Enseñar historia, competencias y valores
Desde la Declaración de Bolonia de 1999, las
universidades europeas estamos empeñadas en la
creación del Espacio Europeo de Educación
Superior (EEES), donde, por sugerencia de la OCDE, es
preceptivo aplicar el new paradigm in education, basado
en la "educación en competencias",
con el fin declarado de implementar una relación
más efectiva de la universidad con
la empresa y
el mercado laboral.
Quiero unirme hoy, desde la ciudad de Bolonia, a los que
critican el nuevo paradigma que
viene, oficialmente, el cual tiene ciertamente aspectos positivos
y aspectos negativos[1]de "obligado cumplimiento"
tanto en la Enseñanza Superior (donde ha de estar
implantado en 2010) como en la Enseñanza Media. Aspectos
que criticamos del nuevo paradigma anglosajón:
1) la apropiación tecnocrática del constructivismo,
avanzada tendencia didáctica y pedagógica vinculada a
las ciencias
sociales;
2) cierto olvido de la función
cultural y científica de la universidad, a favor de la
mercantilización de los estudios[2]
3) hacer interesadamente tabla rasa o manipular el sentido de
las reformas progresistas –de origen marxista y/o
constructivista- de la escuela en el
siglo XX, en América
y Europa. Todo ello
agravado por el método
burocrático seguido en su elaboración y puesta en
práctica, porque el Plan Bolonia es
una decisión administrativa, no consultada previamente con
las comunidades docentes,
salvo el caso de algunas comisiones temáticas financiadas,
con posterioridad a 1999, desde Bruselas. Concretamente, la
Comisión de Historia que con la
participación de profesores e historiadores de España y
otros países mostró, así y todo, atisbos de
apertura y realismo[3]a la hora de recoger la
especificidad de la historia y su enseñanza, y la
diversidad de las tradiciones didácticas en Europa.
Llegando a hacer en sus conclusiones tímidas referencias a
la
educación en valores y la
crítica
de los contenidos de la enseñanza. Renunciando, en
cualquier caso, a plantearse una propuesta más claramente
equilibrada y consensuada, que rectificara la dimensión
neoliberal de las directrices neoliberales de la OCDE y la
Comisión Europea, especialmente negativas para los
estudios humanísticos, históricos y sociales.
En la universidad española, estamos poniendo en
práctica por descontado la Declaración de Bolonia,
pero de forma diferente a como está previsto en las
directrices europeas[4]El rector de la Universidad
Complutense de Madrid (UCM)
ha escrito un artículo breve pero sustancioso en El
País del 9 de junio del 2008[5]que
representa el punto de vista de una parte apreciable de las
universidades públicas españolas (y seguramente de
otros países europeos).
Carlos Berzosa, rector de la UCM, titulaba su artículo:
"Sí a Bolonia, pero no así"; donde se dice: ""no
hay que hacer inevitablemente lo que esos documentos [de la
convergencia del EEES; en concreto, las
propuestas pedagógicas de las competencias] sino que
debemos ser los universitarios quienes elaboremos los planes de
estudio., así como decidir los métodos
docentes a aplicar".
Me trae esto a la memoria la
forma medieval de "obedecer pero no cumplir".
Rectificación por la vía de la práctica que
es, si acaso, en este momento más necesaria que nunca,
visto el desastre que la mercantilización sin control
está provocando en las finanzas y la
economía
mundial. No pasará lo mismo con la universidad, desde
luego, y menos en España. Otro caso es la enseñanza
media, no laboral, que estando al margen del Plan Bolonia,
está todavía más pero obligada
burocráticamente al fundamentalismo del new
paradigm de las competencias (sin considerar valores ni
contenidos).
Con el agravante de no disponer del contrapeso de la capacidad
mediatizadora y de influencia de los gestores y profesores
universitarios, distinta según los gobiernos. Las
anteriores reformas impuestas "desde arriba", incluso aquellas
que eran positivas, se han encontrado con la resistencia
directa y generalizada de los profesores de enseñanza
secundaria, nos tememos que vaya a pasar ahora lo mismo si no se
articulan vías de comunicación y rectificación
multilateral (como en la universidad), quedando la
rectificación por la vía de la práctica a la
responsabilidad individual del profesor en su
clase.
En la red
internacional Historia a Debate (HaD),
organizada en Internet a partir del
año 1999[6]tenemos a discusión una
propuesta de nuevo paradigma educativo para la historia,
más realista, de iniciativa latina, que coincide con el
nuevo paradigma anglosajón en unas cosas y diverge
nidiamente en otras. Tratamos de conciliar la teoría
de las competencias y del profesor-facilitador que se nos quiere
imponer, con la práctica y la experiencia docente.
Buscamos concertar -de forma autocrítica- las mejores
tradiciones de la escuela americana y europea en el siglo pasado,
con la necesidad de encontrar respuestas para los nuevos problemas de
la docencia de la
historia en el siglo XXI, tanto en la enseñanza
obligatoria como superior. Al tiempo que
evitar que los errores y excesos de una metodología del aprendizaje
centrada primariamente en potenciar habilidades, postergando la
función transmisora del profesor, favorezcan la vuelta de
la escuela autoritaria y elitista demandada por la parte
más conservadora, y atrasada, de la sociedad y sus
representantes políticos.
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