Indice
1.
Introduccion
2. Poemas gallegos
3. Luis Alposta,
traductor
4. Notas
En esta monografía
me refiero a los Seis poemas galegos
de Federico
García Lorca, vertidos al lunfardo por el poeta
argentino Luis Alposta.
Federico Garcìa Lorca naciò en Fuente Vaqueros,
Granada, probablemente en 1898. Estudiò Derecho y
Filosofìa y Letras; fue aficionado a la mùsica y a
la pintura. A
criterio de Rodolfo M. Ragucci, "este eximio y singular poeta se
caracteriza por la constante evoluciòn desde lo popular
hasta los lindes de la poesìa pura. En su
producciòn, es dado observar una extraña variedad
de tonos que se suceden o entremezclan: popular, infantil,
sencillo, alambicado, subjetivo, realista, misterioso, anadaluz,
gitano, pintoresco, dramàtico, tradicional,
clàsico, modernista, metafòrico, parnasiano,
ultraìsta, ligero, profundo y oscuro; pero es siempre
pintor y mùsico" (1).
En una de sus cartas,
Garcìa Lorca escribiò: "En mis conferencias he
hablado a veces de la poesìa, pero de lo ùnico que
no puedo hablar es de mi poesìa. Y no porque sea un
inconsciente de lo que hago. Al contrario, si es verdad que soy
poeta por la gracia de Dios –o del demonio- tambièn
lo es que lo soy por la gracia de la tècnica y del
esfuerzo y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema"
(2).
Lorca perteneciò a una generaciòn poètica
que recibiò muchos nombres: la generaciòn del 25,
la generaciòn de Guillèn-Lorca o la
generaciòn de la dictadura,
aunque el nombre màs acertado –y el màs
difundido- es el de generaciòn de 1927. En 1927 se
cumpliò el tercer centenario de la muerte de
don Luis de Gòngora, y los jòvenes se reunieron
para lograr que se restaurara y considerara al autor de las
Soledades.
Admiraban en èl la tècnica y el oficio. "Alberti
fue el que logrò imitarlo mejor –comenta
Joaquìn Gonzàlez Muela-, pero haciendo alarde de
habilidad formal, como ejercicio literario, màs que con
convicciòn o con penetraciòn ideològica"
(3). Guillèn se siente atraido por las descripciones, a
las que considera fruto de una visiòn mayor y màs
profunda.
Afirma el estudioso que los lìricos del 27 eligieron como
maestro a Juan Ramòn
Jimènez porque –a criterio de sus discìpulos-
profundizò màs que Unamuno y Machado en el
anàlisis de las sensaciones y encontrò el medio
para la expresiòn de ese anàlisis. En "Palabras
para Federico", Rafael Alberti dice que Jimènez
creò el romance lìrico, inaprensible, musical,
inefable, mientras que Lorca inventò el dramàtico,
lleno de escalofriado secreto, de sangre
misteriosa. "Tù –dice a Garcìa Lorca-, sobre
las piedras del antiguo romancero español,
con Juan Ramòn y Machado, pusiste otra, rara y fuerte, a
la vez sostèn y corona de la vieja tradiciòn
castellana" (4).
En 1927, el granadino escribiò: "Me va molestando un poco
mi mito de
gitanerìa. Confunden mi vida y mi caràcter. No
quiero de ninguna manera. Los gitanos son un tema. Y nada
màs. Yo podìa ser lo mismo poeta de agujas de coser
o de paisajes hidràulicos. Ademàs, el gitanismo me
da un tono de incultura, de falta de educaciòn y de poeta
salvaje que tù sabes bien que no soy. No quiero que me
encasillen. Siento que me van echando cadenas" (5).
Garcìa Lorca escribiò Impresiones y paisajes
(prosa) y los libros de
poemas Romancero gitano, Poema del cante jondo, Llanto por
Ignacio Sànchez Mejìas y Seis poemas galegos, entre
otros, ademàs de Bodas de sangre,
Yerma y otras logradas obras de teatro. "En sus
pasos inciales –observa Ragucci-, se echa de ver el influjo
de Rubèn Darìo y luego de Rueda, Jimènez y
los Machado, mas no tarda en marchar enteramente
solo".
