La República Martiana
"La revolución no es la que vamos a iniciar
en la manigua, sino la que vamos a desarrollar en la
República." (1)
La guerra
necesaria que José Martí
prepara y organiza durante el periodo de Tregua Fecunda
debía tener como misión y
contenido la república de nuevo tipo, con cambios
radicales que permitieran el bienestar y progreso del pueblo
cubano, primero, y de toda Latinoamérica después, porque: "A
la raíz va el hombre
verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las
raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su
fondo. Ni hombre, quien
no ayude a la seguridad y dicha
de los demás hombres." (2)
Es decir, una república nueva donde no se
repitieran las situaciones de las repúblicas
latinoamericanas, que en su interior poseían factores que
podían sustentar las nuevas formas de colonialismo
imperialista.
Este ideal había sido construido en la mente de
Martí
paso a paso, desde el comienzo de su quehacer patriótico,
dirigido al logro de la independencia
absoluta, primera condición para iniciar los cambios que
requería el país.
José Martí no dejó un tratado o monografía que sintetizara sus ideas acerca
de cómo debía ser la república que se
fundaría luego de alcanzada la independencia nacional.
Esto no quiere decir que no haya pensado y desarrollado ideas con
respecto a esto.
Si se analizan sus criterios de los modelos
republicanos que conoció o dentro de los cuales
vivió, así como algunas expresiones que se
encuentran de forma dispersa en varios de sus artículos,
cartas,
discursos,
etc., se puede llegar a determinadas conclusiones.
Debido a los pocos estudios que se han realizado acerca del
tema, aún no se conoce ni se ha difundido en toda su
magnitud, el proyecto
republicano de José Martí y por cuyos postulados se
ha regido la Revolución
Cubana en busca de la sociedad de
nuevo tipo.
Debieron transcurrir, por tanto, más de sesenta
años para que el pueblo cubano, con el triunfo de la
Revolución Cubana el primero de enero de 1959, contara con
fuerza
suficiente para completar, en el plano nacional, la tarea que el
Maestro se propuso el siglo anterior.
Al proclamarse la república en España en
1873, Martí se encontraba viviendo allí, por lo que
pudo seguir de cerca todo este proceso,
exponiendo sus ideas al respecto en el folleto "La
República Española ante la Revolución
Cubana" en el cual cuestionó la actitud de los
liberales españoles, capaces de instaurar una
República, pero no de reconocer los legítimos
derechos de los
cubanos que en la manigua habían constituido una
república insurrecta. Es por ello que plantea: "Y si
Cuba proclama
su independencia por el mismo derecho que se proclama la
República, ¿cómo ha de negar la
República a Cuba su derecho de ser libre, que es el mismo
que ella usó para serlo? ¿Cómo ha de negarse
a sí misma la República?".(3)
Luego, Martí tuvo la oportunidad de constatar el estado y
funcionamiento de las repúblicas surgidas después
de la obtención de la independencia de los países
latinoamericanos. Su estancia en México
(1875-1877), Guatemala
(1877-1878) y Venezuela
(1881) le permitió corroborar las limitaciones de las
estructuras
creadas, en los que predominaban la autoridad
personal y la
copia de modelos importados, con partidos que servían para
organizar el engaño e imponer la tiranía.
La república nueva debía estar acorde con los
elementos propios del país, no permitiéndose la
imitación de modelos políticos del
exterior.
Con gran sentido previsor, en su discurso del
10 de octubre de 1890, expresó su aspiración a que
la república no fuera "un foro de leguleyos ineptos o un
grupo de
generales deseosos", por el contrario "más que de
disputas y de nombres, debía ser de empresa y de
trabajo".(4)
Criticó la democracia
existente en el vecino del Norte desde sus primeras
crónicas tituladas "Impresiones de América". Al conocer con profundidad la
política
norteamericana y los dos partidos que se suponía
representaban los intereses de la nación,
asumió serias prevenciones acerca del sistema
político norteamericano, del pluripartidismo y de la
tan "famosa" democracia norteamericana.
