- Acontecimientos milagrosos
- Primera ley de la
termodinámica - Segunda ley de la
termodinámica - Tercera ley de
termodinámica - La
teoría del diseñador y
creador - Intervención de un dios en el
cosmos - Un
silogismo teológico - La
muerte y el Apocalipsis - La
muerte individual - La
muerte colectiva final - El
pensamiento apocalíptico - El
cerebro y el pensamiento
apocalíptico - El
Apocalipsis - Fuente
Para que la sociedad afectada conozca las circunstancias
y las razones que llevaron a que se perpetraran las violaciones,
genocidios, crímenes de lesa humanidad, crímenes de
guerra, torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones
forzadas. Para que se garantice que no se repetirán, y se
reconozca y preserve la experiencia colectiva de los
crímenes sufridos:
Esclarecer, en la medida de lo posible, los hechos
relativos a las violaciones de derechos humanos ocurridas en el
pasado. Amnistía Internacional.
Victor Stenger (1935- ). Es un físico de
partículas, ateo militante, autor de obras de
filosofía y escéptico religioso popular en Estados
Unidos. Con gran atrevimiento, el profesor Victor Stenger plantea
el argumento de que ahora ya sabemos bastante para desechar por
completo la hipótesis de dios.
Acontecimientos
milagrosos
Los teístas afirman saber más de dios, que
lo que los científicos saben hasta ahora del universo. Sin
embargo con lo que ya se sabe del universo se pueden desechar por
completo las hipótesis de dios.
Cualquier indicio de creación sobrenatural del
universo presupone aceptar que el universo tuvo un origen y que
ese origen no se produjo de modo natural. Es decir, que hubo
incumplimiento de las leyes naturales, la necesidad de un
acontecimiento causal, incomprensible en términos
materiales o naturales.
Se consideran milagros los acontecimientos
inexplicables, las coincidencias muy improbables, los
fenómenos cósmicos que violen las leyes naturales.
Por ejemplo, la aparición sorpresiva de un nuevo planeta
en el sistema solar, violaría la ley de la
conservación de la materia y la energía.
El problema ha sido para las personas con poca
instrucción, la mayoría hasta ahora, quienes
aceptan estos fenómenos sobrenaturales con explicaciones
poco racionales. Las personas con mentalidad científica
por el contrario, no aceptan hechos inusitados sin un mecanismo
natural y racional que los explique. Afirman que ni revoluciones
científicas, ni cambios en paradigmas han anulado la
esencia de las leyes físicas descubiertas.
Estas leyes se han ampliado con aportaciones como la
relatividad y la mecánica cuántica, sin que pierdan
se vigencia. La ley de la gravedad de Newton, por ejemplo,
permite ahora calcular las órbitas de las naves
espaciales. Estas leyes básicas rigen todo el universo
desde hace mas de 30 mil millones de años.
Aceptamos como milagros los hechos inexplicables, las
coincidencias improbables. Si observamos algún
incumplimiento de las leyes naturales durante el insignificante
periodo de nuestras vidas, es razonable aceptarlo como un
verdadero milagro. Si dios existe habrá tenido la
capacidad de originar y repetir por lo menos alguno de estos
hechos milagros. Si no se observa ninguno, queda sustentada la
hipótesis de que dios no existe.
Primera ley de la
termodinámica
La primera ley de termodinámica postula que "La
materia o energía no se destruye, solo se transforma". Que
científicamente esté comprobado que la materia o
energía no se destruye, significa que la materia o
energía es eterna, es decir que siempre ha existido y
existirá siempre. ¿Qué necesidad hay
entonces de complicar esta verdad con la búsqueda de un
creador y de un milagro de creación?. La posible
existencia de un dios no tiene la contundencia de la existencia
de la materia o energía. ¿Y si la materia o
energía es eterna por qué no buscar en ella las
explicaciones o respuestas a muchas preguntas?
Segunda ley de la
termodinámica
La segunda ley de la termodinámica expresa que
"La entropía o desorden total de un sistema cerrado, se
mantiene constante, o aumenta con el tiempo". Los creacionistas
plantean que si el universo inicialmente fue un caos, con
entropía o desorden máximos, es necesario
presuponer que en algún momento alguien, desde afuera,
tuvo que impartir la orden para que iniciara su
ordenamiento.