Escribe Antonio Pèrez-Prado "Los Poemas Galegos
fueron publicados en 1935 por Anxel Casal, editor pobre y
domèstico, quien solventò la malandanza de su
imprenta con los aportes de su mujer, costurera.
Un año màs tarde, aquel negro año de 1936,
Anxel Casal, en Galicia, y Federico Garcìa Lorca, en su
Granada, fueron fusilados".
Recuerda los orìgenes de estos textos: "Federico se
enamorò de Galicia en su temprana juventud, que
es el tiempo de los
amores incurables. Visitò esa tierra
màgica en años estudiantiles y nos dejò
pàginas de su mejor prosa dedicadas a dibujar el paisaje,
cantar las mansas lluvias y la mirada triste de los hospicianos.
Y escuchò el habla de la tierra, que
no podìa entender cabalmente: eso la convertìa por
momentos en mùsica limpia, de antiguo sabor".
Se pregunta "¿Hasta què punto llegò
(Garcìa Lorca) a conocer la vieja lengua?
¿Hasta què punto recibiò ayuda?". Destaca
que "la discusión admite, también en este caso, dos
posiciones extremas y lo que pueda caber entre ellas. Desde la
firmeza con que un gran escritor gallego, X. L. Franco Grande,
asegura que los poemas no son de Federico, pues èl no
conocìa el habla de Galicia, hasta el contrapuesto juicio
de Alonso Montero. Segùn Xesùs, no puede haber
dudas, Lorca es el autor y algunos gallegos de naciòn,
como Guerra Dacal y
Eduardo Blanco-Amor, pueden
haber corregido detalles lingûìsticos y poco
màs".
"Eduardo Blanco-Amor aquí, en Buenos Aires,
siempre afirmaba que fuera de conservar los originales y haberlos
facilitado en 1935, para su edición, nada tenía que
ver con los magníficos Seis poemas galegos. Y mostraba
Eduardo un desprolijo montón de versos, escritos en el
reverso de facturas de hotel y de sobres amarillentos, no todos
recorridos por la misma caligrafía. Una carta donde
Guerra Dacal responde a Blanco-Amor puede terminar con la
cuestión, si aceptamos la sinceridad de sus
términos. Copio unas líneas: "Sobre los poemas de
Federico –los gallegos, se entiende- mi intenciòn
fue de servirle de diccionario
viviente y –si me es permitido al decirlo- poètico y
discriminativo. El me decìa un verso en castellano y yo
lo traducìa libremente al gallego, buscando, como es
natural, las palabras que a èl màs pudieran
impresionarle por color, sonido y
evocaciòn màgica. Si no le gustaba alguna
–pura y simplemente en un juicio poético inmediato-
yo le daba otra en opción, y él, augustamente,
elegía la que le salía de los cojones
líricos".
"Otras citas pueden hacerse –y ya conocemos la
opinión de Alonso Montero- según las cuales
Federico había escrito poesía
en gallego antes de la intervención de Guerra Dacal, que
sin duda existió y habría sido lexicográfica
y cosmética… y poco más. Es decir, más o
menos lo que puede decirse de la mía en esta
traducción, lo que me da la libertad
necesaria para comentarla" (6).
En su Diccionario lunfardo y de otros tèrminos
antiguos y modernos usuales en Buenos Aires, Josè Gobello
define al lunfardo como "el repertorio de voces traìdas
por la inmigraciòn, imitadas festivamente por el
compadrito e incorporadas luego al lenguaje
popular de Buenos Aires. Lo delictivo puede ser lunfardo o no
serlo –agrega- y otro tanto ocurre con el lenguaje de
la vida airada, que es el de los rufianes y sus pupilas" (7).
