- Los conceptos: naturaleza,
función y estructura - El programa
conductista - La revolución
cognitiva - Conclusión
- Bibliografía
La intención de este trabajo es, por un lado,
analizar la postura de dos teorías
y explicar el enfoque seguido por las mismas con respecto al tema
de la formación de conceptos. Ellas son: el CONDUCTISMO y
el COGNITIVISMO,en particular el PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN.
Por otro lado, me he abocado al análisis de estas dos corrientes desde una
perspectiva histórica, haciendo hincapié en sus
diferencias, momento de ruptura y aplicando un enfoque
epistemológico: el programa de
investigación de Lakatos, con respecto a su
estructura.
La adquisición de los conceptos ha sido un tema
importante dentro de las teorías del
Aprendizaje. Se ha tratado de explicar esta
adquisición a lo largo del tiempo
recurriendo a diversas teorías
cuyas bases se remontan a preguntas tales como: ¿Los
conceptos son innatos? ¿Se forman a través de la
experiencia? ¿ Son una respuesta al estímulo
perceptivo?.
Mi interés en
estas dos teorías: Conductismo y
Cognitivismo, nace del hecho que la primera (Empírica) ha
sido una corriente muy fuertemente arraigada en el pensamiento
durante el siglo XX, superada por la segunda (Cognitiva), lo cual
representa una interesante ruptura desde el punto de vista
científico. Me ha interesado trabajar sobre el origen de
ambas, su abarcatividad y también sus puntos
débiles.
CONDUCTA y MENTE: ¿Cuál es más
confiable para basar un estudio psicológico? ¿Sobre
cuál de las dos es posible la obtención del
conocimiento
científico? La primera es observable y no así
la segunda. ¿En qué se basaron los defensores de la
postura conductista para considerar la conducta y no la
mente su campo de estudio? Estas son preguntas que trataré
de responder a continuación.
1.1 –EPISTEMOLOGÍA Y CONOCIMIENTO
Las teorías clásicas del conocimiento
se han planteado ante todo la pregunta: "¿Cómo es
posible el
conocimiento?", que rápidamente se diferenció
en una pluralidad de problemas,
referidos a la naturaleza y a
las condiciones previas del conocimiento
lógico-matemático, del conocimiento experimental,
del psicofísico, etc.. El postulado común para las
diversas epistemologías tradicionales es que el
conocimiento es un hecho y no un proceso y que
si nuestras diferentes fórmulas de conocimiento son
siempre incompletas y nuestras diversas ciencias
todavía incompletas, lo que se ha adquirido está
adquirido y puede entonces ser estudiado estáticamente.
(Piaget, J.,
1998)
Por otro lado, actualmente, bajo la influencia
convergente de una serie de factores, se tiende a considerar
día a día al conocimiento como un proceso,
más que como estado. La
razón proviene, en parte, de la epistemología de las filosofías de
las ciencias.
Los cambios, dentro de las ciencias, no se dan sin ser
acompañados de crisis y
obligan en todos los casos a un trabajo constante de
reorganización reflexiva, de forma tal que la
epistemología científica se ha convertido
progresivamente en una cuestión de los propios
científicos: los problemas de
la "fundamentación" se han incorporado más y
más al sistema de cada
una de las ciencias en cuestión.
Por ejemplo, si se decide dar cuenta del conjunto de los
conocimientos sólo a través de la "experiencia" no
se puede justificar tal tesis sin
intentar el análisis de qué es la
experiencia, entonces se llega a recurrir a las percepciones, a
las asociaciones, a los hábitos, que son procesos
psicológicos. Pero como las filosofías empiristas
nacieron mucho antes que la psicología
experimental, se contentaron con las nociones del sentido
común y con una descripción ante todo especulativa, lo que
impidió ver que la experiencia es siempre
asimilación a estructuras.
(Piaget, j.
1998)
En cuanto a las epistemologías platonizantes,
racionalistas o aprioristas creyeron encontrar, cada una de
ellas, algún instrumento fundamental de conocimiento
ajeno, superior o anterior a la experiencia.
La epistemología es la teoría del
conocimiento válido y aun cuando este conocimiento,
según Piaget (Piaget, J. 1998), no sea jamás un
estado y
constituya siempre un proceso, este proceso es
esencialmente un pasaje de una validez menor a una validez
superior.
1.2 – ANTECEDENTES
HISTÓRICOS.
Pozo, en Teorías Cognitivas del
Aprendizaje, (1997) explica que Ebbinghaus opinaba que la
psicología
tiene un largo pasado, pero una corta historia. Si
bien el crecimiento de la Historia de la
Psicología se ha producido "hacia delante", con los
sucesivos cambios metodológicos y conceptuales habidos en
este siglo, también, de alguna manera, la Historia de la
Psicología se ha prolongado "hacia atrás"
recuperando como propios los problemas y vicisitudes de
más de veinte siglos de tradición
filosófica occidental. Los cambios habidos, especialmente
en los últimos cuarenta años, han convencido,
según Pozo, a muchos psicólogos de que la Historia de su disciplina
comenzó mucho antes de lo que la frase de
Ebbinghaus hacía suponer.
Esto no significa que la ciencia
psicológica haya nacido en la Grecia
antigua, pero es interesante analizar temas y conceptos que ya se
tenían en cuenta, que despertaban inquietudes en los
pensadores de aquellas épocas, que tuvieron origen en el
pensamiento
humano siglos antes de la aparición de la
Psicología como ciencia social
y moderna tal como la conocemos en el presente.
Muy acertada es la mención que Pozo hace en la
introducción al libro
anteriormente mencionado de la idea de Jorge Luis
Borges, según la cual son los sucesores los que
crean a los precursores. Los sucesores de aquellas ideas
originadas por los precursores han sido los que les han dado
forma, las han insertado en un marco de investigación científica y no han
quedado en mera especulación.
Me ha resultado de sumo interés
hurgar en los orígenes lejanos de las concepciones
racionalistas y empiristas, mente y experiencia, y es por eso
que, al menos la historia de mi análisis me lleva a
épocas tan lejanas de lo que sería realmente la
aparición de la Psicología moderna como ciencia
social.