Un universo en expansión pudo haber partido del
caos, sin que ello fuera obstáculo para la
formación localizada de algún orden respetuoso de
la segunda ley de la termodinámica.
Un sistema al expandirse aumenta su capacidad
entrópica, de manera que el valor de su entropía
máxima va alejándose progresivamente del valor
máximo que tenía en un comienzo. Es decir en un
sistema en crecimiento o expansión, el valor de su
entropía va estando cada vez más lejos de su
máximo.
En el momento anterior al Big Bang, la entropía
del universo era máxima y su tamaño o volumen era
mínimo. Conociendo el diámetro aproximado actual
del universo y el tiempo posterior al Big Bang y sabiendo que se
expande a la velocidad de la luz se puede estimar el volumen que
tenía el universo en el momento del Big Bang.
El universo se encontraba en un completo desorden, en un
estado de caos, sin ninguna estructura ni organización.
Después de la gran explosión o Big Bang, el
universo empezó a expandirse a la velocidad de la luz, a
aumentar progresivamente la capacidad de la entropía o
desorden y a permitir por tanto la formación de
estructuras y organizaciones.
Tercera ley de
termodinámica
Con respecto al orden y desorden de los cuerpos
cristalinos en función de la temperatura no hay que
olvidar que la tercera ley de la termodinámica dice que
"Los cuerpos cristalinos se desordenan cuando se calientan, pero
se ordenan a medida que se enfrían. Otra ley nos informa
que los gases al expandirse se enfrían y al comprimirse se
calientan.
La teoría
del diseñador y creador
Los creacionistas afirman que dios primero
diseñó y luego creó el universo. Los
científicos afirman que antes del Big Bang el universo era
un agujero negro en completo caos y que después de esta
gran explosión se fue expandiendo y adquiriendo un orden
complejo. Si hubo un diseñador y creador del universo
antes del Big Bang, no dejó huellas de su existencia, por
lo que igualmente se puede decir que pudo o no haber existido. No
es sustentable científicamente el universo inicial
descrito por las religiones: Un universo diseñado y creado
con un tamaño y otras características
constantes.
¿Por qué hay algo en vez
de nada?
Lograr un vacío absoluto es
imposible. Alcanzar un vacío cada vez mayor necesita de un
aumento exponencial de energía. Esto nos hace ver que en
general es más fácil que exista algo a que no
exista nada.
De donde salen las leyes de la
física
Los físicos inventaron modelos para
describir el comportamiento del universo. Estos modelos se basan
en principios generales tradicionalmente llamados leyes. Para que
un principio natural sea objetivo y universal, tiene que estar
formulado de tal manera que no dependa de alguna circunstancia
como, posición, dirección, o tiempo en el espacio.
Las leyes físicas son inherentes a la materia o
energía, no han sido impuestas por algún dios, como
se dice de los diez mandamientos.
Intervención de un dios en el
cosmos
Muchos acontecimientos celestes inesperados
se aceptaron como milagros al comienzo de la historia humana. Los
fenómenos astronómicos espectaculares que
antiguamente se consideraron hechos sobrenaturales, han sido
explicados y calculados por la ciencia como fenómenos
presentes con alguna regularidad. Entre ellos se cuentan los
eclipses y los cometas.
El eclipse total del sol en el año
585 a.C. en Asia menor terminó con una batalla entre Medas
y Lidios, que huyeron despavoridos. Sin embargo este eclipse
parece haber sido el primer fenómeno predicho
científicamente por Tales de Mileto en base a registros
babilónicos. Posteriormente se logró establecer
como fecha exacta de este eclipse el 28 de mayo del año
585 a.C.
Los eclipses bastante infrecuentes se
repiten sin embargo y siguen las leyes físicas al igual
que los fenómenos más familiares a la experiencia
humana, como la salida y puesta del sol, y las fases de la
luna.
El cometa Halley
Edmund Halley usando la mecánica
newtoniana de su amigo contemporáneo predijo que el cometa
visto en 1682 volvería en 1759 y seguiría
apareciendo cada 66 años.
