Debo admitir que cuando me senté a escribir estas
reflexiones lo hice con el sincero propósito de ser
especialmente leído por los periodistas, amén de un
público segmentado habitual destinatario de mis
líneas. Y no alenté tanto la esperanza de ver
publicado este artículo como de confiar en que
sería lentamente digerido por ese "target" especializado
en el cual pensaba cuando comencé. Porque de lo que
tratarán los párrafos siguientes es de reclamar un
espacio de expresión, el derecho de nosotros,
ovnílogos o parapsicólogos (y en ocasiones, ambas
cosas a la vez) a merecer de la prensa un poco
más de seriedad antes que de
atención.
De lo que estoy hablando es de cuestionar a
muchos medios de
prensa considerar tanto a la temática ovnilógica
como parapsicológica algo atractivo en términos de
números de lectores pero no de calidad de los
mismos. Quizás subproducto de cierta avispada
intelectualidad que, entre ironías y encicplopedismos,
considera que todo aquello que orille el "misterio" y las
"creencias", carente quizás de componentes sociales o
políticos es apenas pasto amarillista para ignorantes, ese
periodismo
–que también recibe por Internet diariamente decenas
de testimonios de avistajes OVNIs
así como resúmenes de progresos en las investigaciones
parapsicológicas- alienta la difusión de estas
disciplinas cuando compulsa la opinión
pública y ve cierto exitismo sensacionalista en la
difusión masiva de hipotéticos contactos o
encuentros con el Más Allá. Pero que ignora, con
soberbia cultural (que no intelectual) digna de mejor causa
cuanto esfuerzo, pequeño y persistente, hagamos
cotidianamente para reclamar un poquito así de espacio
mediático. Un periodismo que
aplaude gozoso la presencia en cualquier "reality show" de todo
pobre maniático que se sienta a caballo de
múltiples dimensiones, pero que excluye por "aburrido" (en
holocausto a una letanía sagrada en los estudios y
"platós": "lo que no puede decirse en treinta segundos
no sirve") a un enjundioso y poco atractivo investigador
cargado con años de ostracismo. Un periodismo que,
corporativista al fin, sale a defender el derecho de "libertad de
expresión" cuando cualquier colega es víctima
real o supuesto de oscuras maquinaciones, pero eclipsa esa misma
libertad de
expresión cuando, mes tras mes, años tras
año, gastamos las suelas acercándoles
resúmenes de los progresos, de las evidencias obtenidas en
nuestros análisis. Un periodismo que, con la
ignorancia propia del gordito que se sabe dueño de la
pelota, hace bromas previsibles alrededor de cualquier sonado
suceso insólito. Un periodismo que ante estas
apreciaciones podría reaccionar argumentando que, si esto
ocurre, después de todo es responsabilidad nuestra por no saber darle un
marco de "seriedad" y "cientificismo" a lo que hacemos pero nos
niega y prejuzga gozosamente. Un periodismo que se enlista
fácilmente con los escépticos profesionales de
turno, quizás para lustrar ciertos galones de "racionales
y avispados", ignorando la compleja telaraña de intereses
creados que se mueve detrás de ellos y, lo que es peor,
desinteresándose totalmente en conocerla, lo cual es doble
pecado en el caso de un informador público. Un periodismo
donde, respetado por los ciudadanos (en muchas ocasiones, por
méritos bien ganados; en muchas otras, también,
sólo por inercia), gozan del privilegio de modelar la
conciencia de la
sociedad sin
medir en ocasiones –en demasiadas ocasiones- las
consecuencias últimas de sus actos, en virtud de boicotear
lo que por derecho de esa misma conciencia los
otros tienen la prebenda de conocer.
¿Dos anécdotas?. Una; el periodista de
policiales Enrique Sdrech (a quien sé por lo demás
una excelente persona) no
trepidó en acentuar los aspectos de "culto
esotérico" que rodeaba la vida de las hermanas parricidas
del barrio porteño de Saavedra, o que una de las
víctimas del tristemente célebre asesino serial de
la ciudad de Mar del Plata "solía vivir entre velas y
sahumerios". Sería bueno preguntarle –yo no he
tenido todavía la oportunidad- si en cualquier otro
asesinato y crimen de los que investiga a diario concede la misma
importancia mediática a la cantidad de veces que
concurrió víctima o criminal a misa el
último año, las semanales visitas de su pastor o la
fecha de su Bar-Mitzvá.