Esta historia, entonces, se remonta al siglo IV antes de
Cristo, cuando en la Grecia Antigua
se debatían cuestiones y conceptos que,
muchos siglos después, pasarían a constituir el
núcleo de los problemas que estudiaría la
Psicología Cognitiva. La escuela de
filosofía fundada por Platón
para difundir las ideas de Sócrates,
reflexionó sobre la naturaleza del
conocimiento y sobre su origen. Platón
presenta al conocimiento como proyección de nuestras ideas
innatas. Cuando se aprende, se lleva hasta la conciencia
aquellas ideas que desde siempre estaban en el alma. Esta
doctrina platónica resurgirá en la tradición
filosófica occidental en el pensamiento racionalista e
idealista de Descartes,
Leibniz o Kant, y
será recuperada para la psicología por algunos
autores representativos del movimiento
cognitivista actual, como Fodor y Chomsky, entre otros.(Pozo,
1997)
Frente a la corriente racionalista iniciada por
Platón se levanta otra tradición que tiene su
origen precisamente en el discípulo predilecto de
éste, Aristóteles, quien rechaza la doctrina de
las ideas innatas, sustituyéndola por la de la "tabula
rasa" sobre la cual se van imprimiendo las sensaciones. De esta
forma, el conocimiento procede de los sentidos que
dotan a la mente de imágenes,
que se asocian entre sí según tres leyes: la
contigüidad, la similitud y el contraste (Carpio, 1974).
Así, Aristóteles puede ser considerado como el
padre del asociacionismo, que en los siglos XVII y XVIII
alcanzará con Hobbes, Locke
y Hume su máxima expresión dentro de la
filosofía, dominará el pensamiento del conductismo,
teniendo una influencia decisiva en la Historia de la
Psicología y específicamente, en la
Psicología del Aprendizaje.
1.3 – EL SIGLO XX.
A grandes rasgos, el siglo XX estaría
caracterizado por el dominio, primero,
del CONDUCTISMO, y segundo, por la PSICOLOGÍA COGNITIVA.
Esta historia de la psicología en el siglo XX está
amparado en las ideas de KUHN con respecto al desarrollo y
el cambio en los
movimientos científicos, la cual narra la existencia de
dos revoluciones paradigmáticas, seguidas por su
correspondiente período de ciencia normal. La primera
revolución
se produce en la segunda década del siglo y da lugar a la
aparición del conductismo, como respuesta al subjetivismo
y al abuso del método
introspectivo. El conductismo se consolida a partir de 1930
entrando en un período de ciencia normal, caracterizado
por la aplicación de su paradigma
objetivista, basado en los estudios de aprendizaje
mediante condicionamiento, que considera innecesario el
estudio de los procesos
mentales superiores para la comprensión de la conducta
humana.
La expansión del paradigma, que
desemboca en múltiples anomalías empíricas,
junto al empuje de diversos factores externos a la
psicología, como son las nuevas
tecnologías cibernéticas que vienen de la mano
de la Teoría
de la
Comunicación, la Lingüística y la propia
Cibernética, harán que el paradigma
conductista entre en crisis a
partir de 1950. A mediados de esta década, será
sustituido por el Procesamiento de Información que, apoyándose en la
metáfora del ordenador, hará posible el estudio de
los procesos mentales que el conductismo marginaba. De esta forma
se entra en un nuevo período de ciencia normal, esta vez
bajo el dominio de la
psicología cognitiva. Este período alcanza hasta
nuestros días.
El Procesamiento de Información constituye el
paradigma dominante dentro del enfoque cognitivo actual. Pero su
validez está siendo contestada desde posiciones
cognitivas, y son abundantes las críticas a sus
insuficiencias, limitaciones y promesas incumplidas (Pozos, j.
1997).
1.4 – LOS PARADIGMAS:
KUHN Y LAKATOS.
La teoría
de las revoluciones científicas de Kuhn nace como
respuesta a la pretensión popperiana de que la ciencia
avanza mediante la falsación sistemática de los
enunciados que formula (Pozos, l978). Con sus análisis
históricos Kuhn logra demostrar no sólo que los
científicos no buscan por sistema falsar
sus teorías, sino incluso que éstas perviven con
considerables pruebas
empíricas en su contra. De esta forma, Kuhn desacredita a
la experimentación como la causa fundamental del progreso
científico. Según su concepción, no es la
fuerza de los
datos la que
hace que un paradigma sea sustituido por otro, ya que los
paradigmas son
en sí mismos inconmensurables. Esa sustitución
respondería más a criterios externos, ya sean
generacionales o de demandas sociales, que a criterios de
racionalidad científica. Pozos explica que esta
última idea será rechazada por Lakatos, cuyo
falsacionismo metodológico puede concebirse como un
intento de síntesis
entre las posiciones de Popper y Kuhn.
Lakatos coincide con Kuhn en el predominio de los
paradigmas (en su terminología, "Programas de
Investigación Científica") sobre los
datos, pero
admitirá con Popper que son finalmente los datos los que
constituyen los árbitros del cambio en las
teorías científicas. Según Lakatos, todo
programa de
investigación consta de dos componentes
distintos: un núcleo firme, constituído por
las ideas centrales y un cinturón protector de
ideas auxiliares, cuya misión es
precisamente impedir que el núcleo pueda ser refutado
empíricamente. Lakatos considera que nunca una
teoría puede ser falsada por un hecho. Los datos en contra
de una teoría son simples "anomalías". Toda
teoría, en la medida que no explica todo, convive
con numerosas anomalías simultáneamente. Ante ellas
puede reaccionar de dos formas distintas: sencillamente
desentendiéndose de ellas o incorporándolas al
cinturón protector. En cualquier caso, el núcleo de
la teoría o programa de investigación se mantiene
intacto. La falsación de una teoría no la producen
los datos empíricos sino la aparición de una
teoría mejor. Según Lakatos, una teoría es
mejor que otra cuando: 1- puede predecir hechos que la anterior
no predecía, 2- explica el éxito
de la teoría anterior, 3 – corrobora
empíricamente su contenido.
Lo que caracteriza a una buena teoría, o
según Lakatos: "Programa de Investigación
Progresivo", es su capacidad para predecir e incorporar hechos
nuevos, frente a otras teorías o "Programas de
Investigación Regresivos", que se limitan a explicar lo
conocido. Un programa puede ser progresivo teóricamente,
cuando realiza predicciones nuevas aunque no sean corroboradas, o
empíricamente, cuando corrobora alguna de esas
predicciones. Un programa progresivo puede dejar de serlo cuando
agota su capacidad predictiva y se muestra incapaz
de extenderse hacia nuevos dominios. Y, a la inversa, un programa
regresivo puede convertirse en progresivo si logra hacer nuevas
predicciones parcialmente corroboradas.
Lakatos piensa que una nueva teoría se
impondrá sobre otra vigente, cuando, entonces,
además de explicar todos los hechos relevantes que ella
explicaba, se enfrenta con éxito a
algunas de las anomalías de las que la teoría
anterior no podía dar cuenta. Así se asegura una
continuidad entre las teorías sucesivas. Esta continuidad
es consistente con el carácter
acumulativo del progreso del conocimiento
científico.
