Educación Estética y Educación Artística
- Resumen
- El problema de los nexos
dialécticos de lo estético y lo
artístico. - ¿Qué es realmente
la educación estética?
En el trabajo se
aborda desde una perspectiva crítica
los límites y
las extensiones de categorías tan discursadas como
educación estética y educación
artística a partir de las lagunas de indefinición
que aún persisten en torno al universo
delimitado de cada una de ellas. Especial énfasis se le
dedica a lo estético como metacategoría teniendo en
cuenta de que el pensamiento
estético filosófico mundial aún no se pone
definitivamente de acuerdo en el sistema
estructural y funcional de la misma así como en los
"cosmos" donde actúa.
Teniendo en cuenta que para comprender los problemas
tradicionales y actuales de la educación
estética se hace necesario tener una delimitación
lo más exacta posible de los principios,
conceptos, categorías, leyes y
regularidades de los postulados teóricos de la misma, y
ante las dificultades que en el orden conceptual,
facto-perceptual y práctico se ha venido presentando en
torno a al alcance de las categorías de lo estético
y lo artístico, que por supuesto devienen en una especie
de núcleos duros para el despliegue de toda la
estructuralidad y funcionalidad de la educación
estética, sin la comprensión de las cuales no es
posible una teorización y mucho menos una praxis, pues
exponemos en un primer momento, los postulados referidos a la
relación al lugar de las necesidades artísticas y
estéticas de los individuos y delimitamos paulatinamente
qué debe entenderse por lo estético y lo
artístico.
Encuadramos a su vez hasta donde puede hablarse de
educación artística y cuando se versa sobre
educación estética; a partir de lo que la literatura más
avanzada ha logrado exponer y teniendo en cuenta, además,
las tesis que hace
algunos años sustentamos como resultado del ejercicio
expositivo, de indagación y praxis sistemática que
hemos experimentado en torno a esta ciencia y/o
asignatura en la docencia
universitaria de los últimos cuatro
quinquenios.
Vale la pena destacar que la inamovilidad experimentada
– hace algunos años – en una buena parte de los
preceptos que se plantean – simbolizan la estabilidad en el
arribo a determinadas inferencias expuestas.
Comencemos a dilucidar la temática que nos
ocupa.
El problema de los
nexos dialécticos de lo estético y lo
artístico.
Nadie duda en nuestros días que la
estética – en su doble condición de ciencia y
discurso de la
realidad social – ha logrado ir escalando peldaños de
importancia tope, que la han ido convirtiendo en una especie de
megateoría que opera en y con un socium complejo y
multiforme, rico en aportaciones a la espiritualidad de los
sujetos actuantes o receptores, y en cada uno de los contextos
humanamente posibles.
A pesar de todo lo planteado con anterioridad, y del
carácter milenario que tiene esta ciencia,
se ha venido produciendo – por lo menos en nuestro país es
fácil observarlo, y en el sector educacional con mucha
más vehemencia, aunque no es el único – una especie
de "ingenua identidad" o
de un "desconocimiento no concientizado" sobre los
límites, extensión y comunicabilidad posible entre
lo estético y lo artístico.
Esto quizás ha venido sucediendo por una no
acertada comprensión de las necesidades estéticas y
artísticas de los humanos, ya sea porque no se han
concebido, con la racionalidad que amerita, la dirección del proceso de
enseñanza–aprendizaje en un
momento determinado de sus vidas escolares y/o por limitaciones
en la manera en que los principales subsistemas socializadores
diseñados por nuestro proyecto social
han operado con sus respectivos canales de comunicación para lograr tan loables
propósitos.
La historia del problema no es
nueva, ni es atañable solo al caso cubano, ya los estetas
en general, y en particular los de la tradición
marxista-leninista, digamos específicamente, y de
carácter más notable, rusos, alemanes y polacos, se
han estado
ocupando hace bastante tiempo de esta
singular y delicada arista del conocimiento y
la praxis científica.
Ahora bien, no es posible operar ni teórica ni
prácticamente con el aparato conceptual y categorial de la
estética sin tener una delimitación fiable en torno
al campo de acción
de ambos (lo estético y lo artístico) y de una
cabal comprensión del rol que han jugado las necesidades
estéticas y artísticas en este sentido, y
ésta ha sido una de las indeterminaciones que han aflorado
a ojos-vistas en más de uno de los profesionales e
instituciones
culturales nuestras (incluidas, claro está, las
educacionales a todos los niveles), tratando de ofrecer su
propuesta estético-decodificada en algún que otro
proyecto de indagación científica en su rama
concreta del saber.