Y, como decimos en nuestras tierras, se va la segunda.
Otro hombre de
prensa, Luis Majul, en ocasión de una entrevista
televisiva con el conocido doctor Mariano Grondona alrededor de
los escándalos políticos subsiguientes al asesinato
de la joven catamarqueña María Soledad Morales,
ataca la figura del primer juez que intervino en la causa, el
doctor Luis Ventimiglia. ¿Por excederse en sus
atribuciones jurídicas?. No. ¿Por ineptitud e
ineficacia procesal?. Tampoco. ¿Por contubernios
políticos?. Menos. ¿Saben por qué?. Porque
le había escuchado decir, en el transcurso de un asado en
la provincia de Jujuy en casa de comunes amigos y en virtud de
algunas "bromas" que otros colegas le hacían por haberse
tomado el trabajo de
escuchar y abrir una causa frente a un "loco" que
sostenía haber presenciado un aterrizaje OVNI en vez de
ponerle simplemente de patitas en la calle, el doctor
Ventimiglia, decía, simplemente los había mirado
serio, muy serio, y respondido: "¿Y si fuese
verdad?".
Yo no sé si Ventimiglia cree en los OVNIs, o no.
Lo que sí sé es que la actitud que en
cualquier otra circunstancia (una denuncia de cohecho, una
infidencia de infiltración terrorista) aún con un
alto grado de improbabilidad le habría hecho decir a Majul
que estaba frente a un hombre probo
que cumplía objetivamente su papel de juez,
en este caso le venía como anillo al dedo para poner en
entredicho su seriedad –o equilibrio– de
cara al impacto mediático fácil.
Ciertamente, quizás no debería ser yo
quien encuentre muchos motivos de queja. He participado y
conducido infinidad de programas
televisivos y radiales y, ciertamente, no sólo creo tener
un discreto "manejo de escenario" ante las cámaras sino
también siempre he tenido aceptable (dentro de un discreto
margen de eventuales matices) espacio para expresar mis ideas…
cuando he sido invitado. Pero conozco demasiados casos de
honestos investigadores que han quedado históricamente
excluidos, a la par de padecer la histeria exhibicionista de
ciertos científicos y "científicos" (nótese
la sutil diferencia) que, puestos frente al ojo de la TV, no
daban tanta lástima por la aún más pobre
imagen de los
conductores televisivos que les acompañaban, decididos a
ganar matrícula de "respetables".
Así que resumo el espíritu de este trabajo
con un desafío: señálenme un ejemplo, un
solo ejemplo –especialmente de cara al periodismo
argentino- donde un investigador de OVNIs o un
parapsicólogo ha tenido la oportunidad de asistir, por
ejemplo, a un programa de
televisión, de radio o a una
columna de periodismo gráfico, para expresar sin
limitaciones (de tiempo o de
contenido) sus argumentos en pro de la temática que
defiende. Un solo ejemplo donde con la excusa que "el tiempo es tirano"
(como si algo con la suficiente gravedad pudiese ser expuesto
y probado en tres minutos. ¿Lo imaginan a Einstein
explicando la Teoría
de la Relatividad ante una cámara en un segundo?.
Seguramente, como diría Sábato, si lo hiciera
ya no sería la Teoría
de la Relatividad), los gestos del productor en las sombras
que pide "más emoción" (más gritos, en
realidad), la necesidad de interrumpir el monólogo porque
"hay que ir a comerciales" o el recortar párrafos de un
artículo porque "el espacio es tirano", un solo ejemplo,
decía, donde se haya podido exponer mediáticamente
las abultadas carpetas de lo que nosotros consideramos
evidencias. Un solo ejemplo.
El problema se agrava cuando esos mismos medios de
prensa, niegan el comentar obras literarias –o
electrónicas- sobre estas disciplinas, donde el interesado
en profundizar podría remitirse para ampliar su información. Así, existimos un gran
número de apasionados que estamos más o menos al
tanto de las novedades, y un número infinitamente
más grande que no se apasiona porque se le niega la
oportunidad de conocer la existencia de esas
evidencias. Que sea por poco atractivo
periodístico, falta de tiempo o espacio, la queja de la
iglesia
más cercana o lo que fuere no es excusa suficiente. Porque
el periodista medio –en lo que a estos temas respecta-
campea por el peor defecto. Comparte la humildad implícita
en la ignorancia con la pedantería del que cree tenerlo
"todo claro". Y encima se ofende cuando uno se lo
señala.