En su artículo sobre los mártires de Chicago al
que tituló "Un drama terrible" nos habla de
"cómo esta República por su culto a la riqueza
ha ido cayendo en los mismos vicios de los imperios". (5)
Mientras vive en este país, Martí va
desentrañando la realidad política que tratan de
ocultar con su demagogia los partidos y gobiernos. Así
expresa: "El boss ocioso; el cabecilla del partido; el que
prepara las elecciones, las tuerce, las aprovecha, las da a sus
amigos, las niega a sus enemigos, las vende a sus adversarios; el
que domina los cuerpos electorales; el que exige a los empleados
dinero para
llevar a cabo las elecciones que han de conservarlos en sus
empleos; el que con la presión de
un dedo en el resorte que mueve la máquina
política, echa a andar su voluntad, o detiene o rompe las
ruedas; el que impone al partido los candidatos, que son siempre
tenaces tenedores de ricos oficios, de los cuales les vienen
influencias y modos pecuniarios para asegurarse en elecciones
nuevas la continuación del goce de los frutos
públicos."(6)
Las experiencias que fueron abono para la fundación del
Partido Revolucionario Cubano parten precisamente de la
España en que vivió el Héroe Nacional en su
primera juventud y
donde conoció el turno de los partidos en el gobierno de
Madrid con sus
variantes superficiales y engañosas. Posteriormente, en
los Estados Unidos
descubre que los partidos obedecen a los monopolios, siempre
dispuestos a la explotación y el despojo.
Cada día se convence más de que los partidos
existentes no pueden ni deben ser modelo o
ejemplo del que había de ordenar e impulsar la
liberación total de su Isla. De ahí parte
precisamente su idea de un partido de distinta naturaleza y
nueva estructura.
En las Bases y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano,
Martí trata de impedir que se cometan los mismos errores
de las repúblicas latinoamericanas, por lo que explica que
"…se ha querido desde la raíz salvar a Cuba de los
peligros de la autoridad personal y de las disensiones en que,
por la falta de la intervención popular y de los
hábitos democráticos en su organización, cayeron las primeras
repúblicas latinoamericanas." (7)
En el ensayo
"Nuestra América" Martí resume la experiencia
lograda en los años anteriores acerca del carácter y psicología de los
pueblos latinoamericanos, así como la necesidad de
preservar lo autóctono de cada uno de ellos.
Refiriéndose al gobierno expresa que el mismo "ha de
nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser
del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la
constitución propia del
país."(8) Él no entendía por qué
se debían tomar como modelos políticos,
económicos, culturales, etc., a otros países,
cuando América por sí sola podía hacerlo.
Por tanto, como declarara en dicho artículo, se
debían reemplazar las políticas
extranjeras por las nacionales:"Conocer el país, y
gobernarlo conforme al conocimiento,
es el único modo de librarlo de tiranías. (…)
Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el
tronco ha de ser el de nuestras repúblicas" (9) porque
"las repúblicas han purgado en las tiranías su
incapacidad para conocer los elementos verdaderos del
país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con
ellos". (10)
Y continuando con el mismo tema, expresa: "…las formas de
gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos
naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de
forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para
ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la
república no abre los brazos a todos y adelanta con todos,
muere la república."(11)
De este modo, a la constitución colonial heredada y
superviviente que no lograron erradicar las formas
políticas extranjeras, contrapone Martí formas de
gobierno propias- formas republicanas autóctonas- que
surjan del conocimiento y de la conjugación de los
elementos específicos del país. Pero para
él, la instauración de la república va
necesariamente vinculada a la modificación de la
estructura económica en que se asienta, pues ambos se
relacionan directamente.
La condición de república engloba, para
Martí, aquellas estructuras que para él son
igualmente diferenciantes: la
organización o disposición económica
existente, ya que la república está contrapuesta a
la colonia, como estructuras diferenciadas.
El Apóstol plantea que gobierno no es "sino la
dirección de las fuerzas nacionales de
manera que la persona humana
pueda cumplir dignamente sus fines, y se aprovechen con las
mayores ventajas posibles todos los elementos de prosperidad del
país."(12)
En la sociedad que se creara no debían existir las
desigualdades de derechos entre las distintas etnias ni
minorías nacionales.
José Martí consideraba que existían
algunos problemas que
se debían resolver para el bienestar de las masas.