Está demostrado científicamente que entre
ambas categorías existe una especie de unidad, incluso a
pesar de su independencia
y de su indisolubilidad, su autonomía y sus mutuos
condicionamientos.
Recordemos que es bastante tradicional la tesis de que
la estética es lícito verla trabajada, por lo menos
en la literatura que ha circulado entre nosotros, como una
filosofía de lo bello, una filosofía del arte y como
ciencia de la actividad artística del hombre, sin
embargo esta triada de acepciones en torno a la autoridad
legítima del discurso estético dista de ser
integradora y quizás este haya sido el punto de partida
para las truncas interpretaciones que en pleno siglo XXI se oyen
a cada paso sobe el tema que nos ocupa.
El iluminado esteta leningradense Moisei Samoilovich
Kagan en sus ya legendarias Lecciones de Estética
Marxista-Leninista acotaba que sobre la correlación de lo
estético y lo artístico "se han difundido tres
puntos de vista: el primero se reduce a que no hay diferencia
entre "lo estético" y "lo artístico", y que ambos
conceptos se emplean como meros sinónimos; de
acuerdo con el segundo punto de vista, "lo artístico" es
un caso particular y la forma suprema de lo
"estético", aunque la interpretación concreta y la
argumentación de esta concepción por diferentes
teóricos distan mucho de ser iguales; por último,
el tercer punto de vista se expresa en que "lo estético" y
"lo artístico" son declarados "sustancias" completamente
diferentes, incluso se niega la legitimidad de su estudio por una
misma ciencia y, por consiguiente, se propone separar de la
estética la teoría
general de las artes" (Samoilovich Kagan, M; 1984 p.
185).
Reforzando las ideas de M.S.Kagan, sigamos la tesis de
Simón Marchán Fiz, el que decía que "el
deslizamiento de la estética hacia la filosofía del
arte estimula durante el siglo XX una búsqueda afanosa de
la especificación de lo artístico en las propias
obras. Por este motivo, el pensamiento estético dominante
ha sido hasta fechas recientes marcadamente objetivista, es
decir, volcado hacia los objetos". (Marchán Fiz, S; 1992
p. 296).
No cabe dudas que las palabras de ambos estetas nos
revelan lo complicado que ha resultado y resulta para el
pensamiento teórico desentrañar una
aproximación al problema de lo estético y lo
artístico.
Desde nuestras humildes posibilidades,
intentémoslo una vez más a partir de lo indagado,
la experiencia acumulada y la autoctonía expositiva conque
contamos.
Cuando el hombre –
por naturaleza
innata – establece su interrelación con el mundo
circundante, utiliza toda una serie de analizadores que lo
diferencian – de hecho – sustancialmente del resto de
los animales y por
tanto aprehende el macro y microcosmos con ellos, dirigidos por
ese maravilloso órgano llamado cerebro que
propicia que, lo racional sea lo que presida ese nivel de
disfrute interior sensible, en este caso, del emisor o del
receptor.
Carlos Marx dejó
claro el vínculo que existe entre las interrelaciones con
la realidad objetiva y subjetiva del hombre, y lo que significa
para la evaluación
de la vivencialidad inmediata o a mediano y largo plazo, en este
caso, de las emociones
estéticas.
En este orden planteaba que "nadie puede hacer algo, sin
hacer esto al mismo tiempo en provecho de algunas de sus
necesidades y para el órgano de esta necesidad". (Marx, C;
1973 p. 245).
A pesar de la claridad meridiana de la tesis anterior,
lo que ha sucedido tradicionalmente (sin ser completamente
absolutos) es que quienes evalúan el universo que
nos rodea, bien por tradición, o por limitaciones
cognoscitivas, se han acostumbrado a fijar más la atención en la explicación de ese
universo (macro y microcosmos) desde las posibilidades que nos
ofrece y/o aportan los resultados de nuestras valoraciones
francamente pensadas, que por la expresión sustancial de
sus necesidades, a pesar de que este proceso sea hartamente
consciente y se infiera desde cualesquiera de las referencias
acostumbradas a tenerse en cuenta en el nivel de cotidianidad del
ser.
Y es que la referencia a la necesidad artística
del hombre ha estado desde tiempos de la comunidad
primitiva hasta nuestros días (y lo seguirá
estando), ligada (no puede desligarse) a determinado desarrollo de
la sociedad y al
nivel que ha logrado la conciencia humana
en cada formación económico-social.