Así que invertiremos los próximos
párrafos en señalar ciertas taras, debilidades y
chapuzas de los medios de prensa, reivindicando un derecho
básico, de ellos y nosotros (juntos): si van a
considerarnos un atado de alucinados, ociosos ignorantes,
débiles supersticiosos o explotadores de la credulidad
ajena, reivindicamos primero el derecho a exponer libremente
nuestras ideas. Ideas que el periodismo del planeta, salvo
honrosas (y escasísimas excepciones) hasta ahora nos ha
negado. Libremente, es decir, no acotados por el
cronómetro o constreñidos a hablar sólo de
lo que el moderador desea.
No hay peor ciego que
el que no quiere ver.
Antes de invitar como necesario "complemento" a
un escéptico en cualquiera de estos debates (actitud que no
comprendo. Digo, esa excusa habitual que escuchamos de
periodistas que nos convocan pero aclaran sobre la presencia de
un "refutador" porque "la gente necesita escuchar las dos
campanas". ¿Las dos campanas de qué, si nunca
acabamos de tañir la nuestra?. ¿Imaginan ustedes al
moderador televisivo invitando, cuando visita el estudio un
médico especialista en cáncer para hablar de los
últimos progresos, a un fundamentalista talibanés o
a un hechicero tribal para "que la gente escuche las dos
campanas"?. No, jamás lo harían. ¿Y saben
por qué?. Porque para este paradigma
cultural perimido, el científico es "serio", y
sería una falta de respeto opacarlo
con la colorida presencia de los otros señores citados.
Pero como un curandero, un ovnílogo, un astrólogo o
un parapsicólogo "no lo es", entonces cabe la posibilidad
de hacer una carnicería mediática redituable en
"rating"), antes de invitar a un escéptico
–decía antes de irme por las ramas- sería
bueno que los periodistas nos (se) respondieran estas
preguntas:
¿Porqué, mientras, convencidos de que
hacer profilaxis mental en la población es una urgencia
científica, atacan a grupos religiosos
minoritarios, contactados, simples estudiosos del fenómeno
OVNI, los escépticos jamás han organizado
una confrontación televisiva, publicado artículos
desmitificadores o irrumpido polémicamente en las
reuniones de los grandes y poderosos grupos
religiosos, aún cuando en muchos de ellos medran
individuos que ejercen las mismas "funciones" que
critican en otros ámbitos, como sanación,
profecías, o acuden a los mismos, dudosos métodos de
tipo sectario que les escandaliza en cualquier otro contexto,
como es el caso específico del Opus Dei.?
¿Porqué debemos creer que ello está
estrechamente relacionado con que esas monolíticas
instituciones
tienen probados fundamentos lógicos y científicos
en todas y cada una de sus prácticas, y que no se trata,
simplemente, de cobardía.?
¿Porqué si ellos gastan su tiempo y
dinero de sus
bolsillos en difundir sus convicciones racionalistas eso es
amor al
conocimiento y
la verdad, y si los ovnílogos y parapsicólogos
históricamente hemos gastado más tiempo y
más dinero en
difundir las nuestras, es fraude y
paranoia.?
¿Porqué no pueden diferenciar entre el
contenido de sus afirmaciones y el continente con
que las presentan, evitando caer en lo que critican en sus
oponentes intelectuales: fanatismo, estrechez ideológica,
soberbia, improvisación, prejuzgamiento.?
¿Porqué no aceptar que su conducta hacia
nosotros es tan emocional como la nuestra hacia
ellos?.
