- Resumen
- La bioquímica del
amor - Fundamentos
sociológicos del amor - Amor,
matrimonio y familia - Conclusión
- Bibliografía
Resumen
El presente artículo trata sobre los aportes
actuales de las investigaciones
realizadas por la bioquímica
y la sociología en el estudio del amor. Ambas
vertientes del conocimiento
humano confluyen y se complementan en esta compleja
temática. La primera, dentro de la naturaleza
química y
biológica del ser humano, da a conocer la importancia
catalizadora de hormonas
sexuales tales como la testosterona, el estradiol y la acción
de la feniletilamina a partir de su accionar en la corteza
cerebral y los efectos de compuestos
orgánicos u hormonas tales como la dopamina, la
norepinefrina y la oxitocina en el proceso del
enamoramiento. La segunda, a través de diversos autores
mayormente de habla extranjera, se presenta como un reciente
campo de estudio sociológico para conocer las condiciones
sociales determinantes de la existencia del amor en el sino de la
humanidad.
Palabras clave: Bioquímica del amor,
sociología del amor, hormonas sexuales, feniletilamina,
dopamina, norepinefrina, oxitocina, enamoramiento, matrimonio.
Introducción
Desde sus umbrales, el presente siglo XXI, a partir de
facetas muy variadas del conocimiento humano, presenta resultados
y aportes muy relevantes sobre el estudio del amor: un tema que
otrora era privativo de la psicología, la
psiquiatría, la endocrinología, la
sexología, la historia, la pedagogía, la historia, la antropología además de haber sido
preferencia temática de algunos estudios de la ética, la
estética y la filosofía. En el
actual contexto, concurren dos grandes afluentes de
investigaciones e indagaciones: las provenientes de la
bioquímica y las ciencias
sociales. En esta comunicación trataré de
correlacionar las ideas más importantes de estas
vertientes para desembocar en una interpretación sociológica matizada
con una óptica
muy latinoamericana basada principalmente en la obra de Justo
Ulloa y José
Ingenieros. En primer lugar, intentaré interpretar la
aseveración de si el amor
—por lo menos en su etapa de enamoramiento— es una
enfermedad, en el sentido de ser una intoxicación de
hormonas: testosterona o el estradiol (ULLOA, 1963: 61) o del
sentido que se le da actualmente a la denominada "química
del amor" con la acción de la feniletilamina, la dopamina,
la norepinefrina y la oxitocina. Luego, a la luz de las
líneas generales, desarrolladas principalmente por
José Ingenieros (1970) pretenderé generar una
interpretación sociológica del amor considerando
que en nuestro medio este campo de estudio es significativamente
incipiente por no decir inexistente.
Fue Justo Ulloa, un médico chileno que, en los
años sesenta del siglo pasado, ensayaba, entre otros
temas, una pionera interpretación materialista del amor,
concluía —en un subtema intitulado "biología del alma"—
que el amor era tanto una intoxicación de hormonas
sexuales y el resultado de específicos reflejos
condicionados (1963: 59-65). Hoy en día, con los avances
de la ciencia y
la tecnología, se sabe que efectivamente
existe una base bioquímica en la existencia del
enamoramiento y que este hecho es, en efecto, y para la buena
suerte de muchos, una envidiable enfermedad.
"Los síntomas del enamoramiento
que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido
afortunados, son el resultado de complejas reacciones
químicas del organismo que nos hacen a todos sentir
aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como
único en el mundo" (MUÑOZ DE LA PEÑA,
2002).
Como proceso bioquímico, el amor "se inicia en la
corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al
sistema
endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas"
(MUÑOZ DE LA PEÑA, 2002). El catalizador de esta
vivencia tan maravillosa es un compuesto orgánico de
la familia de
las anfetaminas:
la feniletilamina. O sea, aquella metáfora de
"tener uno la cabeza caliente" o "perder la cabeza por alguien"
tiene, paradójicamente, mucho de verdad. La
sobreproducción de feniletilamina en el cerebro produce
la secreción de otros compuestos, cada uno de ellos,
especializados en provocar determinados efectos que forman parte
de los síntomas del enamoramiento.
La dopamina es un neurotransmisor que refuerza la
capacidad del deseo y de repetir comportamientos que proporcionan
placer. La norepinefrina y la oxitocina que
estimulan las contracciones uterinas para el parto, hacen
brotar la leche materna
devienen, al parecer, en mensajeros químicos del deseo
sexual. La oxitocina, según el experto en el estudio del
cerebro, Gareth Leng, de la Universidad de
Edimburgo, es la hormona que ayuda a forjar lazos permanentes
entre amantes tras la primera oleada de emoción e incluso
potencia y
refuerza el comportamiento
maternal (BBC, 2004) además de su importancia en la
obtención de altos niveles de bienestar, como en el
orgasmo, o en la unión prolongada de las parejas (ADAMS,
2007).
La explicación bioquímica del amor
—que aún se encuentra en sus primeros pasos—
pareciera desilusionar a los románticos que todavía
quedan en el mundo y, en cierta forma, provocaría un
deicidio de figuras míticas tan reconocidas como la diosa
Venus, Eros o criaturas de embeleso como Cupido u otros seres de
la mitología universal.
Asimismo, no debemos olvidar los planteamientos sobre la
posibilidad de elegir pareja mediante la captación
olfativa de las feromonas que emiten las personas. No obstante,
es inevitable plantear una pregunta crucial: ¿es
determinante el aspecto bioquímico en el surgimiento y
desarrollo del
amor? La respuesta pareciera ser afirmativa; pero mirando las
cosas con mayor detenimiento no podemos olvidar la esencia
sociológica del amor como hecho o fenómeno
esencialmente social.
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