Hasta la fecha ni con los instrumentos
astronómicos más sofisticados se ha podido captar
acontecimientos que puedan describirse como milagros
cósmicos.
Un silogismo
teológico
1. Todo lo que empieza a existir
tiene una causa.
2. El universo empezó a
existir.
3. Por lo tanto, el universo tiene
una causa.
En verdad lo anterior no se trata de un
silogismo sino de un sofisma, es decir, un argumento aparente con
que se quiere defender o persuadir algo falso. Las dos premisas
son falsas de acuerdo a la primera ley de la termodinámica
de la conservación de la materia o energía. La
materia o energía no se crea ni se destruye, solamente se
transforma. Cuando alguna premisa es falsa, la conclusión
también es falsa, y en este caso ambas premisas son
falsas.
Fuente:
De God: The Failed Hypothesis, Victor
Stenger, del libro Dios no existe de Christopher
Hitchens.
La muerte y el
Apocalipsis
Para que la sociedad afectada conozca las circunstancias
y las razones que llevaron a que se perpetraran las violaciones,
genocidios, crímenes de lesa humanidad, crímenes de
guerra, torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones
forzadas. Para que se garantice que no se repetirán, y se
reconozca y preserve la experiencia colectiva de los
crímenes sufridos:
Esclarecer, en la medida de lo posible, los hechos
relativos a las violaciones de derechos humanos ocurridas en el
pasado. Amnistía Internacional.
Ian McEwan (1948- ). Novelista y guionista
británico activo en la frontera entre lo cotidiano y lo
místico. Poco tolerante con la invocación de lo
sobrenatural. Con inteligencia fría y lúcida aborda
la historia y mistificación de lo apocalíptico, y
la tristísima pulsión de muerte que asecha bajo
cualquier sumisión a la fe.
La muerte
individual
Al mirar escenas multitudinarias en exposiciones
fotográficas de siglos pasados reflexionamos que las
personas de esas imágenes cumplieron su ciclo vital y ya
no existen, están muertas. Llama la atención sin
embargo el curioso ajetreo con que todas las personas tratan de
ignorar el hecho de que tienen que morir. Se ha dicho que las
fotografías atestiguan la inocencia y vulnerabilidad de la
vida que va siempre hacia su propia destrucción. Son el
inventario de la mortalidad. Muestran a la gente en un lugar y a
una edad irrefutable de sus vidas. Agrupan momentáneamente
a personas y cosas, que luego se separan y siguen el curso de sus
respectivos destinos. Lo mismo pasará con alguna
fotografía de algún grupo nuestro observada en el
futuro. El observador verá en ella personajes
desaparecidos, entrañablemente anticuados, imbuidos de la
importancia de sus propias inquietudes, completamente ignorantes
de la fecha y circunstancias de sus muertes.
Estamos acostumbrados a reflexiones sobre la muerte
individual: Es un hecho desconcertante cuando se trata de
niños, reaparece como trágica realidad inaceptada
por todos en su alrededor, tiene un borroso significado en el
ajetreo de la madurez antes del regreso brusco y premonitorio al
sueño eterno, es la extinción a la que siempre
vamos y en la que definitivamente nos perderemos. Nada más
terrible, ni nada más cierto, es el no estar aquí,
ni en ningún otro sitio.
En las religiones se han creado consuelos para hacernos
creer que no moriremos. Aceptamos la muerte en la literatura y en
el arte como una tensión creativa y paradójica,
como una premisa para intentar hacer sobrevivir lo representado,
lo amado o celebrado, que no puede durar. De ella no se conoce la
fecha de defunción, solo ciertos márgenes de
posibilidad biológica.
La muerte
colectiva final
Más difícil es determinar el momento y las
circunstancias de la defunción colectiva de lo que haya de
humanos, al final de la civilización, del proyecto humano.
Puede suceder en este siglo o en miles de años, producirse
silenciosa, discretamente de manera imperceptible. Ante la
imposibilidad de conocer con certeza la fecha de ese final,
muchos han tratado de ubicarla al final de cada siglo. Desde que
se conoce la escritura, se ha registrado historias fascinantes
que predican el cómo y el cuándo de nuestra
destrucción a escala total. Estas historias como final de
la vida en la tierra, de los últimos días, del fin
de los tiempos o del apocalipsis, están asociadas con
ideas de castigo divino y de redención final. Son
creídas por muchas personas con fervor.