Si los periodistas (administradores de la
difusión pública) se hubieran planteado estas
observaciones con anterioridad, seguramente este artículo
nunca habría tenido necesidad de ser escrito. Y mientras
hace no mucho tiempo atrás me prometí no caer en
polémicas estériles, la escalada de agresividad
manifiesta por parte de quienes, en otro orden, invocan
permanentemente la necesidad de "objetividad", "mesura" y
"equilibrio en
los juicios" hacen necesario mantener viva la llama de la
discusión pública, no aquí en cuanto a si
Ovnis, fenómenos extrasensoriales, zodíacos varios
o mancias diversas tienen alguna validez, sino respecto a
preguntarnos si todos estos temas no son más que una
excusa intelectual para dirimir otras diferencias, un campo de
batalla anecdótico donde lo que se discute es más
profundo: la crisis
espiritual dominante, la caída de modelos
culturales y la angustia del ser ante la Nada.
Debo a mi amigo el investigador estadounidense
Scott Corrales la siguiente noticia, que para una mejor
comprensión de mis reflexiones merece ser reproducida
íntegramente:
FUENTE: Frankfurter Allemaine Zeitung
FECHA: 26 de abril de 2001
El "Azote de los Ovnis" Brinda Identidad a
los No Identificados
por Christian Siedenbeidel
MANNHEIM,- Werner Walter ha estado bajo
tensión desde comienzos de febrero. "Se ha desatado una
nueva psicosis OVNI en
Alemania," se
queja el hombre de
43 años de edad quien ha encabezado la oficina alemana
de matriculación OVNI desde hace 10 años. "Cuarenta
objetos voladores no identificados en espacio de seis
semanas–eso es mas que todos los avistamientos del 1999 y el
2000 juntos".
El Sr. Walter culpa esta marejada de histeria OVNI en
la cobertura televisiva de la estación espacial rusa MIR,
cuya misión
finalizo el mes pasado cuando cayó en el Pacifico. El
planeta Venus también reluce con mas brillantez en el
cielo nocturno. "Eso casi siempre incrementa la cantidad de
avistamientos ovnis," agrega.
La gente puede comunicarse con la oficina en
Mannheim llamando al (0621) 701370, donde se anotan
cuidadosamente todos los avistamientos de supuestos
platívolos y se hace el intento por buscar explicaciones
naturales para dichos eventos. La
oficina también ha desarrollado un formulario en
colaboración con la universidad de
Giessen, y se solicita que los testigos de OVNIS lo rellenen.
"¿Ha leído muchos libros sobre
OVNIS? ¿Cree en los extraterrestres?" pregunta el
formulario.
Estas investigaciones a
menudo tienen resultados extraños: la gerente de una
tienda en la población de Halle informó en fechas
recientes que había detectado un OVNI durante varias
noches consecutivas. Hasta llegó a pedir prestada una
cámara de video para filmar
el objeto. Los expertos en la oficina de registro ovni le
echaron un vistazo a la película y vieron que se trataba
de Venus a la primer. La sencillez de la explicación fue
motivo de risa para la gerente, y
devolvió la cámara prestada.
El Sr. Walter explica que los informes sobre
OVNIs aparecen en "oleadas". A principios de los
años '90–dice–sintió la tentación de
descolgar el teléfono los fines de semana. Fue entonces
que muchas discotecas comenzaron a hacer uso de enormes
reflectores como medio publicitario, a tal grado que la
policía llegó a llamarlo en una ocasión,
alegando haber perseguido un OVNI en su carro
patrulla.
No obstante, algunos casos permanecen en el
misterio, aun para la oficina. Por ejemplo, una mujer en el
pueblo de Konstanz dijo haber visto un objeto cilíndrico
de varios cientos de metros de largo directamente sobre la plaza
publica del pueblo a la luz del dia. Otra
persona en
Hamburgo llegó a observar un platívolo
"clásico" con diámetro de 30 metros (99
pies). Ninguna de las pesquisas con autoridades de la
aviación civil y llamadas a las agencias noticiosas
produjeron resultados satisfactorios.
Por otro lado, la oficina pudo resolver el
misterio de la "formación OVNI de Greifswald". En agosto
de 1990, varios cientos de testigos en la costa del mar Baltico
dijeron haber visto varios haces de luz viajando en
formación por un espacio de 10 a 15 minutos.
Después de que el fenómeno fue dado a conocer en un
programa de
televisión, se recibieron llamadas
telefónicas de los espectadores locales que
insistían que todos los testigos eran alemanes del oeste
que habían venido a visitar las costas de la antigua
Alemania
Oriental después de la caída del Muro de
Berlín. Los lugareños sabían que los
testigos solo habían visto las luces de
señalización empleadas durante una de las ultimas
maniobras realizadas por el Pacto de Varsovia. Las luces estaban
suspendidas por paracaídas y servían como
blancos para los proyectiles antiaéreos
infrarrojos.