En cuanto a las Teorías del
Aprendizaje, el marco epistemológico de Lakatos es el
más adecuado. En el presente trabajo analizaremos las
siguientes cuestiones: ¿Qué constituye el
núcleo del programa conductista? ¿En qué se
diferencia este programa del enfoque cognitivo? Este será
el tema de reflexión de las siguientes páginas, con
respecto al campo de estudio que representa el área de la
Adquisición de los conceptos.
La definición de CONCEPTO es
harto compleja. Por ejemplo, Los filósofos empiristas como Mill,
suponían que las personas adquirimos conceptos
mediante un proceso de abstracción que suprime los
detalles idiosincráticos que difieren de un ejemplo a
otro. (Laird, l990). En consecuencia, la mayoría de
los experimentos
han utilizado una técnica en la cual los sujetos
tienen que descubrir el elemento común que subyace a
un concepto. Sin
embargo, los conceptos cotidianos, no consisten en la
conjunción o disyunción de características, sino más bien
en relaciones entre ellas. Laird da el ejemplo de "tabla", no
como una mera conjunción de patas y tablero, sino como
que las patas "soportan "al tablero.Otro aspecto de los conceptos de la vida diaria es
que sus ejemplos puede que no tengan un elemento en
común. Wittgestein, en sus "Investigaciones Filosóficas" presenta
el ejemplo de lo que denominamos "juegos".
Según su postura, no hay nada que sea común a
todos los juegos,
excepto similitudes y relaciones (Laird, l990).
Además, sostuvo que los conceptos dependen, no de
elementos comunes, sino de redes de similitudes que
son como las semejanzas entre los miembros de una familia.Esta idea obtuvo popularidad en los años
setenta. Los teóricos plantearon que el mundo se
conceptualiza en términos de estereotipos, prototipos,
marcos o guiones. No vamos a dedicarnos a cada uno de
éstos, tarea sobre la cual habría que
explayarse largamente, pero sí podemos decir que,
aunque la terminología difiere, las teorías
subyacentes son extraordinariamente semejantes: un concepto
especifica las características típicas de los
miembros de la clase; dicho concepto no tiene condiciones
necesarias y suficientes, y tampoco tiene límites claros2.1 – LA CONCEPCIÓN CLÁSICA.
(ENFOQUE CONDUCTISTA)Veamos que dice Gardner al respecto de la
categorización del mundo (Gardner, l996). Ya los
griegos clasificaban en grupos a los
objetos comunes y corrientes del mundo. Estos grupos son
diferenciables por determinados atributos que sirven de
criterios definitorios.En la teoría clásica de la
formación de conceptos encontramos las siguientes
características: 1- Las categorías son
arbitrarias. Los rubros pueden agruparse de cualquier
cantidad de modos a fin de constituir categorías. 2 –
Las categorías poseen atributos definitorios o
críticos. Todos los miembros de esta categoría
comparten estos atributos, ningún miembro de otra
categoría los comparte, y no existe
superposición alguna entre los miembros de una
categoría y los que no lo son. 3 – La
"intensión" (o suma de atributos) de una
categoría determina su "extensión" (la cantidad
de objetos del mundo que la integran en calidad de
miembros). Por lo tanto, no tiene ningún sentido
pensar que una categoría puede estar dotada de una
estructura interna tal que algunos de sus ítems
sobresalgan respecto de los demás como miembros
"mejores". Los límites son estrictos y no hay
confusión posible: un triángulo es grande y
rojo o no lo es.Estas premisas están presentadas en sus
formas más puras, pero ya desde la época de los
empiristas ingleses – rama de la filosofía que
adoptará el conductivismo- se plantearon objeciones
frente a esta visión extrema de las categorías.
Esta posición clásica tuvo amplio arraigo hasta
mediados de este siglo, cuando Ludwig Wittgestein y sus
seguidores lanzaron contra ella un desafío que en las
últimas décadas recibió considerables
refuerzos de los trabajos llevados a cabo en las ciencias de
la conducta.Eleanor Rosch, fue posiblemente la cognitivista que
más socavó con sus críticas la
concepción clásica. Se le asesta a esta
teoría un rudo golpe a través de una serie de
trabajos pertenecientes a un dominio que, inicialmente la
concepción clásica había adoptado como
propio: el de la designación de los colores.
Aquí se comprueba, por ejemplo, que desde un punto de
vista puramente físico, nada nos indica dónde
termina la designación de un color y
donde empieza la del otro (Leech,1978).En síntesis, el espacio cromático,
lejos de ser un dominio adecuado para estudiar los efectos
que el
lenguaje tiene sobre el pensamiento, parecía
constituir un ejemplo primordial de la influencia de ciertos
factores cognitivos perceptuales subyacentes sobre la
formación y referencia de las categorías
lingüísticas. Podemos mencionar aquí que
los procesos cognitivos no eran objeto de estudio del
conductismo, el cual sí adhería a la
teoría clásica de formación de
conceptos, esto lo profundizaremos cuando analicemos el
programa de investigación de esta
teoría.Volviendo al tema de Rosch, ¿Por qué
desbarataron estos hallazgos la formación
clásica de la formación de conceptos? La
razón es la siguiente: durante muchos años se
había presupuesto que las líneas
demarcatorias de los colores
eran trazadas en forma arbitraria por cada cultura, y
que los individuos no hacían más que reflejar
estos límites en sus propias clasificaciones. Ahora,
Rosch ponía en tela de juicio estas argumentaciones:
niega la existencia de límites fijos o rotundos entre
las categorías: muchos de sus miembros se hallan entre
dos o más categorías por sobre sus
fronteras.- – LOS PROTOTIPOS Y LOS EJEMPLARES
(ENFOQUE COGNITIVO)
La idea de que los conceptos no tienen una
estructura determinística asimilable a una lógica de clases no es nueva en
psicología. En lugar de clases lógicamente
definidas, se postula la existencia de un mecanismo
automático de categorización de
estímulos basado en prototipos. Wittgestein,
por ejemplo, rechaza la concepción clásica de
que todos los ejemplares de un concepto tienen una serie de
atributos comunes y propone que lo que une a esos ejemplares
dentro de un mismo concepto es un cierto parecido "familiar",
basado en una semejanza no transitiva entre los miembros de
la categoría.Pozo cita a Rosch en su definición de
prototipo: " Por prototipos de categorías se entienden
en general los casos más claros de pertenencia
a la categoría, definidos operacionalmente por los
juicios de la gente con respecto a la bondad de pertenencia a
esta categoría ". (Pozo, l997, pag.101)Rosch, como ya mencionamos anteriormente, retoma
esta idea en sus estudios sobre formación de conceptos
naturales, que serán un nuevo punto de partida de un
nuevo enfoque en el
aprendizaje de conceptos.Incompatibles con la posición clásica,
se han ido desarrollando modelos
que asumen una posición probabilística,
según la cual, la posesión de los atributos del
concepto por parte de un ejemplar y su pertenencia a
la categoría no son una cuestión de "todo o
nada", sino de grados o probabilidades. Según
la concepción probabilística, la mayoría
de los conceptos son como miembros de una familia, no
siempre tienen atributos comunes suficientes, no todos son
ejemplares igualmente representativos de la categoría
y las fronteras del concepto son borrosas.Rosch considera que el mundo percibido no contiene
atributos o rasgos independientes entre sí, sino que
está estructurado según tres principios.
