Hola, yo soy Escala, el Príncipe de Verona, yo soy el que impone la ley y el orden y vela por los ciudadanos aquí en Verona, no permito ningún revuelto en mi ciudad. Bueno les contare la historia que yo viví con los Montesco y los Capuleto, más que nada con Romeo y Julieta. Una tarde, estaba descansando tranquilamente, hasta que llega un sequito a avisarme que de nuevo los Montescos y los Capuleto se estaban peleando en la plaza y que los ciudadanos los querían matar, enseguida fui a ver lo que ocurría.
Entonces llegue y les dije que ya no se portaran como unas fieras, ya que varias veces de una o mil causas habían ensangrentado las calles de Verona, haciendo a sus habitantes, estuvieran ya hartos, así como yo lo estaba con ellos, …ver más…

Pero Julieta se estaba retrasando mucho, así Capuleto ordena a la niñera que la apresure. La Niñera y la Dama Capuleto bajan angustiadas diciendo que Julieta había muerto mi primo corre a verla, todos en la casa se lamentaban. Esa misma noche acostándome a dormir pensaba en muchas cosas, yo sabía que después de esto Romeo se enteraría y regresaría a Verona a ver a Julieta. Así que me dormí. En la madrugada llegaron a despertarme unos alguaciles, claro yo me enoje pensando que era una cosa sin importancia. Llegando a lugar me encuentro con los cuerpos de parís, Romeo y Julieta, me sorprendí muchísimo, decidí averiguar todo así que le pregunte a Fray Lorenzo el principal sospechoso y él me conto las historia de esta manera:
Lo diré brevemente, porque la corta vida que me queda, no consiente largas relaciones. Romeo se había desposado con Julieta. Yo los casé, y el mismo día murió Teobaldo. Esta muerte fue causa del destierro del desposado y del dolor de Julieta. Vos creísteis mitigarle, casándola con Paris.
En seguida vino a mi celda, y loca y ciega me rogó que buscase una manera de impedir esta segunda boda, porque si no, iba a matarse en mi presencia. Yo le di un narcótico preparado por mí, cuyos efectos simulaban la muerte, y avisé a
Romeo por una carta, que viniese esta noche (en que ella despertaría) a ayudarme a desenterrarla. Fray Juan, a quien entregué la carta, no pudo salir de
Verona, por súbito accidente. Entonces