Suicidio, etimológicamente el término deriva del verbo latino "caedere" y del pronombre "sui", 'darse muerte a sí mismo'. El que se mata por sus propios deseos comete suicidio, afirmó el abate François Desfontaines en 1735, creador del término. Muchas religiones monoteistas lo consideraban un pecado, y en algunas jurisdicciones se consideraba un delito. Por otra parte, algunas culturas, especialmente las orientales, lo ven como una forma honorable de escapar de algunas situaciones humillantes o dolorosas en extremo.
Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento carnal y el motivo del acto, y no solo una consecuencia casi ineludible. Así los mártires no son considerados suicidas, dado que se sacrifican en nombre de una