Por lo tanto, la aparición permanente de una
nueva necesidad ha venido estimulando al hombre desde siempre a
lo que suele concebirse como la creación del producto, a
que se emparente con el nivel de satisfacción de las
necesidades práctico-espirituales
contextualizadas.
El destacado esteta e investigador ruso Marat Nurbievich
Afasizhev ha apuntado que el hombre como ser social tiene
necesidades que son primarias para la producción y reproducción de su vida y que
"esquemáticamente, con cierta rusticidad se les puede
dividir en tres tipos: materiales,
(necesidad de vivienda, ropa, comida, aire, y las
funciones
específicamente biológicas), espirituales,
(necesidad del conocimiento y la valoración del mundo
circundante, del autoconocimiento y la
comunicación) y funcionales (necesidad de la
actividad, indispensable para el desarrollo y mantenimiento
del tono o nivel de vitalidad del organismo). Sobre la base de
estas necesidades se forman las secundarias, incluidas las
estéticas y artísticas". (Nurbievich Afasizhev, M;
1986 pp. 28-29).
O sea estas necesidades se vinculan con todo el nivel de
relaciones que el hombre establece con el mundo y que son el
resultado de un afianzamiento paulatino que se ha venido
suscitando a través de las diferentes formaciones
socioeconómicas: relaciones práctico-utilitarias
con las cosas; relaciones de corte teórico; relaciones
estéticas; etc. Pero cada una de ellas va cambiando la
actitud del
sujeto hacia la realidad que le circunda por cuanto va cambiando
también la necesidad que la condiciona y por supuesto, se
transforma también el objeto, fenómeno o proceso
que la satisface.
El fundador del socialismo
científico advertía que "el animal construye
solamente conforme con la medida y las necesidades de la especie
a la cual pertenece, mientras que el hombre sabe producir
según la medida de cualquier especie y en todas partes
sabe aplicar al objeto la medida inherente; en virtud de esto el
hombre construye también con arreglo a las leyes de la
belleza". (Marx, C; 1973 pp. 93-94).
Junto a esto se sucede en el hombre un proceso que
intima en su yo interior: es la capacidad que él tiene
para adoptar determinados estadíos emocionales, que
guiados por su voluntad, le facilitan desarrollar las
múltiples actividades que le son inherentes a su realidad
inmediata, que tiene en la creación de una "segunda
naturaleza" y la recepción de ella misma y de lo que le
circunda un elemento que "decide" su participación en el
cosmos social.
El arte deviene en un tipo muy especial de actividad
práctico-espiritual, que tiene niveles de expresión
que significan una ruptura en relación a toda
clasificación posible de los tipos de actividad humana que
la convención e indagación científica han
establecido, por cuanto la propia actividad artística no
tiene precedentes en las otras formas de actividad humana y es
privativa de un tipo de sujeto social muy singular: el
artista.
O sea el arte tiene la peculiaridad de propender a ser
un discurso que crea una "segunda naturaleza" o lo que es lo
mismo, recrea la realidad a partir de los propios códigos
que porta intrínsecamente, que como acota el
culturólogo búlgaro Krestio Goránov " el
arte es una compleja relación social (el subrayado
es nuestro – J.M.U.A.) entre tres componentes principales: la
fuente (la realidad específicamente interpretada, en cuyo
centro se encuentra la integridad vital directa del hombre), el
productor (el artista, provisto de determinadas dotes y
tendencias sociales), y el destinatario (que varía bajo la
influencia de las relaciones sociales generales y las ideas
artísticas, el "consumidor" de
los valores
artísticos, colectivo o individual)". (Goránov, K;
1986 p.161).
Es decir el arte es expresión de un una
complicada formación que tiene como premisa su
direccionalidad en el ámbito de un conocimiento dual: por
un lado, expresa el grado nexos del objeto con el sujeto,
en lo que pudiera traducirse como el reconocimiento de la
existencialidad axiológica, al tener una fuerte carga de
valoración permanente.
Por otro lado, es capaz de mostrar el tránsito
de estructura
presente en la relación del sujeto con el objeto, por
lo que de esta forma hay un reconocimiento del propio sistema de
valoraciones de la citada existencialidad, que como se supone, se
va conformando en el
conocimiento no solo de la sociedad, sino también en
los sujetos que asisten a su estructuralidad y divisibilidad
social más cercana.
