Características De La Convivencia Humana
Respeto a la persona
Dios quiere convivir con los hombres -"habitó entre nosotros"-, pero, sin embargo, no impone a nadie esa convivencia sino que la ofrece a todos para que el que quiera la acepte: "He aquí que estoy a la puerta y llamo; si alguno escuchara mi voz y me abriera la puerta, entraré a él y con él cenaré y él conmigo" (Ap. 3, 20) Dios respeta la libertad de cada hombre y el cristiano debe tener también este mismo respeto a la persona en su convivencia con los demás.
El respeto a la persona es norma esencial en la convivencia cristiana, pues sólo así se salvaguardan los derechos personales. En cambio, cuando se actúa por otros criterios y se convierten los hombres en "cosas", se …ver más…
Precisamente por la ley moral es por la que puede obligar en conciencia a los súbditos, al menos en las cuestiones más importantes, y no sólo por la coacción externa de la fuerza policial.
Cuando la autoridad respeta el orden moral y a la persona humana, obliga incluso interiormente, es decir, en conciencia. Si no fuera por el orden moral nadie tendría derecho a obligar en conciencia a los demás, porque todos los hombres son esencialmente iguales. Sólo Dios puede obligar en conciencia y juzgar en lo más íntimo del corazón humano.
"Los gobernantes, por tanto, sólo pueden obligar en conciencia al ciudadano cuando su autoridad está unida a la de Dios."
Si se olvidase la recta razón y el orden moral en el ejercicio de la autoridad, sólo se podría obligar externamente y recurriendo a la violencia, lo cual es una injusticia.
c) Se debe obedecer a la autoridad legítima
Obedecer a los gobernantes no es sometimiento sino colaboración en la consecución del bien común de la sociedad. El ambiente óptimo social se da cuando los gobernantes y los gobernados colaboran y dialogan en la solución de los problemas sociales.
"La obediencia a las autoridades públicas no es, en modo alguno, sometimiento de hombre a hombre, sino, en realidad, un acto de culto a Dios, creador solícito de todo, quien ha ordenado que las relaciones de la convivencia humana se regulen en el orden que El mismo ha establecido; por otra parte, al rendir a Dios