Una pareja contra su época. La relación de Alfonso XI el Justiciero y Leonor de Guzmán
Abstract:
La vida cotidiana es un elemento común en reyes y
plebeyos; se compone de lo rutinario, pero también de
aquello que trasgrede lo "normal" para una sociedad. Uno
de estos casos claros de trasgresión fue el del monarca
castellano
Alfonso XI, el cual rechazando a su esposa María de
Portugal, eligió vivir con su concubina Leonor de
Guzmán; la cual nunca ocultó sino que la
inmortalizó en diversas obras que perviven hasta nuestros
días. De esta relación surge la bastarda
dinastía Trastámara, común a las coronas de
Castilla y Aragón hasta los Reyes Católicos. Lo
vivido por ésta pareja fue conocido por toda Europa y existe
sobrada información sobre su romance como para
preguntarnos como fue permitida tal osadía y
contravención a lo políticamente correcto en una
sociedad en la que los valores
profesados por la Iglesia
Católica estaban sosteniendo todo el entramado de
relaciones sociales, o por lo menos es la imagen que
vulgarmente se tiene de una época homogeneizada tras la
cruz y el yelmo. Me es lícito entonces, plantear la
posibilidad de que existiera una consideración especial
para aquellos que detentaran el poder, o por
el contrario que junto a la construcción axiológica cristiana
existiera otra conocida y aceptada, la cual avalara una
relación que hasta a muchos de nosotros se nos presenta
como escandalosa.
Desarrollo
Para comprender la posibilidad de que una concubina real
pudiera imponerse como reina de hecho en Castilla,
relegando a quien lo era de derecho, debemos abandonar la imagen
condenatoria que pesa sobre la Edad Media.
Esta construcción humanista carece de fundamento y
homogeniza a un milenio bajo el oscurantismo y la
superstición. La vista, que a la luz de los nuevos
trabajos se nos presenta, es por demás rica en matices y
con una gran efervescencia político – religiosa. En
tal clima, de luchas
de poder entre un papado corrompido y un imperio que desea ser
laico y soberano, se inscribe la vida de Alfonso XI y Leonor de
Guzmán y Ponce de León. Pocos historiadores han
profundizado en la relación que se entabló entre
ambos personajes, argumentando que solo incumbe a la vida
privada; a ella solo se refieren como un acontecimiento menor en
la vida del monarca castellano, exaltando su actuación
política y
militar.
Si deseamos entender la situación planteada en
toda su magnitud debemos ubicarnos en su contexto; a principios del
siglo XIV el papado se hallaba asentado en Aviñón,
a causa de las guerras entre
güelfos y gibelinos en territorios pontificios, y la Iglesia
presentaba una marcada decadencia y laxitud en sus costumbres. Al
mismo tiempo, Miguel
Cesena y Guillermo de Ockham trataban de imponer el laicismo en
Europa, el cual sostenía el derecho del poder imperial y
la formación de monarquías nacionales. Estas ideas
arraigaron en territorios hispanos y se manifestaran por medio de
leyes en los
últimos años del reinado de Alfonso y a lo largo
del de su hijo Pedro I el Cruel; en la Compendiosa
Historia
Hispánica se argumenta que los crímenes reales
deben ser tolerados porque: si un pueblo tiene la mala fortuna
de ser gobernado por un rey cruel, lo es por decreto divino y no
humano, y todo súbdito ha de someterse, aunque haya sido
injuriado personalmente por el monarca. De aquí se
desprende que el soberano poseía absoluta libertad de
acción
en tierras castellanas, además al rey pertenesçe
e a poder de fazer fueros, e leys, e de las interpretar e
declarar, e emendar do viere que cumple; estaba a tal punto
exento de las leyes que ,a pesar que el Fuero Viejo de
Castilla dice que cuando se trate de un amor
ilícito la mujer casada
tiene pleno derecho sobre la vida de la soltera sorprendida con
su marido: que se vengue de ella como quisiere, la reina
María se vio impedida de propinar daño
alguno a la concubina regia a pesar de que la ley le daba
derecho a ello; por ende se puede afirmar que tanto el monarca
como sus protegidos se encontraban autónomos y en plena
ventaja respecto del pueblo castellano en su conjunto. Estas
citas ilustran claramente la posición que los reyes
estaban tomando, la cual se encaminaba al absolutismo,
por lo que a la Iglesia, debilitada y corrompida, se la fue
relegando a un papel pastoral y no rector de la actuación
del monarca. Basándonos en las ideas y situaciones que
vivía Europa podemos entender el
porqué del atrevimiento de Alfonso XI, al osar apartar de
la corte a la hija del rey portugués, María, para
ensalzar con honores a su concubina Leonor. Pero esta mujer no era una
persona del
Estado Llano,
sino que formaba parte de la estirpe de los Guzmanes, lo cual no
era una excepción a la regla debido a que una barragana no
podía serlo si no era dama de cierta hidalguía. La
Crónica de Alfonso XI describe a Leonor diciendo:
et como quiera que fuese viuda, era de pocos días
más que el Rey, et rica dueña, et muy fija-dalgo,
et en fermosura era la mas apuesta muger que avia en el
regno. Tal mención, además de lisonjear su
belleza, nos hace ver que Leonor era de ascendencia hidalga y de
rica cuna. La casa de Guzmán había dado, previo a
Leonor, varias mujeres que fueron compañía de
monarcas castellanos. Es por ello que no sorprende que Leonor
siguiera los pasos de sus antepasadas, además formando
parte de la familia
real ya que descendía de Alfonso X.
La hermosura de Leonor, que el Justiciero destaca
en sus poemas, es
acompañada por una gran astucia e inteligencia,
como se observa en el siguiente fragmento:
E Dios Padre ennobleció una dueña de
gran altura […]/ e dióle sseso e ssabençia/
e de razón la conplió, / de graçia e de
parençia/ flor de quantas omne vió;
[…]
Es extraño que se mencione como atributo de una
dama la inteligencia, debido a que se creía que eran de
saber limitado. Pero hay pruebas
sobradas sobre la astucia de Leonor, que le sirvió tanto
para lograr ubicar a sus hijos en puestos de poder
llenándolos, a través de Alfonso XI, de
títulos y riquezas. A Enrique, se lo nombró conde
de Trastámara, y sobre Fadrique recayó el
maestrazgo de la Orden de Santiago; dando las de Calatrava y
Alcántara a sus parientes. Ante cada uno de los nacimiento
de sus hijos, de la decena que gestó Leonor, el rey le
otorgaba extensas posesiones que convirtieron, en palabras de
Hilario Fernández, a La Favorita en una poderosa
señora feudal, cuyos dominios se extendían por
Villagarcia de Campo, Alcalá de Guadaira, Paredes de Nava,
Medina Sidonia, Menzón Algeciras, Tordesillas, Huelva,
Córdoba, Lucena; todas estas posesiones
correspondían a Castillos de la actual
Andalucía.
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