Según el Sr. Walter, los primeros OVNIs fueron
vistos por un piloto estadounidense en 1947. El piloto
manifestó haber visto nueve objetos con forma de hoz que
resplandecían en la luz del sol y que volaban tan
rápido como cualquier avión. Se cree ahora que el
piloto sólo llegó a ver los prototipos del
interceptor F-84, que integraba un nuevo diseño
de ala en flecha.
Uno de los fenómenos descritos con mayor
frecuencia en el mundo ovni lo es el mito de
Roswell. Roswell era una base militar secreta en el desierto de
Nuevo Mexico en donde el gobierno de los
EUA supuestamente reparó un plativolo que se había
estrellado en dicho lugar en 1947. El Sr. Walter insiste que el
objeto era, en efecto, un globo estratosférico de 100
metros en diámetro.
El gobierno
estadounidense–explica–no negó el rumor OVNI adrede para
no poner en jaque sus proyectos. Hasta
el día de hoy, hordas de creyentes en los OVNI hacen
peregrinajes hasta el desierto. De igual manera, los
entusiastas OVNI en Inglaterra
visitan los misteriosos círculos que aparecen en los
campos de trigo cada año. El Sr. Walter cree que estos
diseños son artísticos. "La gente pinta toda
Nueva York con
graffiti, así que en Inglaterra les da
por pisotear el trigo. Mientras mas grandes les queden los
círculos, mejor".
El Sr. Walter dice que su trabajo le ha
convertido en un escéptico de los OVNIs después de
haber sido creyente. Aunque imagina que si existe vida
alienígena en alguna parte–algo como "un lodo verde en
alguna parte del cosmos"–se le hace difícil pensar que
existan platillos voladores que contengan seres capaces de
filosofar sobre si mismos y que hayan visitado la
Tierra.
"Marte es un mundo muerto. Y nos tomaría
millones de años llegar a la galaxia mas cercana".
Extiende su escepticismo a los "gurúes" de la
ufología quienes han logrado lucrarse con sus libros,
individuos como Erich Von Daniken, Johannes von Buttlar y Michael
Hessemann. Lo mismo va para las cadenas televisivas alemanas como
RTL y SAT 1, que han descubierto que el tema está muy de
moda y aumenta
los "ratings", y que además han dedicado programas al Sr.
Walter.
Se está construyendo un "parque de
diversiones extraterrestre" en el Berner Oberland de Suiza, una
verdadera "Disneylandia para los ufólogos", segun la
descripción que ofrece Walter. Y en
Frankfurt, 2000 autoproclamados ufólogos se dieron cita
para el congreso OVNI mas grande celebrado hasta
ahora.
Hasta los niños
parecen preferir jugar a los extraterrestres que a los vaqueros.
"Recibí una llamada telefónica de unos chicos en el
norte de Alemania que hacían uso de un teléfono móvil. Estaban jugando a
"Expedientes X" y querían informarme a mi, antes que al
FBI, de que los alienígenas habían aterrizado.
Querían que me subiese a un helicóptero y volar
hasta donde estaban enseguida". declara Walter.
Me he tomado el trabajo (y
he ocupado el tiempo de ustedes) en reproducir íntegro
este artículo traducido por el mismo Scott, ya que creo
que es ejemplificador respecto del "síndrome de
escepticismo" que parece estar, lenta pero serenamente, ganando
ciertos espacios de poder. Y sin
querer parecer demasiado conspiranoico, entiendo que ese espacio
no ha sido lícitamente ganado (lo que sería justo
en una contienda de iguales) sino apelando a formas subrepticias
de manipulación ideológica de la opinión
pública y con el concurso de oscuros intereses. Y por
ello centraremos aquí nuestra atención.
El bucólico señor Walter, seguramente con
gesto cansino y hastiado, ha ido desgranando frente al cronista
un discurso
mefistofélico. Se presenta, a título de
etérea garantía de honestidad
intelectual, como un "ex creyente" que se ha vuelto
escéptico, seguramente desilusionado por las sandeces
privilegiadas que tuvo que observar desde su escritorio
gubernamental. Así, sutilmente, juega con las palabras:
pregunta a los testigos si "han leído libros de OVNIs" o
"creen en extraterrestres", perverso juego
–muy habitual en todas las latitudes- que consiste en
descalificar un testigo potencial en razón de sus
creencias previas. En consecuencia, sólo los
escépticos racionalistas tienen derecho a ver un
OVNI.