No perdamos de vista que el arte y su consiguiente
percepción, es un sistema abierto que
reelabora y objetiva los resultados de esa percepción, ya
que la obra de arte –nudo central del discurso
artístico y como hecho intencional que es – posee lagunas
de indefinición, que son "completadas" permanentemente en
el acto de la recepción.
S. J. Rappoport abundaba sobre esto al decir que "la
obra de arte guía imperceptible, pero firmemente este
proceso; los sentimientos e ideas que ella inspira son resultado
de la intelección artística y generalización
de muchísimas observaciones vitales, de la experiencia de
multitud de hombres e incluso generaciones, condensadas en las
obras maestras del mismo modo que se haya la materia en las
estrellas superdensas. Gracias a ello, el arte influye
eficientemente no sólo, y no tanto, en una actitud
determinada, sino más bien en su base, en el núcleo
de la
personalidad humana, y esa influencia se deja sentir no
directamente, sino en forma mediada, en las situaciones variadas
y etapas diferentes de la vida. (Rappoport, S; 1980
pp.149-150).
De ahí que la creación de un modelo
figurativo que acompaña a este discurrir social se vea muy
claramente cuando valoramos la posibilidad que tiene el arte de
trasmitir a otros hombres, y cómo esa personalidad
peculiar que se nombra el artista asimila, percibe
y valora críticamente la realidad, a la que se incorpora
muchas veces como un catalizador que puede acelerar procesos o
facilitar que su lectura de la
realidad vaya trabajando en amortiguar las desavenencias que de
forma real o potencial se produzcan en algún contexto, no
por casualidad consideramos que el artista es nada más y
nada menos que la autoconciencia crítica de la
sociedad.
A su vez, una de las peculiaridades fundamentales del
arte – para comprender lo que estamos tratando de demostrar
– es que los propios receptores (espectadores, lectores u
oyentes) asisten a lo que se denomina la
cocreación, diríamos, interna, por cuanto cada
acto (o proceso) en que se recepciona arte convierte al receptor
activo o creador (especialmente, cuando no se trata de un
receptor ingenuo o "no preparado artísticamente") en una
especie de ejecutante, actor, director de escena, ilustrador o
simplemente intérprete de la obra que acaba de
decodificarse de alguna manera.
Eso da la medida de que no basta conque existan
creadores de un alto, mediano o talento promedio, sino que la
propia recepción multidirecciona hasta donde es necesario
contar también con receptores talentosos y/o preparados
artísticamente.
Y es que en todo esto influye mucho la
preparación que se tenga para la recepción, el
nivel en que han calado las instituciones oficiales o no
oficiales, encargadas de ir "creando" un determinado nivel de
educación en y por el arte.
Creemos prudente destacar – para el logro de una
mayor comprensión de lo que estamos intentando fundamentar
– que las incomprensiones o falta de formulación
teórica sustentable y constatable, del lugar que ocupa el
arte dentro del discurso estético, que por demás ha
propiciado que se haya estado diluyendo el accionar de uno en el
otro, sin ver los límites de cada uno, ha sido –
también – como apunta el afamado esteta y profesor
universitario cubano Jorge De la Fuente Escalona producto a que
"el lugar dominante del arte como componente del objeto de
estudio de la estética, se explica porque la
producción artística es la forma de actividad
estética que primero, y con más fuerza, se
independiza de otros modos sociales de asimilación
práctico-espiritual del mundo". (De la Fuente, J; 1987 p.
8).
Por ello a la hora que debamos desentrañar,
realmente que es lo artístico, actúa como presupuesto, que
acelera con creces, el umbral de posibilidades que le hayan
facilitado todos los subsistemas o canales de socialización que ha ido creando la
sociedad para el logro de estos fines, a lo largo de una
época determinada, a los sujetos
interactuantes.
¿ Qué es realmente lo artístico,
como podríamos definirlo?.
Antes de definirlo, consideremos que el arte "asume la
función
cultural de compensar la alineación que provocan las
esferas no creativas, en su inmediatez, de la actividad humana".
(Suárez Martín, L.J; 2000 p. 76).
Ahora bien, a la hora de definir esta categoría
lo primero que sucede es que es bastante difícil delimitar
su radio de
acción ya que los elementos estructurales que lo conforman
se disuelven unos en otros y son traslaticios, no obstante lo
anterior:
- Lo artístico es la categoría con
la que se designa aquella esfera en la que los universos
naturales, sociales y lógicos son trabajados desde una
perspectiva selectiva y sensible-emocional , lo
que dentro de la institución arte opera con una
actividad concreta en el plano figurativo.