En las paginas que anteceden a la traducciòn de Alposta_
Antonio Pèrez-Prado afirma que "el lunfardo es jerga
burguesa, de gran ciudad cosmopolita". Sobre el origen de esta
jerga, señala: "El lunfardo porteño tiene aspectos
comunes a los argots, slangs, cockneys y otras jergas; por
ejemplo, en la mecànica de invenciòn de palabras. A
estos recursos del tipo
de las proteicas inversiones o
transposiciones silàbicas y de los juegos
paranomàsticos e hipocorìsticos, deben
añadirse como propias del lunfardo las masivas
aportaciones de tèrminos inmigratorios".
Entre estos tèrminos, percibe una notoria diferencia de
cantidad segùn su procedencia: "Por cierto que los de
origen italiano, sobre todo dialectal, forman el grueso. Las
gallegas, en cambio, son
pocas y contaminadas por una sospecha: la de que se trata de
portuguesismos. Nunca es fàcil y generalmente no es
posible decidir si algunas voces cruzaron el Atlàntico con
la emigraciòn gallega o se limitaron a cruzar el
Rìo de la Plata, hace un par de siglos, cuando la Colonia
del Sacramento era plaza de habla portuguesa. Ademàs, si
nos olvidamos de la fonètica, el gallego y el
portuguès tienen fraternal semejanza".
Relata que "El profesor Xesùs Alonso Montero, de la
Universidad de
Santiago de Compostela, Galicia, organizò en abril de 1993
un primer Congreso de Poetas Alòfonos en Lengua Gallega.
Es decir, de poetas que usaron el idioma sin tenerlo como lengua
materna. El ejemplo clàsico es Lorca, quien nos
dejò seis magnìficos Poemas Galegos, impresos en
1935".
"Al invitarme al Congreso, el sorprendente Alonso Montero me
sorprendiò con un pedido: querìa poner esos poemas
de Lorca en muchas lenguas, vivas o muertas.
¿Podrìa yo –por ejemplo- conseguir
traductores buenos al guaranì, al quechua, al mapuche?
¿Y al lunfardo? No tuve suerte con aquellas lenguas
indoamericanas, pero la tuve con el arte lunfardesco
de mi colega y amigo Luis Alposta. No tardè en convencerlo
de lo que a mì no me terminaba de convencer,
ìntimamente: de la posibilidad de llevar la poesìa
de Lorca, en gallego, a esa jerga confianzuda y traviesa que
llamamos lunfardo y no acabamos de definir con certeza o
acuerdo".
"Cuando Antonio Pèrez-Prado me hablò de los poetas
alòfonos por telèfono, me llevò unos minutos
reaccionar –dice Alposta, en el pròlogo a su
traducciòn- y luego, ya repuesto, me tentò la idea
de poder
incorporar estos poemas gallegos a la literatura lunfarda" (8). El
lunfardo es una inquietud de hace muchos años para
Alposta, poeta y ensayista, autor dela Antologìa del
soneto lunfardo y El lunfardo y el tango en la
medicina, entre
otras obras, y miembro de nùmero, desde 1968, de la
Academia Porteña del Lunfardo, en la que ocupa el
sillòn puesto bajo la advocaciòn de Felipe
Fernàndez, "Yacarè".
En el pròlogo, Alposta se refiere al problema que
enfretò al abocarse a su tarea: "Tuve que decidir
–recuerda- si debìa aproximarlo a Lorca a los
porteños, cambiando suficientemente sus palabras para
hacerlo initeligible, aùn a costa de sacrificar el estilo,
la belleza y los giros del lenguaje gallego, o si, por el
contrario, debìa valerme de mi conocimiento
del lunfardo para que fuèsemos nosotros quienes nos
aproximàramos a èl".
La respuesta surgiò clara: "A mi juicio, esta
ùltima es la ùnica forma de hacer que la
traducciòn pueda ser leìda en la lengua a la que se
traduce conservando la frescura, la pureza, los giros
estilìsticos y la originalidad del poeta. No cabe duda de
que esto es lo ideal; elevar al lector para que cualquiera que
sea su idioma, llegue a percibir la belleza del lenguaje en que
fue escrito originalmente el poema. Despuès, la tarea
resultò ser algo màs que un mero ejercicio
intelectual, una diversiòn circunstancial o un
entretenimiento de ratos perdidos".