En primer lugar, los atributos no ocurren por separado. Rosch
considera que el mundo posee en sí mismo una
estructura correlacional que es la base de las
categorías naturales.En segundo lugar, esta estructuración no
sólo alcanza a las relaciones entre rasgos, sino
también a la existencia de niveles de
abstracción o de inclusión jerárquica.
Se cree en la existencia de un nivel básico de
abstracción, en el que la economía cognitiva en la
categorización sería óptima. Por
último, Rosch piensa que, aunque la estructura
correlacional del mundo no es perfecta, siendo de hecho un
continuo estimular, la estructura de las categorías se
ve completada mediante su representación en forma de
los ya mencionados prototipos, que además de
preservar esa estructura correlacional, permiten fragmentar
el continuo estimular en unidades discretas.Según estos principios,
los conceptos poseen una doble estructura. En primer lugar,
tienen una estructura vertical, según la cual, todo
concepto está incluido en una jerarquía de
niveles de abstracción que comprende tres niveles: un
nivel básico, en el cual los sujetos aprenden
fácilmente los nombres, tienen pronto acceso a
éstos, los recuerdan de inmediato, etc. Los objetos
pertenecientes a este nivel básico dentro de una
categoría comparten similitudes perceptuales y rasgos
funcionales. Por ejemplo, en el ámbito del mobiliario,
una silla es un objeto de nivel básico; en el del
mundo animal, lo es un perro o un pájaro. Los objetos
de nivel básico contrastan con los de un nivel
superior llamado supraordinado (el mobiliario,
respecto de la silla; el reino animal, respecto del
pájaro o perro), y también con otro nivel
subordinado (la mecedora, respecto de la silla; el
tordo, respecto del pájaro). Los niños pequeños tienen gran
propensión a designar todos los objetos en el nivel
básico. En definitiva, los individuos llegan a ser
capaces de designar y clasificar objetos pertenecientes a
estos diversos niveles, pero tienden a adherir siempre al
nivel básico de organización.Al proponer estas ideas, se desafían cada uno
de los principios fundamentales en que se sustentaba la
concepción clásica. Antes que arbitrarias, las
categorías son vistas como motivadas. Ellas reflejan
la estructura perceptual del sujeto, el sujeto no es
pasivo, se enfatiza la clase de acciones
que una persona puede
llevar a cabo y la estructura física y material
del mundo. No están conformadas por
características definitorias, como ya hemos visto,
sino que albergan prototipos y los miembros menos
prototípicos de ellas son aprehendidos según el
grado en que se asemejen a éste. Las categorías
poseen una estructura interna y esto a su vez tiene
consecuencias psicológicas: como ya fue mencionado,
los conceptos del nivel básico resultan los más
prontamente designados y recordados.En cuanto a su formación, Rosch postula que
los conceptos se desarrollan a través de los mismos
principios que gobiernan la formación de las propias
categorías: "la maximización" de la validez de
las claves y del parecido categorial (Pozos, l997). La
validez de las claves es un concepto propuesto por Rosch para
explicar la adquisición de los conceptos. Según
la cual "la validez de una clave dada x como predictora de
una categoría y la probabilidad
condicionada x/y se incrementa a medida que aumenta la
frecuencia con la que la clave x se asocia a la clase y "y"
disminuye a medida que aumenta la frecuencia con la que la
clave x se asocia a otras categorías distintas de
y". (Rosch, 1978, en Pozo, l997, pag. 97). El prototipo
sería, según la formulación de Rosch, el
ejemplar, real o ideal, de los atributos más
frecuentes.En todos estos procederes y acciones,
se postula la presencia de la mente como motora del
proceso perceptual, mientras que en la teoría
clásica, adoptada por el enfoque conductista, es la
conducta la que da el significado al concepto, una vez que
ésta ha sido disparado.Según Rosch, como ya hemos mencionado, la
formación de conceptos se inicia en las
categorías básicas; se aprenden por medio de la
percepción visual y la
interacción sensoriamotriz con el objeto y, de esta
forma, serían las primeras divisiones del mundo.
Aunque no es parte del presente trabajo, se puede mencionar
en este punto que lo anteriormente expuesto nos
llevaría más adelante al proceso
constructivista, donde el sujeto es activo en la construcción de la realidad que lo
rodea.Por otro lado, los partidarios de la
teoría del ejemplar, son aquellos que
interpretan que las categorías están
representadas por aquél concepto (el ejemplar) que
recoge los rasgos más comunes en la misma. Estos
conceptos se adquieren y almacenan como casos
individuales. La atribución de un estímulo
nuevo a una categoría se produce por un proceso de
comparación con los ejemplares almacenados en la
memoria, componente presente en la teoría
cognitiva del PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN. La
formación de conceptos se basa entonces, en un proceso
de comparación de similaridad en la memoria de
trabajo. Los conceptos no se almacenan, sino que se forman de
manera ad hoc en el momento de su uso.Los defensores de la teoría del ejemplar no
son muy específicos con respecto a los procesos de
aprendizaje. Rechazan la abstracción como proceso
básico para la adquisición de conceptos, pero
no formulan ninguna alternativa coherente a la
abstracción, que es el proceso aceptado por posiciones
asociacionistas. Pozos considera que en su formulación
es insuficiente como teoría de conceptos. Sin embargo,
se muestra como
una teoría eficaz desde el punto de vista
representacional y se ajusta a las demandas de las nuevas
teorías computacionales, basadas en representaciones
implícitas más que explícitas (modelos
mentales o de memoria
distribuida en lugar de esquemas o prototipos).Este éxito empírico y esta
adecuación con respecto a las nuevas teorías
computacionales puede resultar engañoso, ya que estas
teorías no pueden dar cuenta de la formación de
conceptos más allá del laboratorio. Las situaciones experimentales
son restrictivas: pruebas de
retención a corto plazo, situaciones artificiales en
lugar de naturales y otras variables
de interacción.Datos empíricos y estudios llevados a cabo
por enfoques cognitivistas, nos dicen que los conceptos son
una abstracción, y ésta es la idea de los
partidarios del prototipo, cuyas
características ya han sido presentadas.2.2.1 – LUDWIG WTTGESTEIN: LA
PRECISIÓN.A comienzos del siglo, Wittgetein (Gardner, l998)
– que no sólo fue uno de los sostenedores del
Círculo de Viena, sino su inspirador –
había subrayado la importancia de la lógica y la necesidad de
precisión en el lenguaje,
así como la conveniencia de guardar silencio cuando
fuera imposible alcanzar esa precisión
lingüística.Para mencionado autor, el
lenguaje es un conjunto vago y fragmentario de elementos,
y un medio de comunicación indispensable para los
individuos; pero tanto puede iluminar las cosas como
oscurecerlas, ya que es la red a través de
la cual pasa necesariamente cualquier otra experiencia.