Para definir además esta categoría, ella
debe estar en condiciones de cumplir con los siguientes
exigencias:
- Participar de la creación de una "nueva
realidad y un nuevo lenguaje",
cuando el lenguaje
común se paraliza - Dar a conocer a través de las posibilidades
que ofrece la llamada imagen artística un
determinado nivel de conocimiento, comunicación e
información interactiva para los
hombres. - Lograr espacios de catarsis, en el sentido de
la capacidad que tiene para "oxigenarnos" de determinados
efectos negativos mediante semejantes vivencias ficticias y
recreadas armónica y proporcionalmente. - Lograr efectos compensatorios, al lograr
mediante los códigos conque opera "purificar nuestras
almas" de los embates convulsos de la vida
cotidiana. - De coadyuvar a determinado nivel de educación
a través de juegos y entretenimiento en los
hombres. - Influir en el subconsciente del hombre, de
formación de un determinado espíritu creador y de
perfeccionamiento del gusto estético de los
mismos.
O sea que, en realidad lo artístico se constituye
en una especie de vaso comunicante con lo estético por
cuanto "la estética estudia el fenómeno
artístico desde el punto de vista de su surgimiento y sus
regularidades fundamentales (el subrayado es nuestro –
J.M.U.A.). A escala de la
teoría, el análisis estético diseña un
modelo de la práctica artística que recoge y
generaliza los modos de estructuración y funcionamiento
del proceso de producción, distribución y consumo de los
valores
estéticos del arte como tipo diferenciado de actividad
social.
En esta dirección la estética se orienta
no solo hacia la práctica artística que le es
contemporánea, sino también hacia los valores
artísticos del pasado que funcionan activamente en la
cultura del
presente". (De la Fuente, J; 1987 Idem)
Precisamente los postulados y concepciones más
avanzadas de la estética contemporánea, han dejado
claro, que para desentrañar este complejo problema es
necesario, además, que se valoren siempre las relaciones
de lo artístico con lo estético a partir de una
tríada posible y algorítmica: la conciencia
estética, la actividad práctico-estética y
la educación estética.
Partamos de considerar entonces que lo artístico
es una definición esencial de una actividad concreta en el
plano sensible-emocional (como acotábamos con
anterioridad) y que – como apunta J. De la Fuente – "el
criterio de que el arte constituye un momento decisivo de las
investigaciones estéticas, se ha
generalizado sobre todo en la medida en que se comprende el
proceso artístico como promotor y cualificador de otros
modos de apropiación estética de lo real". (De la
Fuente, J; 1987 Idem)
Desde otra referencia contextual el competente esteta
polaco Stefan Morawski decía que "… el arte no solo
puede encarnar la naturaleza e inspirarse en ella, sino que en
realidad es el principal modelo para la sensibilidad mediante la
cual, en conjunto, proyectamos las evaluaciones estéticas
sobre la naturaleza. También tomamos del arte el modelo a
cuya luz, y dados
ciertos contextos, calificamos de estéticos algunos
acontecimientos de la vida cotidiana". (Morawski, S; 1991 p.
20)
Pensemos en que en el proceso de conocimiento que
históricamente ha venido acompañando al sujeto,
está cargado de un permanente tratamiento al lugar de la
valoración de esa realidad que cotidianamente le circunda;
esto ha provocado que el tema de la relación
estética que guarda el hombre con el mundo, la belleza
como aspiración ininterrumpida del sujeto haya "integrado"
la esfera de lo valorativo y junto a ella todo el resto de los
fenómenos y procesos estéticos, al ser consideradas
la cadena de significantes que tienen las propiedades de los
objetos, fenómenos y procesos de la realidad para el
sujeto.
O sea siempre se ha venido centrando la atención
en las propiedades que se han venido revelando en el proceso de
interrelación del objeto con el sujeto, no por casualidad
en más de una de las obras en las que se ha versado sobre
esta problemática se define la belleza como una
relación (de concurrencia) valorativa existente entre el
objeto y el sujeto.
Para la comprensión de las ideas que estamos
esbozando se precisa contar con un total deslinde entre la
categoría de valor como aquella que designa el
nivel de relación, caracterización y significancia
del objeto en relación con el sujeto. Este se "engendra"
en la propia "instauración" del objeto con las necesidades
del sujeto.
