No creí que “El grito de la gaviota” llegaría a remover tanto mis entrañas. Es cierto que ante la idea de perder la vista o el oído siempre preferí un mundo a oscuras, pero este libro me ha infundado un respeto y conocimientos sobre el mundo sordo del cual desconocía prácticamente todo.
Es un libro muy difícil a mi parecer, necesitas tener una mentalidad abierta y ser honesta contigo misma, no es fácil aceptar que sin saberlo ni quererlo discriminas a cientos de personas diariamente y no haces absolutamente nada por evitarlo. Por lo que gran parte de las veces me costaba mucho seguir leyendo, pasando por encima de un asco visceral que me provocaba mi propia ignorancia.
Me sorprendió mucho que no se enseñase en Lengua de Signos, pero me …ver más…

Sin embargo, el mundo no se interesa en aprender una lengua de signos. Los sordos son discriminados, apartados, obligados a nutrirse de nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra forma de percibir el mundo y de vivirlo. Por suerte, no llegaron al punto de ponerles una cinta en el brazo con un signo distintivo de sordo. En Francia.
Cuando en el libro hablan del implante coclear, no puedo estar más de acuerdo con Emanuelle. Tanto por el hecho de que esa tecnología no estaba ni está aún a día de hoy lo suficientemente desarrollada como para dar resultados seguros y lo suficientemente favorables como para mejorar tu vida y durante muchísimo tiempo con ello. Como por el cambio que se produce en una persona que no ha oído nunca. No me gusta intentar cambiar a la gente de religión, no comparto sus ideales, pero aun así no violentaría su bienestar y su vida por el simple hecho de hacerles entender algo con lo que quizá ni siquiera consiguen vivir (hay que tener en cuenta que no es ni fácil ni rápido el aceptar que has creído en algo que no existe, que has volcado tu vida, tus sueños y