Los conceptos no son ni constructos mentales ni
ideas abstractas existentes en el mundo, sino que deben
ser capacidades que los individuos pueden emplear de una
manera aceptable para el resto de su comunidad;
dicho en términos generales, los conceptos no son sino
una manera de realizar cosas.Wittgestein era escéptico al respecto: lo
máximo que un analista puede esperar, es comprender
mejor cómo opera el sistema de la lengua y
cómo han llegado a plasmarse nuestras ideas merced a
prácticas lingüísticas de nuestra comunidad.
Todo empeño por averiguar lo que realmente acontece,
dejando de lado el lenguaje y
tomando los conceptos como entidades aisladas,
está condenado al fracaso. Y la glorificación
de la lógica o de conceptos abstractos desprovistos de
utilidad
dentro de la comunidad a la que pertenece es irrelevante y
carece de fundamentos filosóficos.Sea como fuere, como ya fue dicho anteriormente, la
formación de conceptos en la mente humana ha sido y
será fuente de investigación y debate. De
hecho, comienza a aceptarse la idea de que en la
formación de conceptos conviven dos tipos de
estructura y de procesos. Por un lado, los conceptos tienen
un procedimiento
de identificación que responde a los modelos
probabilísticos; por otro lado, tienen un
núcleo que parece adoptar una estructura
lógica, consistente con la posición
clásica. De esta forma han comenzado a surgir modelos
duales de la formación de conceptos, que asumen
la coexistencia entre ambos tipos de estructuras.Veremos ahora un análisis de los programas
que intentaron explicar la formación de conceptos
desde su enfoque particular. Me limitaré a la
presentación del programa Conductista y al programa
Cognitivo del Procesamiento de Información.- – LOS PROTOTIPOS Y LOS EJEMPLARES
- – LOS CONCEPTOS:
NATURALEZA, FUNCIÓN Y ESTRUCTURA.3.1 – PRESENTACIÓN HISTÓRICA DEL
CONDUCTISMO Y CARACTERÍSTICAS.En 1913, John Watson lanzó la
revolución conductista, afirmando que el tema
de estudio adecuado de la psicología no era el
funcionamiento de la mente sino el examen de la conducta
objetiva y observable. Basándose en estudios
fisiológicos, propuso que todas las actividades
psicológicas podían explicarse comprendiendo
los reflejos que se establecen en las porciones superiores
del sistema
nervioso. Esta era una psicología molecular, pura
y simple, que iba de lo particular a lo general.Watson rechazaba gran parte del programa de la
psicología tradicional y casi todos su métodos: no más sensaciones o
intenciones, a partir de entonces, sólo era pertinente
la observación de la conducta
manifiesta. La descripción y explicación de los
estados y contenidos de la conciencia
debía ser reemplazada por la predicción y
eventualmente el control de
la conducta. Los términos mentalistas quedaban
expulsados del vocabulario del psicólogo.Toda una generación de científicos se
formó en esta órbita: Clark Hull, B.F. Skinner,
Kenneth Spence, E.L. Thorndike contribuyeron a asegurar que
entre 1920 y 1950 la psicología en los Estados
Unidos fuera conductista. Acá podemos hablar de
una ruptura entre las posiciones anteriores y las ya
mencionadas aceptadas por la comunidad científica del
momento. Una autoridad
tan eminente como el New York
Times declaraba en 1942 que el conductismo había
inaugurado una nueva época intelectual del
hombre. La
ruptura se había dado con respecto al método científico implementado
anteriormente a esta revolución: la introspección,
vale decir, la autoreflexión de un observador bien
adiestrado acerca de la naturaleza y decurso de sus propias
pautas de pensamiento. Aunque esta introspección fue
sugestiva, no generó esa acumulación de saber
que es decisiva para toda ciencia. El introspeccionismo,
entonces cayó bajo su propio peso y fue derribado
agresivamente por el programa de investigación que en
ese momento lo superó.Un elemento decisivo del canon conductista era la
supremacía y el poder
determinante del medio. Consideraban que los individuos no
actuaban de la manera en que lo hacían a raíz
de sus propias ideas y propósitos, o porque su aparato
cognitivo poseyera ciertas tendencias estructurantes
autónomas, sino que operaban como reflectores
pasivos de diversas fuerzas y factores presentes en el
medio. Se postularon los principios de condicionamiento y
refuerzo para describir cómo se producía
el
aprendizaje. Los conceptos, por ejemplo, según la
tradición clásica descripta anteriormente, se
adquirirían a través de cadenas
asociativas simples entre un estímulo y una
respuesta.El núcleo central del conductismo
está constituido por su concepción
antimentalista. Es la versión más
cruda del asociacionismo. Situado en la
tradición asociacionista que nace con
Aristóteles, el conductismo comparte la teoría del conocimiento del
empirismo inglés, cuyo exponente es Hume,
quien postuló que el conocimiento humano
está constituido exclusivamente de impresiones
recibidas a través de los
sentidos (Carpio, l977). Las ideas que se forman de
esas impresiones son copias que recoge la mente y que
perduran una vez que desaparecen las impresiones. El
conocimiento se alcanza mediante la asociación de
ideas según los principios de semejanza,
contigüidad espacial y temporal y
causalidad. Estos son los principios
básicos del pensamiento en el empirismo de Hume. Con diversas variantes,
todos los conductistas se basan en estos principios para
la descripción y explicación de la conducta
humana y animal (Crystal, 1971).Dado que inicialmente somos, según el
conductismo, una "tabula rasa" y todo lo adquirimos del
medio por mecanismos asociativos, reforzados por la
recompensa y el castigo, es lógico que esta
teoría tomara como área fundamental de
estudio el aprendizaje. La estructura de la conducta es
una copia de las contingencias o covariaciones
ambientales.Analicemos la concepción
antimentalista de este programa. No es que nieguen
la existencia de la mente, sí rechazan el uso de
la introspección. El estudio científico
debe ser llevado a cabo, como fue presentado
anteriormente, a través de métodos objetivos, es decir, índices
conductuales. La mente, de existir, es necesariamente una
copia de la realidad, un reflejo de ésta y no al
revés. Este es el principio de
correspondencia que también sería
uno de los rasgos nucleares del conductismo. El control de la conducta reside en el
medio: se considera que el aparato mental es un
sustituto interno de las contingencias del
ambiente.Otro rasgo importante de esta corriente es el
anticonstructivismo, por lo cual el sujeto es
pasivo, sujeto a una reacción
estímulo-respuesta, simple y atomista. Se define
al aprendizaje como "cambio de la conducta" e implica una
conducta por parte del sujeto como respuesta al
estímulo dado (Bayés,1980). El principio
motor
de la conducta está fuera del individuo. El
aprendizaje siempre es iniciado y controlado por el
ambiente y se realiza por
asociación.Este enfoque simple, que desprecia las
diferencias individuales – el conductismo establece
la equivalencia entre todos los organismos de una misma
especie (todas la "tabulas rasas" se parecen) – se
complementa bien con la teoría clásica de
los conceptos, donde el conjunto de atributos definen en
forma demarcativa y diferencia un concepto de otro, lo
cual como ya vimos, no es tan simple en la psiquis
humana.- – EL NÚCLEO CENTRAL DEL PROGRAMA
CODUCTISTA. - – LA CRISIS DEL
CONDUCTISMO.
