politica criminal en holanda
Una llamada ‘indulgencia malentendida’ del pasado nos habría enfrentado a problemas que ya no podemos manejar. Durante la última década - y muy especialmente durante los últimos años - Holanda se ha convertido en un país bastante intolerante, xenófobo y punitivo.
Cuando David Downes (1988) escribió su famoso libro sobre la política criminal holandesa Contrasts in Tolerance, justo vivíamos en los últimos años de la era caracterizada por el “pragmatismo de principios” que se consideraba “tolerancia” (van Swaaningen, 1998). En ese libro Downes señalaba las consecuencias negativas que tendría la política antidroga holandesa orientada principalmente hacia la asistencia y la salud pública, ya que posiblemente marcaría los límites de la tolerancia. Ciertamente es verdad que ahora la justicia penal juega un papel bastante más central en el control de drogas del que antes jugaba – principalmente en el ámbito del debate político sobre el crimen organizado. Además, un símbolo importante, en este sentido, de la tolerancia holandesa, los llamados “coffeeshops”, en los que el cannabis y productos derivados pueden comprarse y usarse (casi) legalmente, están perdiendo apoyo político y su número ha decrecido en modo bastante drástico. Con todo, el verdadero límite de la tolerancia ha llegado de una dirección muy distinta. En el ámbito de las drogas todavía existe suficiente preocupación sobre las consecuencias de las