. También de los causales que marcan el devenir en la Naturaleza (Metafísica), de los problemas del hombre en el conocimiento uterino de lo real (Teoría del Conocimiento), de cuáles son los valores y elementos que configuran al hombre como tal y que promueven el encuentro con uno mismo (Antropología y Filosofía Moral), etc.
Su concepción de la Divinidad es muy parecida a la de casi todas las antiguas civilizaciones: hay una deidad que rige sus trabajos, su mística: Huitzilopochtli. Según sus tradiciones, desde las lejanas tierras de Aztlán, …ver más…
Este héroe-dios nos habla del sendero por el que el hombre, despojándose de todas las impurezas materiales que se le han agregado, vuelve a recuperar su sabiduría primera y luminosa.
Para los aztecas la búsqueda de la verdad, no es simplemente la búsqueda de imágenes mentales que se puedan parecer más o menos a lo real, sino la búsqueda del Ser, de la raíz última, de aquello que otorga la estabilidad. La palabra «verdad» en nahuatl (neltiliztli) tiene la misma etimología que «raíz» o «fundamento».
Según los sabios aztecas, el hombre es la encarnación de una partícula del Espíritu Celeste. El Alma del hombre proviene del Sol y a él ha de volver tras numerosas encarnaciones y pruebas. Por eso al Sol se le llama «el rey de los que vuelven». Su casa es el firmamento y está rodeada de turquesas y de plumas de quetzal de las almas que han regresado a su estado inicial de Unidad.
El hombre en esta tierra es como un «espejismo», como la imagen fugaz de un sueño. Está atrapado en una cárcel de carne y sangre que le impide un conocimiento pleno de la verdad. Dicen sus poetas: «Nadie, nadie, nadie de verdad vive en la tierra». Pues la vida en la tierra es como un sueño del que despertamos con la muerte.
Sí, de un modo más bello y pedagógico que nuestros filósofos nihilistas, muestran la existencia terrestre como algo frágil, perecedero. La vida en la tierra nunca es plena; es, sin embargo, el lugar de prueba,