El avion de la bella durmiente
El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias (fragmento) (…) El Pelele huyó por las calles intestinales, estrechas y retorcidas de los suburbios de la ciudad, sin turbar con sus gritos desaforados la respiración del cielo ni el sueño de los habitantes, iguales en el espejo de la muerte, como desiguales en la lucha que reanudarían al salir el sol; unos sin lo necesario, obligados a trabajar para ganarse el pan, y otros con lo superfluo en la privilegiada industria del ocio: amigos del Señor Presidente, propietarios de casas -cuarenta casas, cincuenta casas-, prestamistas de dinero al nueve, nueve y medio y diez por ciento mensual,(…) La sanguaza del amanecer teñía los bordes del embudo que las montañas formaban a la ciudad regadita …ver más…
A. “… cuando la claridad se diluía entre rosada y blanca como flor de begonia...”
B. “…sin turbar con sus gritos desaforados la respiración del cielo ni el sueño de los habitantes…”
C. “A sus costados pasaban puertas y puertas y puertas y ventanas y puertas y ventanas…”
D. “La sanguaza del amanecer teñía los bordes del embudo que las montañas formaban a la ciudad”.
5. Selecciona la oración en la que el sintagma destacado corresponde a un complemento circunstancial.
A. “...turbaba el silencio con ruido de tuzas el fustán almidonado de la hija del pueblo…”
B. “Cubrían el basurero telarañas de árboles secos vestidos de zopilotes…”
C. “El Pelele huyó por las calle intestinales, estrechas y retorcidas de los suburbios de la ciudad”.
D. “La sanguaza del amanecer teñía los bordes del embudo que las montañas formaban…”
6-9
Pedro Páramo de Juan Rulfo (fragmento) -Hace calor aquí. Dije. -Sí, y esto no es nada – me contestó el otro-Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija. -¿Conoce usted a Pedro Páramo? - le pregunté. Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza. -¿Quién es? -volví a preguntar. -Un rencor vivo -me contestó él. Y dio un pajuelazo contra los burros, (…) Sentí el retrato de mi madre