"Tienen otros pueblos, y entienden que es trabajo suficiente, un
solo problema esencial; en uno, es de acomodar las razas
diferentes que lo habitan; en otro, es emanciparse sin peligro de
los compromisos de historia y geografía que estorba
su marcha libre; en otros, es principalmente, el conflicto
entre las dos tendencias, la autoritaria y la generosa, que con
los nombres usuales de conservadores y liberales dividen a los
pueblos. Y en Cuba… hay que resolver a la vez estos tres
problemas." (13) Para lograr estos propósitos era
indispensable la existencia de una república justa y
democrática.
El Partido se integraba en su base por asociaciones
diseminadas por el territorio norteamericano y, en ocasiones, en
otros lugares del continente. Estas asociaciones poseían
un amplio sentido democrático, ya que en ellas se
agrupaban ciudadanos de todos los orígenes, razas,
profesiones y clases
sociales y en las que sólo se exigía la
aceptación de sus Bases y de los
Estatutos.
Es decir, que con ello ponía en práctica la
igualdad de
todos los hombres, tantas veces por él defendida. En
relación con esto expone en el artículo "Mi raza"
en 1893: "El hombre no tiene ningún derecho especial
porque pertenezca a una raza u otra, dígase hombre y ya se
dicen todos los derechos" (14) Y con respecto a las
minorías nacionales escribió en el Manifiesto de
Montecristi: "La guerra no es contra el español,
sino contra la codicia e incapacidad de España…los
españoles que aman a sus hijos…vivirán seguros en la
república que ayuden a fundar." (15)
Pero el objetivo
mediato, aunque no subalterno, que inspiraba el Partido, es el de
organizar una patria libre, democrática, cordial y
justiciera.
En su discurso "Con todos y para el bien de todos"
precisó:"Yo quiero que la ley primera de
nuestra república sea el culto de los cubanos a la
dignidad plena
del hombre."(16) Manifiesta también que la
República debía tener por base "el
carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito
de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el
ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de
honor de familia, al
ejercicio íntegro de los demás…". (17)
No cabía en su mente que un país atrasado,
recién salido de la podredumbre esclavista y del
totalitarismo colonialista pudiera llegar a constituirse en una
nación
próspera si de tal objetivo era marginado algún
sector, ya fuera por su extracción clasista, por el
color de su
piel, por el
género
o la nacionalidad.
En la base de la República nueva se halla el respeto al
individuo como
parte de la sociedad. "Su derecho de hombres es lo que buscan
los cubanos en su independencia; y la independencia se ha de
buscar con alma entera de
hombre"’(18), pues en "la voluntad de todos,
pacíficamente expresada" es donde se halla el
"germen generador de las repúblicas". (19) En el
ideario martiano, el mejoramiento humano, la potenciación
de lo mejor del ciudadano, sólo puede alcanzarse mediante
"el pleno goce individual de los derechos legítimos del
hombre", (20) con lo que se fortalecería la
nación frente a quienes sólo aspiraban a sustituir
a los mandantes extranjeros y a continuar la tan negativa
tradición de despreciar las necesidades y opiniones de las
mayorías, a generalizar la desconfianza desde posiciones
autocráticas y dogmáticas, olvidándose de
que para lograr el bien de la patria es necesaria la honestidad de
pensamiento y
de acción,
y combatir en todo momento el oportunismo: "Sólo el
ejercicio general del derecho libra a los pueblos del dominio de los
ambiciosos".(21)
Acerca de esto, expresa: "La justicia, la
igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la
igualdad plena del derecho: eso es la revolución."
(22)
No se trataba de un igualitarismo económico, sino de la
solución de las necesidades de cada ciudadano mediante los
resultados del trabajo, único modo de potenciar la
dignidad y los mejores valores
humanos, excluyendo el individualismo y el egoísmo, ya que
se trataba de lograr el bien de todos.
"Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos"
(23) Está hablando- en tierras de grandes diferencias
sociales- a nombre de indios, de campesinos, de negros, de
trabajadores; a nombre de la "gran masa irredenta" a la
que dedicó toda su vida.
Con el logro de la independencia de Cuba y la
constitución de la república de nuevo tipo y
mediante las relaciones estrechas que se establecerían con
el resto de los pueblos latinoamericanos, se evitaría la
expansión y dominio del vecino del Norte sobre la
América nuestra.
Martí en su Cuaderno de Apuntes de 1871 recoge una
serie de reflexiones en las que expresa las diferencias
esenciales entre nuestro pueblo y el de los Estados Unidos,
así como la necesidad de que nuestro camino hacia
más amplios niveles de desarrollo se
diferenciara de manera esencial del que había recorrido el
país del Norte, explicando que: "los norteamericanos
posponen a la utilidad el
sentimiento.- Nosotros posponemos al sentimiento la
utilidad."