- – EL
PROGRAMA CONDUCTISTA.
A pesar de disponer de un núcleo teórico y
metodológico común, consistente en un
antimentalismo y asociacionismo psicológico, y una
concepción positivista del método
científico, el conductismo fue incapaz de elaborar la
teoría unitaria del aprendizaje que buscaba.
Este programa dejó de ser progresivo, en la
terminología de Lakatos, siendo incapaz de predecir hechos
nuevos, sino incluso de explicar las múltiples
anomalías que en el curso de sus experimentos
sobre condicionamiento iban surgiendo. En estas condiciones, el
programa conductista se hallaba escasamente preparado para
afrontar la irrupción de un nuevo enfoque
psicológico: EL PROCESAMIENTO DE LA
INFORMACIÓN.
Como vemos, los excesos en que incurrió el
introspeccionismo a principios de siglo fueron reemplazados, a su
vez por los excesos del conductismo de la primera parte del siglo
XX.
A mediados del siglo XX se hallaban en camino de ser
develados dos de los mayores misterios de la época
antigua: la naturaleza de la materia
física y
de la materia viva.
Pero aún debía alcanzarse una elucidación
semejante para un tercer misterio que también
fascinó a los antiguos: el enigma de la mente humana.
(Gardner, 1996) Aquí comienza un camino que data de
épocas antiguas, de ideas innatas, que asociamos con los
griegos. Ya a comienzos de la Edad Moderna,
Descartes se
presenta como el antecedente filosófico de la ciencia
cognitiva, quien otorgó un lugar de privilegio a la mente,
la cual concebía las ideas de los individuos (Carpio,
l974). Como vemos, este interés por el estudio de la mente
no es tan reciente, sin embargo, se vio retrasado por diferentes
causas que veremos a continuación.
El lanzamiento apropiado de una ciencia de la
cognición fue impedido por diversos factores, desde el
auge del conductismo, como ya hemos visto, a causas presentadas
por otras escuelas filosóficas como el positivismo,
el fisicalismo, el verificacionismo, que descartaban toda entidad
(como un concepto o una idea) que no pudiera ser
fácilmente observable y mensurable.
Por otro lado, y no menos interesante, la
situación política mundial
ejerció un efecto inhabilitante sobre la ciencia. En
primer lugar, la comunidad científica europea fue
desgarrada por el auge del totalitarismo, y en cuanto a los
Estados
Unidos, se le pidió que dejara de lado sus programas
teóricos a fin de contribuir al esfuerzo bélico. Es
así como se produce la revolución
tecnológica impulsada por las necesidades bélicas
de la Segunda Guerra
Mundial, dando como resultado un perfeccionamiento en el uso
de las computadoras y
la apertura del nuevo mundo científico abierto por "las
ciencias de lo artificial".
El año 1956 suele concensuarse como fecha de
inicio de la nueva psicología cognitiva. Ese año se
publicaron algunos de los trabajos fundacionales del nuevo
movimiento que
ayudaron al triunfo de la revolución.
Por ejemplo, las ideas de la Teoría de la
Comunicación sostenían que los seres humanos
tenemos capacidades de recepción de información a
través de "canales". En ese año Miller publica su
artículo "El Mágico Número Siete" donde
explica nuestra capacidad para procesar información
precisamente gracias a esos canales. También aquel
año Chomsky daba a conocer sus ideas sobre la nueva
lingüística, basada en reglas formales y
sintácticas, próximas a las formalizaciones
matemáticas (Lyons,1977). Además de
otros autores como Newell y Simon, quienes presentaron un
programa de ordenador capaz de hacer la demostración de un
teorema. Comienza aquí la marcha de la inteligencia
artificial.
La invención de la computadora
contribuía a resolver el clásico problema de la
relación mente- cuerpo: software o soporte
lógico y hardware o soporte
técnico. Era clara la analogía con el sistema
humano y los procesos de pensamiento. Los seres humanos, al igual
que las computadoras,
albergaban programas y era posible invocar el mismo lenguaje
simbólico para describir los programas de ambas entidades.
Por ejemplo, se puede concebir un programa alimentado con
conceptos de una de las teorías probabilísticas
mencionadas: el ejemplar. Estos sistemas
simbólicos son entidades materiales
capaces de procesar, transformar, elaborar y manipular
símbolos de diversas especies.
Como vemos, al núcleo antimentalista del programa
conductista se le opone el núcleo mental del nuevo
programa que analizaremos a continuación.
4.1 – EL PROCESAMIENTO DE
INFORMACIÓN: AUTORES
REPRESENTATIVOS.
La psicología cognitiva refiere la
explicación de la conducta a entidades mentales, a
estados, procesos y disposiciones de naturaleza mental. De
acuerdo a esta definición de psicología cognitiva,
no sólo entraría el procesamiento de
información, sino el constructivismo
de autores como Piaget y Vygotski. He recortado el objeto de
estudio al primero por una cuestión de extensión en
el análisis. Sin embargo, cabe aquí mencionar que
todos ellos coinciden en que la acción del sujeto
está determinada por sus representaciones. El
procesamiento de información en su versión fuerte
propone que estas representaciones están constituidas por
algún proceso de cómputo.
La concepción del ser humano como procesador de
información se basa en la aceptación de la
analogía entre la mente humana y el funcionamiento de una
computadora.
Se adoptan los programas de una computadora
como metáfora del funcionamiento cognitivo humano ya que
ambos, mente y computadora, procesan
información.
Según esta idea, el ser humano y la
computadora, son sistemas de
propósitos generales equivalentes, que intercambian
información con su entorno mediante la manipulación
de símbolos. Ambos son sistemas cognitivos cuyo alimento
es la información; y aquí ésta tiene un
significado matemático muy preciso de reducción de
la incertidumbre.