"Fui consciente del riesgo que
corrìa –agrega. El riesgo de llegar a envilecer la
poesìa de Lorca. No intentè, entonces, ni la
versiòn ni la paràfrasis. Simplemente, optè
por la traducciòn casi literal, buscando interpretar cada
uno de estos poemas y llevarlos al lunfardo sin morir en el
intento. Y esto, porque lleguè a comprender que la parla
nuestra de cada dìa, con sòlo ser utilizada sin
alardes, se nos puede mostrar dòcil y musical para llegar
a expresar con ella todos los estados del alma. Y me
resultò fàcil, porque Lorca, ademàs, me
estaba dando todo: la inspiraciòn, el asunto, el fondo y
la forma. Sòlo era cuestiòn, entonces, de llegar a
sentirme un poco èl, aunque hubiese sido imperdonable
ingenuidad de mi parte llegar a creerme èl mismo, dado que
toda traducciòn, sin necesidad de tener que recurrir a un
estudio genètico, debe comenzar siempre por reconocer a su
padre".
Pèrez-Prado, quien vivò de cerca este proceso, da
cuenta de los avatares del mismo: "El traductor poeta no hallaba
palabras adecuadas. Faltan en el lunfardo –repetìa-
esas voces perfumadas y cariñosas, de afecto y ternura. Lo
decìa èl, autor de una obra de lujosa poesìa
lunfardesca donde nada falta, y menos esos sentimientos y
actitudes
bàsicas".
Desde que Alposta, poeta y traductor, virtiò los versos
gallegos al lunfardo, Ramòn de Sismundi ya no està
triste, sino "depre" y la "Quintana dos mortos" se ha
transformado en la "quinta del Ñato".
Alposta presenta a los lectores el fruto de su labor con estas
palabras: "En los originales, el lenguaje y el vocabulario son de
una autenticidad ejemplar: los giros, palabras e imàgenes
son las del pueblo gallego, y resumen un sabor caracterìstico que hace reconocer de
inmediato el estilo inconfundible de Lorca. Ahora, los
veràn ustedes con ropaje lunfardo".
- Ragucci, Rodolfo M. Cumbres del idioma. Buenos Aires,
Don Bosco, 1964. - Garcìa Lorca, Federico: "De viva voz a Gerardo
Diego", en Gonzàlez Muela, Joaquìn y Rozas, Juan
Manuel: La generaciòn poètica de 1927. Madrid,
Ediciones Alcalà, 1966. - Gonzàlez Muela, Joaquìn y Rozas, Juan
Manuel: La generaciòn poètica de 1927. Madrid,
Ediciones Alcalà, 1966. - Alberti; Rafael: "Palabras para Federico", en
Gonzàlez Muela, Joaquìn y Rozas, Juan Manuel: La
generaciòn poètica de 1927. Madrid, Ediciones
Alcalà, 1966. - Garcìa Lorca, Federico: "Carta a
Guillèn", en Gonzàlez Muela, Joaquìn y
Rozas, Juan Manuel: La generaciòn poètica de
1927. Madrid, Ediciones Alcalà, 1966. - Pèrez-Prado, Antonio: "A Lorca le hubiera
gustado", en Alposta, Luis: Lorca en lunfardo. Los "Seis poemas
galegos" en ediciòn bilingûe. Traducciòn de
Luis Alposta. Estudio prelim inar de Antonio
Pèrez-Prado. Buenos Aires, Corregidor, 1996. - Gobello; Josè: Diccionario lunfardo y de otros
tèrminos antiguos y modernos usuales en Buenos Aires.
Buenos Aires, A. Peña Lillo Editor, 1975. - Alposta, Luis: Lorca en lunfardo. Los "Seis poemas
galegos" en ediciòn bilingûe. Traducciòn de
Luis Alposta. Estudio preliminar de Antonio Pèrez-Prado.
Buenos Aires, Corregidor, 1996.
Autor:
Marìa Gonzàlez Rouco
Licenciada en Letras / Periodista Profesional Matriculada