Canastitas en Serie
Una vez terminadas, servan para guardar la costura, como centros de mesa, o bien para poner pequeos objetos y evitar que se extraviaran. Algunas seoras las convertan en alhajeros o las llenaban con flores. Se podan utilizar de cien maneras. Al tener listas unas dos docenas de ellas, el indio las llevaba al pueblo los sbados, que eran das de tianguis. Se pona en camino a medianoche. Era dueo de un burro, pero si ste se extraviaba en el campo, cosa frecuente, se vea obligado a marchar a pie durante todo el camino. Ya en el mercado, haba de pagar un tostn de impuesto para tener derecho a vender. Cada canasta representaba para l alrededor de quince o veinte horas de trabajo constante, sin incluir el tiempo que empleaba para recoger el bejuco y las otras fibras, prepararlas, extraer los colorantes y teirlas. El precio que peda por ellas era ochenta centavos, equivalente ms o menos a diez centavos moneda americana. Pero raramente ocurra que el comprador pagara los ochenta centavos, o sea los seis reales y medio como el indio deca. El comprador en ciernes regateaba, diciendo al indio que era un pecado pedir tanto. Pero si no es ms que petate que puede cogerse amontones en el campo sin comprarlo, y, adems, para qu sirve esa chchara, debers quedar agradecido si te doy treinta centavos por ella. Bueno, ser generoso y te dar cuarenta, pero ni un centavo ms. Tmalos o djalos. As, pues, en final de cuentas tena que venderla