Tanto Chomsky, como Fodor, dos cognitivistas cabales,
por ejemplo, han intentado representar en forma matemática
y precisa este contenido abstracto de nuestro aparato mental.
Chomsky, por un lado, se ha explayado en su concepción
sintáctica de la estructura profunda del lenguaje. Fodor,
por otro lado, postula que las actividades cognitivas se
constituyen en la manipulación de los símbolos o
representaciones mentales, entidades abstractas, que no mantienen
ninguna relación configuracional con las entidades que
denotan. Fodor cree en la existencia de un "lenguaje del
pensamiento" y afirma que lo que debe hacer una teoría de
la mente consiste en caracterizar este lenguaje. Este autor
explica que si los procesos mentales son computacionales, debe
haber representaciones en las cuales se ejecuten tales
computaciones. Así también, postula el carácter
innato de este lenguaje del pensamiento: las personas
nacen con un conjunto completo de representaciones en el cual
pueden acuñar toda nueva forma de información que
emerja de su experiencia en el mundo, es por eso que,
según Fodor, los lenguajes naturales son fáciles de
aprender.
Tanto Fodor como Chomsky, entonces, postulan que el
individuo viene equipado con un dispositivo bien especificado y
construído de manera tal que permite el aprendizaje de
información nueva.
4.2 – DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA DEL
PROCESAMIENTO DE
INFORMACIÓN.
Siguiendo a Lakatos en la descripción del
programa de investigación de este enfoque cognitivo, en el
paso del conductismo al procesamiento de información, se
han introducido cambios radicales en cuanto al núcleo
mentalista, así también como en su cinturón
protector.
Así como el conductismo se centraba en el estudio
del aprendizaje mediante teorías basadas en el
análisis de los estímulos y las respuestas, el
procesamiento de información, en la medida en que se ocupa
del estudio de las representaciones, ha generado ante todo
teorías de la memoria. La propia metáfora
computacional a la que ya nos hemos referido, conduce
necesariamente a considerar la memoria
como la estructura básica del sistema de
procesamiento.
Las ideas reduccionistas del conductismo se reemplazan
por procesos cognitivos causales. En lugar de posiciones
ambientalistas, el procesamiento de información defiende
la interacción de las variables del
sujeto y las variables de la tarea o situación
ambiental a la que está enfrentado el sujeto. Por
último, el sujeto del conductismo, pasivo y receptivo, se
convierte en un procesador de la información que
busca y reelabora activamente información. Además,
los procesos cognitivos son descomponibles en unidades u operaciones
más simples.
Otro elemento importante en la descripción de
este programa – aunque actualmente debatido en su contundencia y
sobre el cual no voy a realizar crítica adversa por una
cuestión de magnitud, lo cual, aunque importante,
excedería el propósito de este trabajo -, es la
idea que tanto los programas de las computadoras y el
funcionamiento cognitivo humano están definidos por
leyes sintácticas, como ya fue mencionado cuando se
hizo referencia a Noam Chomsky. Estas leyes se ocupan
de determinar las reglas mediante las que estas unidades se
agregan hasta constituir procesos complejos. Esto significa, y
aquí lo discutible, que tanto el ser humano como las
computadoras están concebidos como sistemas
lógicos o matemáticos de procesamiento de
información, constituidos exclusivamente por procedimientos
formales. Esta naturaleza sintáctica del sistema queda
reflejada en su definición como un procesador de
propósitos generales: la lógica computacional es
suficiente por sí misma para representar cualquier
conocimiento.
En cuanto a la "intencionalidad" del sujeto, en este
sistema de procesamiento no hallamos propósitos ni
intenciones, únicamente la satisfacción de ciertas
condiciones que dispara la búsqueda de ciertas metas. Se
caracteriza por remitir la explicación de las acciones y
representaciones del sistema a entidades mentales tales como la
memoria a largo plazo, filtros atencionales, capacidades de
procesamiento limitadas, etc. Al no admitir la intencionalidad,
el procesamiento de información no puede asumir la
subjetividad de los estados mentales, aquí encontramos una
limitación en el programa dado que la intención en
el ser humano es primordial en el proceso de
aprendizaje.
Siguiendo la línea crítica con respecto a
este programa, podemos agregar que es improbable que el
procesamiento de información pueda dar cuenta de estados
mentales ya que éstos tienen un carácter
semántico y todos los procesos postulados son de
carácter sintáctico. Además, no puede
explicar el origen de las estructuras de conocimiento que
determinan la conducta de los sujetos. Aquí está su
paradoja, por un lado, afirma que los sujetos construyen su
propio conocimiento a partir de estructuras y procesos
cognitivos, pero no explica cómo se efectúa
la construcción de esas estructuras y procesos
iniciales.
De esta manera, el procesamiento de información
puede explicar cómo actúa el sujeto ante una tarea
de decisión léxica, atribuyéndole ciertas
estructuras de memoria semántica, pero no puede
explicar cómo se han adquirido los conocimientos
almacenados en la memoria semántica.
Otro elemento importante en el programa es el
asociacionismo, diferenciado del asociacionismo
conductista en cuanto a que el primero es computacional:
con una extraordinaria capacidad de cómputo posibilitada
por la cibernética. Otra paradoja aquí es
que la computadora se presenta como un espejo de la mente sin
tener mente. La memoria semántica está
constituida por redes asociativas. Una
computadora manipula información, no significados y
ésta se mide en términos de probabilidad
matemática
o de reducción de la incertidumbre. Los significados
necesitan una mente que los interprete, por lo tanto, lo que el
procesamiento de información puede hacer es ocuparse de
señales, o sea, de signos vacíos, no de signos, de
significantes portadores de sentido. Haciendo un paralelo con el
programa anteriormente descripto, desde un punto de vista
semántico, los símbolos con los que opera una
computadora son equivalentes a la campana de los célebres
experimentos de Pavlov: señales que "disparan" acciones;
no son vehículos de conocimiento ni de
comprensión.
Ante todo lo presentado, queda claro que el
procesamiento de información en su forma
cibernética: la inteligencia
artificial, no puede dar cuenta de procesos de aprendizaje o
formación de conceptos, tema subyacente de este trabajo de
análisis comparativo.
La imposibilidad del asociacionismo para proporcionar
una teoría del aprendizaje lingüístico ha sido
reconocida por diversos autores. Mencionaremos aquí nueva
y brevemente a Noam Chomsky y a Jerry Fodor, quienes postulan el
innatismo como única explicación ante los
procesos de aprendizaje. Fodor, por ejemplo, considera que la
idea de una teoría de un aprendizaje de conceptos es
inicialmente confusa y que no se puede explicar la
aparición de significados nuevos. Como el sistema es
incapaz de generar nuevos primitivos semánticos,
todos los significados han de ser innatos, a la espera de
ser "fijados" o "descubiertos". ¡Volvemos aquí a las
ideas innatas de Platón!