Toda su acción americana ha estado marcada
por la comprensión cabal del fenómeno imperialista
y por el entendimiento cierto de sus métodos.
No se opone Martí, ni podría oponerse, a la
introducción necesaria de todos los
elementos industriales nuevos que pueden contribuir a desbaratar
una estructura secular, y a situar a la América nuestra en
condiciones de alcanzar su propio desarrollo y su propia producción civilizada. Desde luego:
Martí no puede rehuir la relación comercial con los
Estados Unidos ni con otros países de fuerte desarrollo
industrial. Pero a la vez que propugna relaciones que puedan
hacer más viable el avance económico y social de
nuestros pueblos, está denunciando las tendencias de
absorción ya claramente perceptibles en el "gigante de
las siete leguas".
Y en fecha tan temprana como enero de 1883 advierte sin rodeos
acerca de los peligros implícitos en la política
que en los Estados Unidos da por supuesto "que un poder
continental, en suma, tiene que acumular capitales, y atraerse
fondos de repuesto para vaciarse en la hora precisa sobre el
continente".(24)
En mayo de 1886- y haciendo referencia a una entrevista
sostenida un año antes- Martí desentrañaba
la posición de Estados Unidos con respecto a Cuba:
"quien ha vivido en ellos, ensalzando sus glorias
legítimas, estudiando sus caracteres típicos,
entrando en las raíces de sus problemas, viendo
cómo subordinan a la hacienda la política,
confirmando con el estudio de sus antecedentes y estado natural
sus tendencias reales, involuntarias o confesas: quien ve que
jamás, salvo en lo recóndito de algunas almas
generosas, fue Cuba para los Estados Unidos más que
posesión apetecible sin más inconveniente que sus
pobladores, que tienen por gente levantisca, floja y
desdeñable" (25)
En 1889 se convoca e inicia la Conferencia
Internacional Americana en Washington, calificada por
Martí como la "primera tentativa de dominio". Su
voz se alza entonces para el análisis: "Si el obstáculo mayor
para la elevación de la plata y su relación fija
con el oro es el
temor de su producción excesiva y valor ficticio
en los Estados Unidos, ¿qué coveniencia puede
haber, ni para los países de Hispanoamérica que
producen plata, ni para los Estados Unidos mismos, en una moneda
que asegure mayor imperio y circulación a la plata de los
Estados Unidos?" (26) Allí hace imperiosos llamados en
pos de la unidad latinoamericana y en contra de las aspiraciones
del imperio; para luego expresar "porque es la verdad, que ha
llegado para la América española la hora de
declarar su segunda independencia." (27)
Pero "a lo que se ha de estar no es a la forma de las
cosas, sino a su espíritu, lo real no es lo que importa,
no lo aparente. En la política, lo real es lo que no se
ve. La política es el arte de combinar,
para el bienestar creciente interior, los factores diversos u
opuestos de un país, y de salvar al país de la
enemistad abierta o la amistad codiciosa
de los demás pueblos."(28)
Basado en esto, Martí elabora y concibe la respuesta
revolucionaria que el continente en su época
exigía, poniendo en práctica de inmediato una
estrategia
antiimperialista continental que resumiera de manera genial el
día antes de su muerte:
"impedir a tiempo con la
independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los
Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre
nuestras tierras de América." (29)
Desarrollo, eliminación del monocultivo y
aplicación de la ciencia y
la técnica en la producción agrícola como
base del progreso económico y de la
industrialización que se efectuaría luego, unido a
las relaciones comerciales con otros países en completa
equidad.