Por su parte la categoría de
valoración debe verse como la que permite el nivel
de comprensión del lugar que guarda, en la citada
relación, el sujeto con el objeto. Esta aflora en la
constante percepción que el sujeto hace del valor que se
ha formado con una objetividad meridiana.
Sin las anteriores distinciones no es posible continuar
trabajando el lugar que ocupa lo estético en su
vínculo con lo artístico, por cuanto puede producir
incongruencias teóricas.
Ahora bien, obsérvese que el hombre como sujeto
social que es, y partir de su relación práctica con
el mundo que le rodea, establece una serie de acciones que
van configurando su accionar en el mismo. Todo el mundo
estará concordará con este autor en que la
conciencia que el hombre fue tomando sobre el carácter
útil de lo que le rodeaba prefiguró lo que
tempranamente se presentó como lo valor
utilitario, de la significación que poseían
para satisfacer las necesidades trascendentales inmediatas de
él.
En otro orden se fue logrando un paulatino nivel de
comprensión para el significado de las conductas, lo que
derivó en que se realizasen valoraciones sobre el accionar
habitual de los hombres y se incorporaran a la esfera de lo
bueno, lo malo, lo humanitario, lo razonable, lo noble, etc., que
sentó la presencia de los valores
éticos.
Su incomprensión en torno a determinados
fenómenos de la realidad, derivado – en un determinado
momento – de un escaso nivel de desarrollo de la fuerzas
productivas y de las relaciones de producción creó
el caldo de cultivo para la aparición del valor
religioso . La aparición de las sociedades
clasistas abrazaron el valor político como
cualificador de las relaciones que a partir de entonces se
establecieron.
Todo es te esbozo ha sido con el propósito de
mostrar que cada valor se fue conformando y autodeterminando en
la propia medida en que se fueron insertando en la multivariedad
de esferas de actuación de la actividad humana.
Un momento aparte se refiere cuando hablamos del
valor estético por cuanto "la
experiencia estética puede constituir la norma que nos
permita desarrollar nuestros criterios axiológicos, por
cuanto una de las orientaciones principales para establecer el
valor estético basa su legitimidad en el aserto de que la
experiencia del arte autoriza a definir qué objetos
merecen la consideración de obra de arte". (Morawski, S;
1991 Idem)
No dudemos que estamos ante un proceso enigmático
y que a diferencia del resto de los valores que tienen su
micromundo de actuación, los valores estéticos
"desandan" por doquier actuando en 4 macromundos : la
naturaleza, la sociedad, el hombre y el arte .
Ya aquí se va vislumbrando con claridad lo
diferente que se va tornando lo estético con respecto a lo
artístico, ya que realmente:
- Lo estético es la categoría con
la que se designa la relación
sujeto-sujeto en un contexto sociocultural
determinado, que es capaz de exponer:
- El carácter totalitario de los entornos
posibles – humanamente hablando – al poder
recepcionar su congregación con el todo y contener los
gérmenes potenciales de lo que luego se conciben como
los principios, conceptos, categorías, leyes y
regularidades del dominio
estético de la realidad. - La síntesis
del espíritu humano, que percibe sensorialmente su
estado trascendental constitutivo. - Un nivel de relación valorativa que
permite que los universos (la naturaleza, la sociedad, el
hombre y el arte) con los que trabaja se vean sustancial e
integralmente reflejados en cada una de las concretitudes de lo
real.
De manera que la propia definición de lo
estético sienta las bases para comprender la necesidad de
un tratamiento cuidadoso a cada uno de los contextos de
actuación del mismo, a tenor con la trama de conexiones
que de manera singular porta y que tiene en el plano valorativo
su elemento cualificador.
Se infiere que todo lo que hemos planteado hasta
aquí permite el que se pueda considerar que la base
objetiva de lo estético existe por pura naturaleza, no
obstante lo anterior, es necesario que sea buscada esta base en
aquellos objetos, fenómenos y procesos del mundo de la
realidad inmediata del ser que se tornan universales y en
esa propia medida "cercanos" a la percepción y
vivencialidad del sujeto, de lo contrario no es posible que
éste entable la necesaria valoración
estética que permanentemente está llamado a darle
curso.
En momentos anteriores cuando tratando de ver los nexos
dialécticos entre lo estético y lo artístico
advertíamos que era imprescindible verlo en tríada
posible y algorítmica: la conciencia estética, la
actividad práctico-estética y la educación
estética, lo hacíamos por la obligada organicidad
que tiene todo este proceso.