Los procesadores
computacionales, entonces, no aprenden, sino que se limitan a
descubrir el conocimiento que siempre ha anidado, oculto en
ellos. Según el procesamiento de información, no
construímos significados, simplemente lo reconocemos y lo
"activamos".
Como ya ha sido mencionado anteriormente, el tema de la
adquisición de conceptos es extenso, así como lo es
también el tema de la psicología cognitiva. Por
motivos de extensión no vamos a mencionar otros autores,
que si bien son importantes, su presentación
excedería el objetivo del
presente trabajo. Queda por destacar, sí, la importancia
de las investigaciones
en el campo de la ciencia cognitiva, que día a día
aumentan en cantidad y calidad.
Para finalizar, mencionaremos reflexiones de Pozos con
respecto a la diferencia del programa conductista y el
procesamiento de información en su versión
computacional. De acuerdo con Pozos (1997), la imposibilidad de
proporcionar una teoría del aprendizaje por parte del
procesamiento de información, se origina en el propio
núcleo conceptual del programa, que, según el autor
mencionado, a pesar de su apariencia revolucionaria, continua con
la tradición del conductismo. Aquí podríamos
concordar, ya que realmente, ambos programas son netamente
mecanicistas. Pozos afirma que el programa no es progresivo y que
sus limitaciones son las que precisamente aquejaban al
conductismo.
En cuanto a limitaciones se refiera, es interesante
mencionar lo que ha sido denominada la "paradoja computacional".
Irónicamente, la aplicación rigurosa de los
métodos y modelos extraídos del ámbito
computacional ha llevado a los científicos a comprender en
qué aspectos los seres humanos no se asemejan a las
computadoras. Esto no significa, por supuesto, que no haya
procesos cognitivos semejantes a los de las máquinas
cibernéticas; pero significa que la concepción
lógica y racional sobre la cognición humana no
describe en forma apropiada gran parte del pensamiento y la
conducta de los hombres.
La ciencia cognitiva puede seguir adelante, pero surge
el interrogante de si debemos buscar modelos más
verídicos del pensamiento humano. Así, la ciencia
cognitiva se encuentra ante un desafío y se espera de ella
que logre una articulación entre los aspectos
computacionales, los aspectos cognitivos del lenguaje y la
percepción, los antropológicos y los
neurocientíficos, tarea vasta para los años por
venir.
En los últimos siglos dos temas importantes han
aparecido recurrentemente en la filosofía. El primero se
refiere a la tensión entre racionalistas y empiristas. Los
racionalistas creen que la mente posee un poder de
razonamiento y que impone ese poder al mundo de la experiencia
sensorial; los empiristas, por otro lado, creen que los procesos
mentales reflejan las impresiones sensoriales externas o se
construyen sobre las bases de éstas.
Tanto Platón como Descartes adhirieron al extremo
racionalista de esta polaridad, en tanto que muchos de los
empiristas posteriores, Hume entre otros, reaccionaron frente a
ellos. En el siglo XX, el programa de investigación
conductista – siguiendo la nomenclatura de
Lakatos- fue el resultado de este enfoque empirista y
válido por muchos años en el campo de la
psicología tanto animal como humana. Este programa
adhirió a la concepción clásica de los
conceptos, como abstracciones de atributos, con límites
definidos y claros. El aprendizaje se desarrollaba en bases
asociacionistas y su recorte de estudio fue la conducta
observable, la mente un reflejo de la realidad que no
valía la pena estudiarse. Su núcleo fue, entonces,
antimentalista.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, se produce un
cambio de programa de investigación, dado que el nuevo
presenta un núcleo diferente del anterior. Era menester
demostrar las insuficiencias del enfoque conductista y, en
segundo lugar, el advenimiento de la computadora daría el
impulso final para esta nueva ciencia. Nos referimos aquí
al cognitivismo, cuyo núcleo es la mente. Los
cognitivistas abrazan al racionalismo.
Las cuestiones planteadas por Descartes y sus
contemporáneos, se han convertido, unos siglos más
tarde, en el objeto de psicólogos, lingüistas y
neurocientíficos. No sólo eso, las reflexiones
cartesianas como posible autómata son hoy centrales en
toda la esfera de la inteligencia
artificial.
Si bien dentro del cognitivismo, el procesamiento de
información no puede dar total cuenta de la
formación de conceptos y el aprendizaje, se ha abierto un
camino para futuras investigaciones dentro de esta área.
La concepción clásica de los conceptos se ha visto
reemplazada por teorías probabilísticas, donde el
concepto ya no es delimitado, sino que posee límites
difusos y forma parte de una red en la cual,
podríamos decir, "interactúa".
Así como el programa conductista fue reemplazado,
a causa de sus limitaciones y anomalías, por el nuevo
programa cognitivista, debemos recordar que el conductismo surge
de los excesos y anomalías no resueltas del programa
anterior. Cabe destacar, entonces, que si bien el nuevo programa
puede presentarse como progresivo, en términos de Lakatos,
es notable y evidente nunca está dada la última
palabra en cuanto a conocimiento se refiere. Seguiremos,
entonces, haciéndonos la pregunta que no ha sido
totalmente contestada:
¿Cómo llega una persona a conocer
algo?
Bayés, R., ¿Chomsky o Skinner? La
Génesis del Lenguaje, Breviarios de
Conducta Humana Nro. 4, Editorial Fontanella,
1977.
Crystal, D., Linguistics, Penguin Books Ltd.,
1973.
Gardner, H., La nueva Ciencia de la Mente. Historia
de la Revolución
Cognitiva, Paidós, 1996.
Greene, J., Psycholinguistics, Penguin Books
Ltd., 1979.
Johnson Laird, P., El Ordenador y la Mente,
Paidós, 1990.
Leech, G., Semantics, Penguin Books Ltd.,
1978.
Lyons, J., Chomsky, Fontana Modern Masters, 1981.
Palmer, F., Grammar, Penguin Books Ltd.,
1973.
Palmer, F., Semantics, Cam,bridge University
Press, 1976.
Piaget, J., Psicología y
Epistemología, Emecé, 1998.
Pozo, J.I., Teorías Cognitivas del
Aprendizaje, Ediciones Morata, S.L., 1997
Smith, N., Deirdre, W., Modern Linguistics. The
Results of Chomsky’s
Revolution, Penguin Books Ltd., 1980.
Marisa Olga López
Profesora en idioma inglés
y español
como lenguas extranjeras. INSPLV.
Licenciada en Tecnología
Educativa, UTN.