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Una pareja contra su época. La relación de Alfonso XI el Justiciero y Leonor de Guzmán



Partes: 1, 2

    1. Abstract
    2. Desarrollo

    Abstract:

    La vida cotidiana es un elemento común en reyes y
    plebeyos; se compone de lo rutinario, pero también de
    aquello que trasgrede lo "normal" para una sociedad. Uno
    de estos casos claros de trasgresión fue el del monarca
    castellano
    Alfonso XI, el cual rechazando a su esposa María de
    Portugal, eligió vivir con su concubina Leonor de
    Guzmán; la cual nunca ocultó sino que la
    inmortalizó en diversas obras que perviven hasta nuestros
    días. De esta relación surge la bastarda
    dinastía Trastámara, común a las coronas de
    Castilla y Aragón hasta los Reyes Católicos. Lo
    vivido por ésta pareja fue conocido por toda Europa y existe
    sobrada información sobre su romance como para
    preguntarnos como fue permitida tal osadía y
    contravención a lo políticamente correcto en una
    sociedad en la que los valores
    profesados por la Iglesia
    Católica estaban sosteniendo todo el entramado de
    relaciones sociales, o por lo menos es la imagen que
    vulgarmente se tiene de una época homogeneizada tras la
    cruz y el yelmo. Me es lícito entonces, plantear la
    posibilidad de que existiera una consideración especial
    para aquellos que detentaran el poder, o por
    el contrario que junto a la construcción axiológica cristiana
    existiera otra conocida y aceptada, la cual avalara una
    relación que hasta a muchos de nosotros se nos presenta
    como escandalosa.

    Desarrollo

    Para comprender la posibilidad de que una concubina real
    pudiera imponerse como reina de hecho en Castilla,
    relegando a quien lo era de derecho, debemos abandonar la imagen
    condenatoria que pesa sobre la Edad Media.
    Esta construcción humanista carece de fundamento y
    homogeniza a un milenio bajo el oscurantismo y la
    superstición. La vista, que a la luz de los nuevos
    trabajos se nos presenta, es por demás rica en matices y
    con una gran efervescencia político – religiosa. En
    tal clima, de luchas
    de poder entre un papado corrompido y un imperio que desea ser
    laico y soberano, se inscribe la vida de Alfonso XI y Leonor de
    Guzmán y Ponce de León. Pocos historiadores han
    profundizado en la relación que se entabló entre
    ambos personajes, argumentando que solo incumbe a la vida
    privada; a ella solo se refieren como un acontecimiento menor en
    la vida del monarca castellano, exaltando su actuación
    política y
    militar.

    Si deseamos entender la situación planteada en
    toda su magnitud debemos ubicarnos en su contexto; a principios del
    siglo XIV el papado se hallaba asentado en Aviñón,
    a causa de las guerras entre
    güelfos y gibelinos en territorios pontificios, y la Iglesia
    presentaba una marcada decadencia y laxitud en sus costumbres. Al
    mismo tiempo, Miguel
    Cesena y Guillermo de Ockham trataban de imponer el laicismo en
    Europa, el cual sostenía el derecho del poder imperial y
    la formación de monarquías nacionales. Estas ideas
    arraigaron en territorios hispanos y se manifestaran por medio de
    leyes en los
    últimos años del reinado de Alfonso y a lo largo
    del de su hijo Pedro I el Cruel; en la Compendiosa
    Historia
    Hispánica
    se argumenta que los crímenes reales
    deben ser tolerados porque: si un pueblo tiene la mala fortuna
    de ser gobernado por un rey cruel, lo es por decreto divino y no
    humano, y todo súbdito ha de someterse, aunque haya sido
    injuriado personalmente por el monarca
    . De aquí se
    desprende que el soberano poseía absoluta libertad de
    acción
    en tierras castellanas, además al rey pertenesçe
    e a poder de fazer fueros, e leys, e de las interpretar e
    declarar, e emendar do viere que cumple
    ; estaba a tal punto
    exento de las leyes que ,a pesar que el Fuero Viejo de
    Castilla
    dice que cuando se trate de un amor
    ilícito la mujer casada
    tiene pleno derecho sobre la vida de la soltera sorprendida con
    su marido: que se vengue de ella como quisiere, la reina
    María se vio impedida de propinar daño
    alguno a la concubina regia a pesar de que la ley le daba
    derecho a ello; por ende se puede afirmar que tanto el monarca
    como sus protegidos se encontraban autónomos y en plena
    ventaja respecto del pueblo castellano en su conjunto. Estas
    citas ilustran claramente la posición que los reyes
    estaban tomando, la cual se encaminaba al absolutismo,
    por lo que a la Iglesia, debilitada y corrompida, se la fue
    relegando a un papel pastoral y no rector de la actuación
    del monarca. Basándonos en las ideas y situaciones que
    vivía Europa podemos entender el
    porqué del atrevimiento de Alfonso XI, al osar apartar de
    la corte a la hija del rey portugués, María, para
    ensalzar con honores a su concubina Leonor. Pero esta mujer no era una
    persona del
    Estado Llano,
    sino que formaba parte de la estirpe de los Guzmanes, lo cual no
    era una excepción a la regla debido a que una barragana no
    podía serlo si no era dama de cierta hidalguía. La
    Crónica de Alfonso XI describe a Leonor diciendo:
    et como quiera que fuese viuda, era de pocos días
    más que el Rey, et rica dueña, et muy fija-dalgo,
    et en fermosura era la mas apuesta muger
    que avia en el
    regno
    . Tal mención, además de lisonjear su
    belleza, nos hace ver que Leonor era de ascendencia hidalga y de
    rica cuna. La casa de Guzmán había dado, previo a
    Leonor, varias mujeres que fueron compañía de
    monarcas castellanos. Es por ello que no sorprende que Leonor
    siguiera los pasos de sus antepasadas, además formando
    parte de la familia
    real ya que descendía de Alfonso X.

    La hermosura de Leonor, que el Justiciero destaca
    en sus poemas, es
    acompañada por una gran astucia e inteligencia,
    como se observa en el siguiente fragmento:

    E Dios Padre ennobleció una dueña de
    gran altura […]/ e dióle sseso e ssabençia/
    e de razón la conplió, / de graçia e de
    parençia/ flor de quantas omne vió;
    […]

    Es extraño que se mencione como atributo de una
    dama la inteligencia, debido a que se creía que eran de
    saber limitado. Pero hay pruebas
    sobradas sobre la astucia de Leonor, que le sirvió tanto
    para lograr ubicar a sus hijos en puestos de poder
    llenándolos, a través de Alfonso XI, de
    títulos y riquezas. A Enrique, se lo nombró conde
    de Trastámara, y sobre Fadrique recayó el
    maestrazgo de la Orden de Santiago; dando las de Calatrava y
    Alcántara a sus parientes. Ante cada uno de los nacimiento
    de sus hijos, de la decena que gestó Leonor, el rey le
    otorgaba extensas posesiones que convirtieron, en palabras de
    Hilario Fernández, a La Favorita en una poderosa
    señora feudal, cuyos dominios se extendían por
    Villagarcia de Campo, Alcalá de Guadaira, Paredes de Nava,
    Medina Sidonia, Menzón Algeciras, Tordesillas, Huelva,
    Córdoba, Lucena; todas estas posesiones
    correspondían a Castillos de la actual
    Andalucía.

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