Lo que está claro es que esas propiedades de
corte estético existen en el mundo donde nos
desenvolvemos, que la propia conciencia del hombre ha venido
ofreciendo una aproximación ininterrumpida a estos temas,
se ha venido perfeccionando la actividad práctica de la
sociedad y la educación en este orden ha ido ganando
espacios cualificados por las improntas epocales.
1.2. Educación estética y
educación artística: un diálogo
recombinante.
Sin el amplio análisis que hicimos en el
epígrafe anterior no podemos comprender la naturaleza de
la distinciones y similitudes de la educación
artística y la educación estética, y de
hecho no es posible el que podamos fundamentar y proponer los
aportes de la investigación. Veamos cuáles son sus
interioridades más predominantes:
La educación estética y la
educación artística se van formando en el mismo
proceso de desarrollo de la vida social y por tanto tienen un
nivel de dependencia que se comprende a partir de lo que le
aportan el ser social y la conciencia social.
Ambas tienen un condicionamiento clasista y de hecho o
hacen notar macrosocialmente. El propio Marx hacía notar
que en las sociedades clasistas y particularmente en
regímenes antagónicos "el hombre abrumado de
inquietudes, necesitado, no tiene sentidos para el más
bello espectáculo" ((Marx, C; 1965 p. 103).
La educación artística contribuye a formar
una actitud del hombre hacia el arte, es por ello que los
subsistemas socializadores que actúan, en este caso:
familia,
escuela,
comunidad y medios de
comunicación social, lo que hacen es potenciar esa
especie de "necesidad interna" que tienen los individuos de
entrar en interacción con este discurso
sensible-figurativo; sin embargo, como sujetos sociales que son,
ameritan un nivel de orientación que les permita salir
adelante en las coordenadas de aprehensión que necesitan
de la realidad inmediata a su esfera de actuación, para de
hecho, estar en condiciones más plenas de desarrollar su
"alianza" al sentido real que tiene el arte.
Como inscribe Adolfo Sánchez Vázquez "el
hombre es ya creador desde que produce objetos que satisfacen
necesidades humanas, es decir, desde que emerge de su trabajo un
producto nuevo, humano o humanizado, que sólo existe por y
para él" (Sánchez Vázquez, A; 1987 p. 50);
pero ese acto de creación natural, por antonomasia precisa
un nivel de conducción que fortalece la aprehensión
y consiguiente recreación
de la realidad: la creación de esa "segunda naturaleza"
con arreglo a las leyes de la belleza.
Lo anterior refuerza (realmente tributa) la tesis de que
la educación estética se caracteriza por la
formación de una actitud estética del sujeto social
hacia todo lo que posea valor estético en el universo:
hacia la naturaleza, hacia los demás hombres, hacia su
propio yo interno, hacia lo multiforme de las actividades que
integran la vida de los humanos, hacia esa "segunda naturaleza" o
mundo de las cosas y hacia el propio arte.
Se supone que la mixtura de elementos que integran la
educación estética requieren de una serie de
enseres para la realización de la misma. Por tanto, estos
enseres lo integran no solo el arte, sino también todas
las series de derivaciones de la actividad práctica del
hombre.
Pensar que la actitud estética del hombre ante
determinado elemento de la vida social o natural parte solo de lo
innato y se subestima lo adquirido, puede conducir a una especie
de argucia representativa y a su vez hecha por la borda el
condicionamiento sociopsicológico de la necesidad,
la
motivación y el gusto estéticos.
Por otro lado la propia educación estética
del individuo y de
las grandes colectividades es el resultado interactivo de la
formación que él ha estado teniendo y en donde las
otras formas de actividad humana y de la conciencia social han
jugado un rol no desdeñable.
No pensemos que la educación estética
sintetiza los tipos de educación posible y realizable,
sino que ella, por su carácter totalizador y valorativo
cuenta con todo un arsenal de presupuestos
inmanentes, que presididos por el arte logran resultados que
desde otra referencia es harto difícil.