Abusando de la honestidad del
público que –aunque no sea muy científico, es
mucho más honesto- cree que no tiene porqué
desconfiar. A priori del prójimo, recorre por
quincuagésima vez a la explicación de un planeta
Venus que cierta señora tal vez jamás había
visto en toda su vida anterior para "demostrar" lo endeble de las
visualizaciones de no identificados, y desde Mannhein,
seguramente el ombligo del Universo desde
donde el inefable Walter tiene una perspectiva omnipresente del
mundo, se llega a explicar el enigma de Roswell no como
globos-sonda ni Mogul, sino como un nuevo y hasta ahora
desconocido –hasta por los otros escépticos- globo
de cien metros de diámetro,. los "agrogramas" o
círculos en los campos de cereal como "manifestaciones
artísticas" (supongo que la Bauhaus de
enteléquicos personajes entrevistos por don Walter en sus
divagaciones) y extiende sus apreciaciones a la economía de mercado (habla de
los "lucrativos resultados" de escribir libros sobre el tema; es
evidente que él nunca lo hizo) y la exobiología, ya
que desde su modesta oficina él sabe no sólo que
Marte "es un planeta muerto" sino que "apenas un lodo verde" se
extiende por la Galaxia" como máxima manifestación
de vida.
No muy afecto al trabajo que le pagan los contribuyentes
(él mismo admite haber estado tentado
de "desconectar el teléfono" cuando han arreciado los
informes, algo
que provocaría náuseas a cualquier investigador de
cuño cuya razón de ser y emoción existe
precisamente cuando fluyen más casos que investigar)
lo imagino con gesto displicente despidiendo al cronista
sorprendido que su tarea sea del interés de
alguien. Repitiendo perimidos conceptos ("Los niños
inventan bromas todo el tiempo" ergo, "los niños son poco
fiables"), ignorando profundizar en los casos que no pudo
explicar, sutilmente despectivo (quien acepta la realidad de los
OVNIs es un "creyente" -¿cuánto demorarán en
tildarnos de "secta"?- y, si se agrupan varios, una "horda") a
Werner Walter lo sospecho de estar cumpliendo a pie juntillas un
papel bien
elaborado. ¿Cuál?. El de desentendido, quien se
lamenta del tiempo y dinero gastado en una "tontería",
más interesado en permanecer sentado al teléfono
desmintiendo versiones "antojadizas" para llevar tranquilidad a
la población que en investigar en el terreno. Pero, como
solemos decir en mi país, "la culpa no es del chancho,
sino de quien le da de comer". Porque estas operaciones
periodísticas de desalentamiento (por proponer un
neologismo) no existirían si, obviamente, no hubiera un
periodista de por medio. Un (una) periodista que en demasiadas
ocasiones se considera un tipo esclarecido, informado, de
mentalidad abierta, y en tantas demasiadas ocasiones no
sólo peca por superficialidad en la recabación de
información sino –lo que es peor- de
frivolidad analítica. Muchos periodistas –no todos,
por suerte- parecen particularmente sagaces (yo diría,
casi exageran la pose de "perpiscaces") frente a políticos
cuestionados en sus funciones
administrativas, pero, quizás inconscientes de las
proyecciones que la sola admisión de incursiones
extraterrestres en nuestro mundo podría tener cuando son
tal vez esos mismos políticos los que desacreditan las
apariciones OVNI. Lo digo una vez más: para poder avanzar
en la investigación del fenómeno OVNI,
debemos superar una valla cultural. No podremos presentar
pruebas de
nada, mientras el consenso de los que deciden no nos deje el
espacio suficiente para trabajar cómodamente en su
presentación.
