El Diario De Porfiria Bernal
A Juli
Pocas personas creerán este relato. A veces habría que mentir para que la gente admitiera la verdad; esta triste reflexión la hacía en la infancia por razones fútiles, que ya he olvidado; ahora la hago por razones trascendentes. Las personas consideradas honestas, son muchas veces las insensibles, las que no se conmueven ante un destino complejo, o las que saben con sumo sacrificio o habilidad mentir para hacerse respetar. No me encuentro en ninguna de estas categorías. Soy modestamente, torpemente honesta. Si llegué al borde del crimen, no fue por mi culpa: el no haberlo cometido no me vuelve menos desdichada.
Escribo para Ruth, mi hermana, y para Lilian, mi hermana de leche, cuyo afecto de …ver más…
Tal vez demasiado desilusionada y sin embargo con la misma timidez, llegué a esta casa desde cuyas ventanas estrechas y altas diviso la plaza San Martín, con su monumento. Aquí, en esta casa de la calle Esmeralda, escribo estas líneas que tendrán que ser las últimas.
Recuerdo como si fuese hoy la calurosa mañana de diciembre, brillando sobre el llamador de bronce, en forma de mano. Aquel día yo había estrenado un vestido floreado, que me daba felicidad, esa felicidad exagerada que sentimos, las mujeres, ante una prenda que nos embellece. Hacía tiempo que deseaba tener un vestido de ese color, celeste turquesa, con esas mismas flores, que me recordaban a la vez un jardín y una taza de té, en el día de mi cumpleaños. La súbita aparición del llamador en la puerta de calle oscureció por un instante mi alegría. En los objetos leemos el porvenir de nuestras desdichas. La mano de bronce, con una víbora enroscada en su puño acanalado, era imperiosa y brillaba como una alhaja sobre la madera de la puerta. Un portero con levita verde me llevó hasta el ascensor. Yo estaba nerviosa porque no sabía o suponía no saber pronunciar un nombre y un apellido que ahora me parecen familiares: el nombre de la dueña de casa. En los momentos en que nos creemos más perturbados, distraídos o abstraídos, más incapaces de observar, es cuando observamos mejor. Cuando murió mi padre, entre mis lágrimas, descubrí la forma verdadera de sus cejas y un lunar que