El pensamiento
apocalíptico
Los movimientos apocalípticos
contemporáneos, cristianos e islámicos, con la
fantasía común de un final violento de la
humanidad, han incidido profundamente en la política
mundial.
El pensamiento apocalíptico es:
Demonizador, al despreciar a otros grupos y
religiones por adorar a otros dioses para ellos falsos. Estos
infieles no serán salvados del fuego del
infierno.Totalitario, con ideas inmodificables y
totalizantes, basadas en anhelos y creencias sobrenaturales,
inmunes a pruebas en su contra y protegidas contra
implicaciones de nuevos conocimientos.Con episodios patéticos y
cómicos de anticristos, bestias, babilonias, rameras,
juicio final y redención al reescribir constantemente
el futuro.Repetidor, de las predicciones sobre el
juicio final. Durante más de quinientos años se
viene proclamando una fecha sin que haya sucedido
nada.Tradicionalista, ha mantenido la fantasía
apocalíptica judaica, primero en el pueblo
judío, luego en los cristianos, pueblos que se han
considerado sucesivamente los elegidos de dios, únicos
con la posibilidad de salvación. Esta idea, causante
del racismo contemporáneo, ha sido tan atractiva y ha
estado tan arraigada en desposeídos y desequilibrados,
que ninguna represión oficial ha sido capaz de
erradicarla.Creador, del anticristo como figura de un hombre
simple, que llega a lo más alto, y que bajo su
apariencia virtuosa esconde un poder satánico. Durante
los cinco siglos estudiados por Cohn, y en nuestros
días esta figura corresponde a la del papa.Capacidad de adaptación sin límites.
Su contenido ha tenido un atractivo perenne y fascinante.
Cristóbal Colón en una carta de su primer
viaje, cuando arribó al archipiélago de las
Bahamas, dice entre otras cosas, que Nuestro Señor lo
hizo conquistador del nuevo cielo y tierra profetizados por
san Juan en el Apocalipsis. Cristóbal Colón
cuando tocó tierra en América, creyó
haber sido implicado en los planes de dios para el reinado
milenario en la tierra, creyó que por
predestinación había encontrado el
paraíso terrenal prometido en el
Apocalipsis.
Muchedumbres
apocalípticas
El magistral libro, en Pos del milenio, escrito por
Norman Cohn, a mediados del siglo XX, trata sobre los movimientos
apocalípticos en el norte de Europa durante los siglos XI
a XVI. Estas sectas fueron dirigidas por algún profeta
carismático de la clase artesana o de los
desposeídos. Se inspiraron en el Apocalipsis y estaban
obsesionadas con la idea de un final total inmediato, precedido
de masacres de judíos, curas y terratenientes, y seguido
por el establecimiento definitivo del reino de dios en este
mundo.
Eran muchedumbres fanáticas compuestas por
decenas de miles de desposeídos, que vagaban
famélicas de ciudad en ciudad, sin lugar fijo llenas de
locas esperanzas e intenciones asesinas. Sus bandas eran
reprimidas por las autoridades seculares y eclesiásticas
con violencia apabullante. Transcurridos algunos años, o
una generación, aparecían nuevos líderes con
ligeras diferencias en su discurso.
Conviene recordar que muchedumbres nómadas fueron
también las que siguieron a las Cruzadas y que sus
víctimas fueron judíos y musulmanes.
El Apocalipsis y los Estadounidenses
Estados Unidos primera potencia mundial, responsable del
80% de la investigación científica total, muestra
al mundo en encuestas sobre convicciones religiosas
aproximadamente los siguientes resultados:
90% de los estadounidenses no han dudado nunca de la
existencia de dios y están seguros de ser llamados a
responder por sus pecados en el juicio final.53% son creacionistas y están de acuerdo que
el universo fue creado por dios hace unos 6000
años.44% están seguros de que antes de cincuenta
años regresará Jesús a juzgar vivos y
muertos.12% están convencidos de que la tierra ha
evolucionado por selección natural sin
intervención de alguna instancia
sobrenatural.