Creo que la sociedad pasiva,
receptora de información periodística, está
–a grandes rasgos- idiotizada. Que en éste, como en
muchos otros temas, sólo percibe lo que se le manipula
desde las sombras, sutilmente, en programas de condicionamiento
de largo aliento. ¿Cómo explicar, por ejemplo
–y cito un caso local a título ilustrativo- que
mientras la "Comisión Condon difundiera en 1969 sus
"conclusiones" descalificativas de la validez científica
de los OVNIs, durante la "oleada" americana de 1978 la USAF
transmitiera a todas las agencias noticiosas del mundo
exactamente el mismo texto como
resultado de "recientes investigaciones propias" (sin
referencia alguna al trabajo de nueve años antes) y
nadie, ni siquiera uno de los innumerables medios
periodísticos de todo el mundo que lo reprodujeron se
diera cuenta de nada?.
O tal vez algo peor. Sí se dieron cuenta. Pero
participaban de ello.
Un "lavado de
cerebro"
En una sociedad donde la "información es poder",
es obvio que los medios de
comunicación son ciertamente los más eficaces
modeladores del pensamiento
colectivo. A veces me resultaría cómico –si
no fuera en verdad trágico- escuchar a la gente hablar de
sus "Libres elecciones", de la "concientización" y la
"clarificación del pensamiento
del pueblo" si no fuera tan delgada la línea que separa
tan nobles intenciones de una forma dictatorial de
condicionamiento de las masas. Sin duda más de un
periodista que cree en la transparencia de su profesión se
sentirá incómodo antes estas palabras, y es
lógico que lo esté; pero ese mismo periodista no
podrá negar que no existe en última instancia
una verdadera libertad de
prensa: todos sus representantes están esclavizados a su
puesto laboral, a la
ideología que representan (impuesta o
meditada, es otro cantar), al subsidio político, el
"sponsoreo" y su matriz
cultural.
Así que mientras muchos periodistas creen gozar
de esa "libertad" como las ratas que en el laberinto del laboratorio
creen que eligen libremente porqué camino tomar, otros
saben que responden a ciertos intereses. Y si esos intereses
ganan algún beneficio con el descrédito de los
OVNIs y la parapsicología, lo sepan o no, serán
instrumento de ello, y a su servicio
pondrán todas las formas de sutiles e intangibles "lavados
de cerebro" que los
medios periodísticos puedan hacer sobre las masas. El
argumento de independencia
ideológica que se repite como un sonsonete la mayor parte
de los periodistas, es algo aprendido en el oficio o la universidad no
por caminos empíricos sino como una forma de reforzar su
autoestima,
fortalecer el "esprit de corps" de la corporación y,
"last but not least" el no haberse dado de narices las
suficientes veces contra la realidad.
Y a consecuencia de esto, las ideas que la masa en
conjunto o el individuo en particular tienen, salvo que se trate
de estamentos poco significativos, es más producto de la
manipulación que de los procesos
sociales de su génesis pueden hacer ciertas clases de
periodismo. Citando al lingüista Noam Chomsky:
"Es un totatiltarismo invisible" lo que llamo un
"totalitarismo democrático" . Los ejemplos que doy indican
que los responsables de la política
norteamericana usan eficientemente los medios de
comunicación. En otras palabras, cuando deciden
intervenir en el extranjero, primero aprovechan la magia
irresistible de los mismos para preparar la opinión
pública. Antes que nada, los dirigentes norteamericanos
presentan al público como "demonios" los objetivos que
quieren atacar, como Saddam, Noriega, grupos islámicos,
los sandinistas, etc.. Para ello usan eficientemente distintos
métodos de
propaganda o
técnicas psicológicas. En
consecuencia, el público aplaude la invasión de un
país extranjero por los soldados norteamericanos y da su
consentimiento a las políticas
formuladas por las distintas administraciones, aunque en realidad
ese consentimiento lo establecen los aparatos políticos.
Por esta razón yo defino este sofisticado mecanismo
totalitario como "elaboración del consentimiento".
"
"Uno de los más formidables ejemplos de este
método
tuvo lugar durante el período gubernamental de Woodrow
Wilson. Este ejemplo, considerado como "la primer
operación de propaganda
moderna de un gobierno", se lo puede esbozar como un plan para
convencer al pueblo que dé el consentimiento para que el
país marche a la guerra en la
primera conflagración mundial. Durante los primeros
años de la misma la mayoría de los norteamericanos
estaban determinados a no participar. Sin embargo, a los centros
de poder, que tenían una profunda influencia sobre el
gobierno, les interesaba que se interviniese en el conflicto
armado. Por lo tanto se formó una comisión, llamada
Creel Comission, que se hizo cargo de la propaganda por cuenta
del gobierno. La Creel Comission logró transformar en
sólo seis meses a ese pueblo pasivo en otro de características histéricas con una
fuerte voluntad por destruir a la nación
alemana, ir a la guerra y
salvar al mundo. Como producto de
ese programa Norteamérica fue a la guerra."
