Esta Carta Encíclica recuerda al hombre que la vida está en el centro del mensaje de Jesús y es anunciado a todos los hombres de todas las épocas y culturas, como una buena noticia. Por eso Jesús centraliza su misión en un solo núcleo <<Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia>> [Jn 10,10]. De aquí que el hombre esté llamado a una plenitud de vida. Todo hombre abierto a la verdad y al bien puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida. Existen muchas amenazas que acechan la vida misma, como lo es la debilidad, las enfermedades, la guerra y la violencia. Existen amenazas que proceden de la naturaleza misma, y que por la desidia y negligencia del hombre se agravan. …ver más…

La interpretación positiva de los mandamientos, en especial de aquel que dice: <<No matarás>> se apuntalan en el precepto positivo del amor al prójimo. Defender y promover, respetar y amar la vida es una tarea que Dios confía a cada hombre. Aunque el fundamento de nuestra existencia parte de una realidad trascendente, Jesús manifiesta una preocupación por la vida corporal del hombre, y así nos estimula a salvaguardar la vida misma confiada al cuidado del hombre.

Cuando nos encontramos en la ley una fuerte tónica de contenido negativo es para marcar incisivamente el límite que nunca debe ser transgredido, el respeto absoluto por la vida. Aún para la legítima defensa es una gran paradoja por que defender la propia vida, a veces implica la eliminación del agresor. En cuanto a la pena de muerte se debe tener presente que la justicia debe ser cada vez más conforme a la dignidad del hombre. El aborto procurado junto con el infanticidio son pecado grave e ignominioso. Son lícitas las intervenciones sobre el embrión humano siempre que se respete la vida y la integridad del embrión. Los embriones humanos nunca deberán ser tomados como material biológico abastecedor de órganos y tejidos, ni aún cuando se beneficie a otro ser humano, esto es inaceptable.

Ante las posibilidades de prolongar la vida en las etapas postrimeras de la vida del hombre por enfermedad o senectud se debe renunciar a cualquier ensañamiento terapéutico ya que