Para los estadounidenses la profecía
bíblica del juicio final consiste en un mundo purificado
por catástrofes antes de ser redimido, sin conflictos y
convertido completamente al cristianismo antes del regreso de
Jesús. El interés por esta profecía es
más fuerte en Estados Unidos, que en cualquier otro lugar
del mundo y afecta a millones de personas, desde grupos
marginados, de nivel educativo y económico bajos, hasta
universitarios, élites y cumbres de poder. No hay que
olvidar que el presidente Reagan estuvo preocupadísimo
porque faltaban pocos días para el juicio final, y esta
oleada de inquietud recorrió todo el mundo en
1984.
Los resultados de las encuestas sobre las
profecías apocalípticas siempre despiertan
escándalos o aspectos placenteros y excitantes. Entre los
encuestados hay ateos que niegan categóricamente la
existencia de un dios. Hay teístas que se declaran
convencidos de que la Biblia es la palabra literal de dios. De
ella, para algunos se derivan todos los preceptos morales
válidos y los pensamientos en términos generales de
amor, comprensión y perdón. Para otros, de ella
proceden la esclavitud, la limpieza étnica, el
infanticidio, el genocidio, ordenados por el dios celoso del
Antiguo Testamento.
El cerebro y el
pensamiento apocalíptico
El cerebro es muy hábil para involucrarnos de un
modo inmediato en temas completamente contradictorios. La misma
persona puede pasar del temor por la inmediatez del juicio final
a la alegría de los buenos resultados de un plan de ahorro
a largo plazo. De ordenar medidas contra una inundación
actual, a sugerir acciones para evitar contaminación
ambiental a largo plazo. De rechazar en una reunión
escolar la introducción en el pensum del tema de la
selección natural y de protestar en un consejo comunitario
siguiente la difusión de ideas creacionistas.
El
Apocalipsis
El Apocalipsis es el último libro de la Biblia,
el más raro y escabroso, tan importante ahora en Estados
Unidos como lo fue en Europa en el Medioevo. Apocalipsis es una
palabra de origen griego que significa revelación. Aunque
esta palabra se usa como sinónimo de catástrofe, es
la descripción literaria del escritor Juan de Patmos de lo
que supuestamente le reveló un ser sobrenatural. Entre los
siglos II a.C y I d.C. hubo en la tradición judía
cientos de videntes como Juan de Patmos. En el siglo II d.C.
todos los demás Apocalipsis fueron prohibidos por la
autoridad canónica cristiana. El de Juan de Patmos
sobrevivió, porque hasta entonces se creía que el
autor había sido Juan el discípulo amado de
Jesús.
Seguramente muy distinta hubiera sido la historia de
Europa y América, si el Apocalipsis no se hubiera incluido
en la Biblia como estuvo a punto de ocurrir.
La escritura de la Apocalipsis ha sido fechada entre los
años 95 y 96 d.C. con motivo de la persecución de
los cristianos por el emperador romano Domiciano. Sobre su autor
Juan de Patmos solo se sabe con certeza de que no se trata del
apóstol Juan.
Se ha visto el Apocalipsis como un repaso de la historia
humana, en cuya última fase siempre nos encontramos. Lo
más probable es que el objetivo general de la obra fuera
dar esperanza y consuelo a los fieles, mediante la certeza de que
sus tribulaciones pronto llegarían a su fin con el triunfo
definitivo del reino de dios.
Una opción especialmente importante para los
Estados Unidos de posguerra ha sido ver este libro como el relato
exclusivo de los últimos días de la
humanidad.
La tradición protestante identificó
durante siglos como el Anticristo del Apocalipsis, primero al
Papa, luego a la Unión Soviética, a la Unión
Europea, al laicismo y a los ateos. Algunas sectas protestantes
han identificado como fuerzas satánicas del Apocalipsis
encargadas de retrasar el juicio final, a aquellas que siembran
concordia entre los pueblos. Organizaciones internacionales que
trabajan por la conciliación internacional, como las
Naciones Unidas y el Consejo Mundial de Iglesias.
Fuente
Blues del fin del mundo, Ian McEwan del libro Dios no
existe de Christopher Hitchens.
Autor:
Rafael Bolívar Grimaldos