Bocado de viento
La refrigeradora viajo cientos de kilómetros, y viajaría cientos más aun, antes de concluir su odisea. Seguiría siempre los cambios torcidos de Romualda, la mujer que hablaba con las piedras, y de pretónico, el viejo escupidor de fuego.
La pareja vivía en una aldea que apenas si lo era. No pasaba de una docena de ranchitos de palitos raquíticos susceptibles de pudrirse más rápidamente que los escasísimos billetes de papel dinero que circulaban por aquellos viaductos de la selva petenera.
A fuerza de machete y mucho sudor, de aquel que lo convierte en mina de sal, lograron abrir un claro ni muy amplio ni muy claro en donde habían erigido sus simulacros de cosas antes de morirse de sed. Ni energía les quedo para …ver más…
Pero al fin llego a donde empezaba el camino de verdad. Allí tuvo que pagar una fortuna para que le cuidaran la mula antes de que, muchas oras después de esperarla, apareció la camioneta destartalada que habría de conducir hasta ciudad flores. El amargo rufo de estricnina que generaba que generaba el sudor de tanta gente apretada casi le produce un nuevo desmayo pero se metió como pudo entre canastos, gallinas y brazos empapados, sin más daño que la casi mordida que le pega un cerdo en la oreja. Así emprendiendo el camino durante horas, hasta que pegando una sacudida tremenda, la camioneta tocia y se descompuso.
El chofer se bajo, abrió el capo, maldijo, le pego una patada a la llanta, volvió a maldecir y subió. Les pidió a los hombres bajar y empujar la camioneta hasta medio kilometro más bajo donde había una sombrita, por que arreglar el motor hijo de su madre iba a llevarle algún tiempo. Los hombres bajaron entonces. Petronio entre ellos, y después de considerable esfuerzo, consiguieron que la camioneta empezara a rodar lentamente, mientras las mujeres empezaban a cantar con voces entusiastas como desafinadas para subirle los ánimos. El chofer dirigía la operación mientras tornaba grandes tragos de ron transparente, sin marca, para refrescarse. Finalmente llegaron a la sombrita.
Allí transcurrieron varias horas mientras el chofer durmió una siestecita para reponerse de la fatiga antes de