"Un teórico prominente de esta técnica
totalitaria es Walter Lippmann, uno de los más conocidos
columnistas norteamericanos. Es uno de los fundadores del Consejo
de Relaciones Exteriores, importante institución
extraoficial ocupada de la política exterior de
los EEUU. Este señor se esforzó al máximo
por desarrollar los mejores sistemas de
control de las sociedades a
través de las élites y sin que nada se le
interponga en la tarea. Es por eso que considero a Lippmann "el
arquitecto de la teoría de la 'elaboración del
consentimiento' para conseguir que el pueblo apruebe incluso
decisiones no deseadas bajo la influencia de nuevas técnicas
de propaganda". Lippmann argumenta que el gobierno de un estado
debería ser manejado solamente por "un grupo especial
de gente inteligente que sea capaz de asumir la responsabilidad, en tanto que la masa poblacional
debería ser mantenida totalmente al margen de los
mecanismos de decisión". De acuerdo con Lippmann, la gente
no es más que "un rebaño estúpido" y no debe
participar del proceso de
administración (gubernamental) sino que
tiene que permanecer como obediente seguidora de las
decisiones."
"Sin duda, esta situación señala una
realidad acerca de las actuales democracias representadas por los
EEUU y los países occidentales: en estos países la
"soberanía" no está en manos de sus
respectivos pueblos sino capturada, evidentemente, por el poder
que controla el proceso de las
ideas a nivel masivo. "
"En este contexto, los medios de comunicación son usados como una de las
herramientas
más importante para controlar el proceso de
pensamiento. Por supuesto, no se puede poner bajo esta
categoría a todos los medios de
comunicación. No obstante, "los gigantes de entre los
medios de
comunicación", presentes en casi todos los
países del mundo hoy día, caen en esa
categoría de "herramientas
controladoras". A esto se debe que en algunos casos, a pesar de
la supuesta abierta oposición a los gobiernos, los medios
de comunicación tienen íntimas
relaciones con los poderes que están a cargo de los
"gobiernos".
Es el momento entonces de pensar seriamente acerca de lo
que los medios de comunicación imponen sobre la gente. Si
éstos, como dice Chomsky, se usan como "un mecanismo de
control del
pensamiento", la respuesta a la pregunta de cuáles son los
métodos de los que se valen para controlar nuestras formas
de pensar, pasa a constituirse en algo muy importante.
Chomsky habla extensamente acerca de métodos de
lavado de cerebros usados por los medios de comunicación
en materia
política. De todos modos, el "control sobre las
ideas" no se limita solamente a cuestiones políticas
puesto que los centros de poder que mantienen la
supremacía del mundo occidental no representan solamente
al sistema
político sino también a los distintos puntos de
vista que apoyan y sostienen al anterior. El poder que hoy
día está establecido en muchos países del
Tercer Mundo –y del Primero también- con una
perspectiva religiosa fundamentalista, es el que abolió el
verdadero disenso espiritual y cultural. Y ese poder puede seguir
manteniéndose solamente si la sociedad continúa
aceptando de manera generalizada los puntos de vista
fanáticos del fundamentalismo, tanto de la Iglesia como
de la Ciencia..
La aceptación de los puntos de vista alternativos y el ver
a éstos como lo que para muchos es una fuente
legítima de conocimiento,
es totalmente inaceptable para el sistema
establecido.
Por ende, es inevitable que los medios de
comunicación sean usados en contra de los OVNIs y la
parapsicología como la herramienta más eficiente
para el control de los procesos de
pensamiento en las sociedades
occidentales.
Y si ustedes se peguntan "porqué" o "para
qué", entonces quizás sea hora que empiecen, sin
falsos prejuicios culturales, a profundizar en estos
temas.
Escribe
GUSTAVO FERNÁNDEZ
Director de la revista
digital "Al Filo de la Realidad"