Esto puede demostrarse a partir de que:
- Contribuye a que los sujetos lleguen a percibir
(sentir) y a comprender de una manera meramente estética
aquellos ingredientes naturales y sociales que por determinadas
limitaciones de la experiencia cotidiana no todas las personas
"pueden vivir en esa realidad", por ejemplo, si usted quiere
"vivir" en las generalidades del siglo XIX cubano, basta con
hacer una lectura inteligente de la novela
Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y por lo menos los
rasgos generales inherentes a la sociedad de entonces son
revelados. - La visión de esteticidad de la realidad, que
permanentemente le circunda, sea más clarividente y con
una mayor carga de emotividad y sensibilidad, a partir de que
una educación conscientemente dirigida en este orden,
desarrolla las nociones en torno a la belleza y la fealdad, la
tragicidad y comicidad, la sublimidad o la bajeza, y a su vez
permite que lo que ha descubierto el sujeto, sea un artista o
no, sea "leído" por todo el resto de los integrantes de
la sociedad, ya que es posible que una buena parte de la
sociedad no haya podido leer (descubrir, ver o sentir) lo que
determinado sujeto, por ejemplo, como el artista que –
como acotábamos en la página 11 – es la
autoconciencia crítica de la sociedad. - Facilita un determinado nivel de organización de la realidad a partir de
que las cualidades estéticas que potencial o realmente
están en los 4 universos donde actúa lo
estético, pues estamos en condiciones de leerlos y
evaluarlos. El propio arte ayuda en su calidad de
forma superior de lo estético a organizar la manera en
que los individuos dialogan con la sociedad. - A través de los resortes conque cuenta la
educación estética es posible que se pueda
influir activa y consecuentemente sobre la conciencia
estética de cada individuo en el sentido que le es
útil, sin que esto se convierta en una especie de
pragmatismo
estéril.
¿Qué
es realmente la educación
estética?
La respuesta no es nada fácil, sin embargo lo
códigos que presiden una aproximación a su
definición están localizadamente definidos. Estamos
de acuerdo con la profesora universitaria M.Sc. Graciela Montero
Cepero cuando observaba que a propósito de la
educación estética, a los educadores se le ofrece
"la posibilidad de construir en un plano teórico, en forma
de modelo, el proceso de educación estética" y que
"tres ejes estructuran esta modelación conceptual, de la
cual, según el ámbito en que se aplique, se
derivarán los principios metodológicos que
guiarán un proyecto de educación estética".
Estos tres ejes formulados como interrogantes, son:
- ¿ Qué debemos educar mediante la
educación estética? - ¿ Cómo debe realizarse la
educación estética? - ¿ Para qué debemos educar
estéticamente?
(Montero Cepero, G; 1999 p. 4)
Nos parece bastante precisa la formulación que
hace la investigadora al sintetizar una serie de preceptos de
corte didáctico que necesaria y objetivamente emplearemos
en lo que resta de la investigación.
Consideramos prudente consignar que el qué, el
cómo y el para qué debe educarse
estéticamente, subyace en cada una de las tesis que todo
proceso de educación en este orden trae aparejado, al
concebirse la:
- Educación Estética como
el proceso conscientemente dirigido mediante el cual se
contextualizan los elementos estructurales de la conciencia
estética, de la relación estética del
hombre, la trama de concreciones que nacen de esa
relación y su estilo y modo de
realización.
Se infiere que lo que recibe la influjo directo de este
tipo de educación es la conciencia estética, al
actuarse sobre los eslabones preconscientes, los sentimientos,
los gustos, los valores e ideales que integran a la misma, o sea
que la conciencia no va a venir a reflejar algún
núcleo singular de la relación estética del
hombre con y sobre el mundo, sino lo que opera en la propia
intríngulis de la relación y el o los
fenómenos estéticos que surgen (que le da germen)
como resultado natural de esa relación.
De lo anterior puede inferirse que el objeto de la
educación estética resultará ser el
qué educar, lo que ipso facto le imprime un
alto grado de singularidad al examen que estamos haciendo, al
tener que trabajarse independientemente de los procederes, el
proceso de subjetivación del objeto y de
objetivación del sujeto.
Ahora bien, el cómo educar
se logra a través de la propia conciencia de la existencia
del aparato conceptual y categorial de la estética,
expresado en términos de sistema de conocimientos y
expresión además de la relación
estética, cuya actividad estética es permanente al
ser un …"tipo de actividad práctico-espiritual
dirigida a crear y a desempeñar en la conciencia, en la
acción o en la forma semiótico-material, el
prototipo del objetivo ideal
deseado y asequible según la posibilidad y la necesidad"
que guarda el hombre con el mundo
sistemáticamente.
Autor:
Lic. José Manuel Ubals
Álvarez,
Profesor Auxiliar.
Asesor Técnico Docente de la Vicerrectoria de
Investigaciones Postgrados y Relaciones
Internacionales.
Universidad Pedagógica "Raúl
Gómez García"
Guantánamo, Cuba