Martí consideraba que para lograr la estabilidad y el
equilibrio
necesario en la economía de un
país, y en especial de Cuba, atendiendo a sus elementos
naturales, era menester basarse en la agricultura
como renglón fundamental, ya que: "…la tierra
nunca decae, ni niega sus frutos, ni resiste el arado, ni perece:
la única riqueza inacabable de un país consiste en
igualar su producción agrícola a su consumo. Lo
permanente bastará a lo permanente. Ande la industria
perezosa: la tierra
producirá lo necesario. Debilítese en los puertos
el comercio: la
tierra continuará abriéndose en frutos. Esta es la
armonía cierta. Esta es previsión sensata, fundada
en un equilibrio inquebrantable." (30)
Luego, basado en la agricultura, debía lograrse
desarrollar la industria nacional, ya que esta es indispensable
para el progreso y el bienestar. Por ello, expresa: "Industria
nacional no es el provecho de algunos industriales aislados. Es
el desarrollo progresivo de las fuerzas trabajadoras de la
nación, aplicadas a la elaboración de sus productos. La
industria nacional será tanto mejor cuanto más
perfectos sean los productos que elabore." (31)
La industria nacional, además, no debía
estancarse sino mantenerse en constante desarrollo,
intercambiándose en cuanto a los adelantos
científico- técnicos con otras naciones en base a
la equidad y evitando la copia de modelos que, como en
política, pudieran perjudicar los intereses de la
nación, porque: "En un pueblo no perdura sino lo que
nace de él, y no lo que se importa de otro pueblo. Mas
estos devaneos, copias, deseos honrados de introducir en el
suelo patrio
experiencias que en otro suelo han dado resultados felices, son
inevitables, necesarios y útiles. Con el imperfecto
ejercicio de la libertad que permiten, y de su choque mismo con
las necesidades y espíritus reales de la patria, resulta
el pueblo nutrido y preparado para ejercer luego la libertad de
su propia y original manera." (32)
Además de esto, el país no debía promover
el cultivo de único producto que
pudiera provocar la dependencia extrema del mismo, pues como
dijera él: "Tierra, cuanta haya debe cultivarse: y con
varios cultivos,-jamás con uno solo. Industrias, nada
más que las naturales y directas." (33) y "comete
suicidio el
pueblo el día en que fía su subsistencia a un solo
fruto" (34) Es necesaria, según él, la
diversificación de la producción agrícola
como base del desarrollo
económico tan necesario en nuestras tierras de
América.
Las relaciones entre los diferentes países, como
expresábamos con anterioridad, debían efectuarse
bajo la más completa igualdad, con un intercambio
beneficioso para las partes y teniendo en cuenta la no
dependencia de uno con respecto al otro y el respeto y
cumplimiento de los acuerdos tomados. Basado en ello alerta que:
"Quien dice unión económica, dice unión
política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que
vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la
libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y
el que quiere salvarse, vende a más de uno." (35)
El pueblo debía cultivarse en todas las esferas:
política, económica, jurídica,
científica, artística, etc., para poder mantener y
defender la república fundada.
Al lograrse la independencia en nuestros países
debía "hacerse una revolución radical en
la
educación" porque "el mundo nuevo requiere la
escuela
nueva" y "como quien se quita un manto y se pone otro, es
necesario poner de lado la Universidad
antigua, y alzar la nueva." (36)
Debían ser olvidados los años de la
superstición, del engaño, donde por falta de
conocimientos, permitíamos el saqueo de nuestras riquezas
naturales y carecíamos de derechos o posibilidad de
exigirlos, porque: "A un pueblo ignorante puede
engañársele con la superstición, y
hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre
fuerte y libre." (37) Por ende, dicha revolución
tenía que efectuarse cuanto antes para "revelar a los
hombres su propia naturaleza, y para darles, con el
conocimiento de la ciencia llana
y práctica, la independencia personal que fortalece la
bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y
cosa viviente en el magno universo."(38)
La República nueva tendría como necesidades a
resolver cuanto antes "el ensanche de la comarca cultivada, y
la educación
de los espíritus incultos" (39) ya que: "el pueblo
más feliz es el que tenga mejor educado a sus hijos, en la
instrucción del pensamiento, y en la dirección de
los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y
sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso
vivirá más feliz y más rico que otro lleno
de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque."
(40)
Además, como él planteara también en esa
frase que ha trascendido: "Ser culto es el único modo
de ser libre." (41)
Por ello, la cultura
debía hacerse llegar a todas las personas, sin
distinción de sexo porque
"las niñas deben saber lo mismo que los niños", y sin diferencias de clase social o
de razas, pues recordemos que no existen diferencias entre
éstas y Martí lo demostró en su
artículo "Mi raza".
Esto también contribuiría a lograr el necesario
desarrollo del país puesto que el hombre educado en las
cosas que le son útiles "ve el mejor modo de sembrar,
la reforma útil que hacer, el descubrimiento aplicable, la
receta innovadora, la manera de hacer buena a la tierra mala; la
historia de los héroes, los fútiles motivos de la
guerra, los grandes resultados de la paz. Siémbrese
química y
agricultura, y se cosecharán grandeza y riqueza."
(42)
Gracias a todo el análisis de su ideario, expuesto
anteriormente, nos percatamos de que existió una evolución del pensamiento martiano, pues,
por ejemplo, cuando llega a los Estados Unidos –y se
observa claramente en sus primeras crónicas americanas- se
"deslumbra" un poco con toda su magnificencia, pero luego, al
profundizar en la forma de vida de su gente, en su sistema
económico y político, se da cuenta de la esencia de
esta nación.
Comienza entonces su labor crítica
respecto al imperio y propone nuevas formas de
organización fundamentalmente, para los pueblos
latinoamericanos.
Estos rasgos del pensamiento martiano en cuanto a las
transformaciones que se debían operar al lograrse la
independencia y que se han mostrado anteriormente, no deben
constituir un esquema rígido sino una pequeña
síntesis de sus ideas esenciales.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
- Colección de Estudios Martianos: Siete enfoques
marxistas sobre José Martí, p. 129. - Cuaderno Martiano III, p.104.
- Idem, p.3.
- Martí, José: Obras Completas, t.4,
p.249. - Martí, José: Obras Completas, t.11,
p.335. - Martí, José: Obras Completas, t.9,
pp.97-98. - Martí, José: Obras Completas, t.1,
p.458. - Cuaderno Martiano III, p.123.
- Idem, p.124.
- Martí, José: Obras Completas, t.6, p.17.
- Martí, José: Obras Completas, t.6, pp.
19-20.
(12) Martí, José: Obras Completas, t.8,
p.369.
(13) Sierra Maestra, 20 de mayo del 2001, p. 4.
(14) Martí, José: Obras Completas, t.2, p.
298.
(15) Cuaderno Martiano III, p.193.
(16) Idem, p.144.
(17) Idem.
(18) Martí, José: Obras Completas, t.4, p.
273.
(19) Martí, José: Obras Completas, t.8, p.
54.
(20) Idem, t.3, p. 139.
(21) Idem, t.9, p.488.
(22) Idem, t.3, p.105.
(23) Idem, t.6, p.346.
(25) Bohemia, 24 de enero de 2003, pp.128-129.
- Cuaderno Martiano III, p.135.
- Idem.
- Idem, p.131.
- Idem, p.245.
- Martí, José: Obras Completas, t.6, pp.
310-311. - Idem, t.2, p.201.
- Idem, t.14, p.258.
- Idem, t.10, p.197.
- Idem, t.7, p.21.
- Cuaderno Martiano III, p.133.
- Martí en la Universidad IV, p. 289.
- Martí, José: Obras Completas, t.19,
p.375. - Martí en la Universidad IV, p.293.
- Martí, José: Obras Completas, t.7, p.
63. - Martí en la Universidad IV, p.286.
- Idem, p.292.
- Idem, p. 287.
BIBLIOGRAFÍA
Biblioteca Nacional José Martí. Anuario
Martiano 4, La Habana, 1972.
Centro de Estudios Martianos. Siete enfoques marxistas sobre
José Martí, Editora Política, La Habana,
1985.
Martí, José. Obras Completas, Editorial Pueblo
y Educación, La Habana, 1972.
Martí en la Universidad. Editorial Félix
Varela, La Habana, 1997.
Vitier, Cintio. Cuaderno Martiano III, Editorial Pueblo y
Educación, La Habana, 1996.
Valdés Galárraga, Ramiro. Diccionario
del pensamiento martiano, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2002.
FUENTES
HEMEROGRÁFICAS
Aldana Martínez, Jorge. La república moral
martiana en Sierra Maestra 20 de mayo del 2000.
Escalona, Israel y
Luis F. Solís. El proyecto republicano de José
Martí en Sierra Maestra 19 de mayo del 2001.
Revista Bohemia. Edición Especial, Año 95, No. 2,
24 de enero del 2003.
Autor:
Lic. Maithe Sánchez Garrido
Departamento de Ciencias
sociales
Universidad de las Ciencias Universitarias (UCI)